Nubarrones en la cría: la “fábrica” de terneros necesita un ambiente para volver a crecer en Córdoba

Por sus características particulares, fundamentalmente estar vinculada al ciclo biológico de un animal, la producción ganadera no puede ser emparentada de manera directa con la actividad fabril. Pero existen algunas similitudes que asemejan a la cría y engorde de bovinos a una industria.

Por ejemplo, que para contar con un stock de productos en crecimiento, se necesita que la producción con el tiempo se vaya ensanchando. En este caso, los productos son los novillitos y vaquillonas, y la “fábrica” son las vacas que los engendran.

Los datos sobre las existencias bovinas, actualizados a diciembre de 2020 por la Subsecretaría de Ganadería de la Nación, muestran que a fines del año pasado había en la provincia un total de 4,63 millones de cabezas, unas 39 mil menos que en 2019. La retracción es leve en la foto, pero no lo es tanto en la película: fue el tercer año consecutivo de caída.

Según datos oficiales, en Córdoba hay 1,78 millones de vacas y 1,24 millones de terneros. En general, las existencias bovinas se achicaron 0,84% en el último año y 19% desde 2007. (LA VOZ / Archivo)

En 2017, Córdoba había recuperado parte del stock perdido durante la década anterior, alcanzando 4,83 millones de cabezas. Desde ese entonces desaparecieron 200 mil cabezas, 4,1 por ciento de la “capacidad instalada”.

En este marco, Córdoba es una muestra de cómo un achique en la “fábrica” de terneros, impacta por lógica en una reducción de todas las categorías bovina.

Hace 13 años en la provincia había 2,2 millones de vacas, de las que quedaron 1,78 millones; es decir, la cría perdió más de 400 mil madres. En cuanto a vaquillonas, que muchas veces son retenidas para que se transformen en vientres, se redujeron de 970 mil a 760 mil.

El stock bovino en Córdoba

Según Horacio Valdez, productor ganadero en el noroeste y docente de la cátedra de Forrajes de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, hay un factor ambiental clave.

La productividad de la cría depende de la disponibilidad de forraje; es decir, de cuántos kilos de materia seca se generan por milímetro llovido. El crecimiento de la frontera agrícola corrió la actividad hacia zonas áridas, como el arco noroeste de sierras y pedemontes.

“Los porcentajes de preñez y destete dependen de las condiciones climáticas, y nosotros tenemos 70 por ciento de las vacas en zonas marginales en las que, además, se dificulta mucho implantar pasturas por las restricciones, a menudo sin respaldo técnico, que impone la ley de bosques”, remarca Valdez.

Y agrega: “Hay 380 mil hectáreas con fachinales de bajísima productividad que no se pueden tocar y aportan apenas dos o tres kilos de materia seca por milímetro llovido, cuando con una pastura podrían ser entre 10 y 15 kilos. Eso repercute en la capacidad de carga del sistema y, por ende, en cuántos vacas y terneros soporta”.

Una estimación de Valdez es que, por cada dos hectáreas que se sumaran con pasturas implantadas, se podría incorporar un vientre más.

Productividad

Para Oscar ‘Cachi’ Melo, asesor privado y docente de Ciencias Agropecuarias en la Universidad Católica de Córdoba (UCC), hay otro ambiente que incide en el achique de la “fábrica” de terneros: el de negocios.

“Córdoba orientó su ganadería al consumo interno, por eso bajó mucho el número de novillos, aumentó el de novillitos y la cría también disminuyó. A la par, explotó la producción de maíz para alimentar los animales. El recambio de superficie ganadera a agrícola no fue con nuevas tierras y eso provocó una caída en los vientres. Hoy la provincia no es productora, sino demandante de terneros que trae de afuera para engordar acá”, explica Melo.

Según Horacio Valdez, por cada dos hectáreas que se sumaran con pasturas implandas, se podría agregar un vientre al sistema de cría. (LA VOZ / Archivo)

El resultado de esta reconversión productiva fue una revalorización de la invernada. “Hoy una vaca gorda equivale al valor de dos terneros, y un productor prefiere tener dos terneros y no una vaca”, resume.

Para Melo, de todos modos, no es necesario que Córdoba busque recuperar el stock, sino que fomente una mayor producción por animal. Es decir, que use mejor la “capacidad instalada” de la “fábrica” de terneros.

“Lo lógico es impulsar planes para que la productividad de las vacas; es decir, la preñez y el destete, sea mayor”, afirma el consultor.