Alberto adelanta la suba de la nafta para alejarla de las elecciones

El objetivo del Ministerio de Economía de bajar la inflación para desembocar en un ideal 29% interanual en diciembre es una meta imposible, según la mayoría de los economistas.

Oficialistas y opositores, heterodoxos y ortodoxos, keynesianos y fieles de Friedrich Hayek, todos, sin distinciones, ven como utópico esa intención debido a la aceleración de los precios en lo que va del año (17,6% entre enero y abril), al próximo ajuste de tarifas (por más encorsetado que se aplique) y al raid de incrementos en los combustibles (aumentó todos los meses del año).

En este sentido, con la suba de ayer del 5% dispuesta por YPF, que ya se replicó en el resto de las estaciones, la nafta acumula un 34,3% en 2021.

La nafta aumentó todos los meses

Pablo González, presidente de YPF, adelantó el viernes que será el “último incremento del año”.

Pero, ¿por qué todo ahora? La explicación es simple: elecciones. Evidentemente, el Gobierno sabe que ya no podrá evitar que la inflación supere el 40% a fin de año, por lo que la nueva estrategia parece ser frenarla en el último cuatrimestre, cuando se lleven adelante las Paso y las generales. Todo indica que serán el 12 de septiembre y el 14 de noviembre, respectivamente.

¿La nafta impacta en la inflación?

El verdadero traslado de las subas de la nafta y el gasoil al índice de precios al consumidor (IPC) es una de las grandes incógnitas de la economía argentina. Estimaciones hay muchas, pero sus conclusiones son variables, por lo que es difícil saber, con mediana exactitud, el efecto real.

Un dato objetivo: desde julio de 2013, fecha en la que la Dirección General de Estadística y Censos de la Provincia de Córdoba tiene publicado su índice de precios abierto por capítulos y subcapítulos, la tasa de inflación del nivel general (promedio ponderado de todos los precios) y la del combustible han subido casi en sintonía.

Con la excepción de algunos periodos en los que las naftas estuvieron congeladas, en especial durante los últimos años de la segunda presidencia de Cristina Fernández, el IPC y los combustibles fueron de la mano. En casi ocho años, el nivel general subió 890% y los combustibles, 1.004%. Apenas un 12% más.

Directos e indirectos

Por un lado, las subas de la nafta y el gasoil tienen un impacto directo en la canasta básica por el efecto en la “movilidad”: el costo de traslado de los miembros de las familias. Desde el combustible del automóvil hasta el valor de la tarifa de taxi o del boleto de transporte público.

Como muestra del efecto, se puede decir que el gasoil representa aproximadamente el 20% del total de los costos de las empresas de transporte urbano de la ciudad de Córdoba, “pagando el precio del surtidor, sin subsidios”, explicaron fuentes del sector.

De esta forma, cualquier variación en el precio del gasoil impacta de manera contundente en la ecuación financiera de las compañías que, luego, buscan trasladarlo al boleto.

En paralelo, también hay muchos (y muy importantes) efectos indirectos.

Según el último informe “Costo argentino” de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, el 90% de los bienes que se trasladan en el país lo hacen mediante transporte automotor terrestre, básicamente camiones y vehículos de carga medianos. El dato tiene base en el Plan Estratégico de Transporte desarrollado por el Instituto Argentino de Transporte.

Así, la suba del gasoil se replica hacia la mayor parte de los productos que se consumen.

La gran pregunta es en qué medida impactan en cada precio. “Una manera de calcularlo es dimensionando el peso de la logística en el valor de venta de los bienes de la economía, algo que, según la fuente que se consulte, está entre el 20% y el 30%”, dice Juan Pablo Carranza, economista e investigador de la UNC.

Si a su vez se entiende que entre el 38% y el 42% de los costos logísticos totales corresponden al transporte (el resto se distribuye entre almacenamiento y gastos de gestión), se podría inferir que “la incidencia promedio del transporte en el precio final de los bienes sería de alrededor del 10 por ciento”, apunta Carranza.

Un cálculo difundido por la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (Cecha) en la última presentación de ventas en las estaciones, dice que la incidencia del autotransporte de cargas en el precio final de un conjunto de productos no llega al 8%. La estimación de Cecha se basa en los informes periódicos de la Cámara Empresaria del Autotransporte de Cargas de Córdoba (Cedac).

Según el cálculo, el costo del traslado incide en el 3,7% del precio final de manzanas, en el 3,5% en gaseosas, en el 1% en piezas de fundición y en el 7,4% en la leche.

El estudio dice que, a su vez, el combustible representa alrededor del 6% del costo del autotransporte de cargas, lo que significa que, por cada 10% que aumenten los combustibles, los precios finales de esos productos deberían variar en un máximo del 0,04%.

Buscan evitar que la nafta “se aumente a sí misma”

Otro elemento que impulsa la inflación es motivo de estudio en la Secretaría de Energía: la modificación de la forma de actualización del componente tributario: el Impuesto al Dióxido de Carbono (IDL) y el Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL).

Hasta 2017, las petroleras tomaban la variación del petróleo y del tipo de cambio, y a ese valor se les aplicaban los impuestos como un porcentaje del bruto. Además, IVA, Ingresos Brutos y Tasa Hídrica.

Desde marzo de 2018, cambió. Se sacó la Tasa Hídrica y se acordó que se aplicaran cada tres meses el ICL y el IDL, no como un porcentaje del precio bruto, sino como una suma fija.

En el mercado, coincidieron en que fue una buena medida, porque el componente impositivo puesto como porcentaje ayudaba a disparar el precio de venta al público. Más subía la nafta, más subía el impuesto, impactando en el precio final.

El problema es que el componente tributario se actualiza por el IPC (la inflación), variable que aumenta, entre otras cosas, por el impacto de la suba de la nafta.

Así, cada suba de la nafta pega en el cálculo del IPC, que a su vez afecta al valor fijo del componente impositivo. Ese incremento, a su vez. hace aumentar más el precio del litro de nafta, que vuelve a impactar en el IPC; y así.

Según la encuesta de consumo del Indec de 2014, la nafta súper tiene una ponderación de 0,0236; la nafta premium de 0,0050, y el gasoil, de 0,0064.

Es decir: el aumento de esos productos tiene una incidencia del 3,5% en el incremento mensual del IPC. Este combo hace subir, primero, el IPC; luego, el componente impositivo de los combustibles que, al aumentar, hace subir más la nafta.