Córdoba, la inadvertida capital nacional del chocolate

“Aaaquí Córdoba, ¡capital nacional del chocolate!”. Esta bien podría ser la exclamación de apertura de una, hasta ahora, inadvertida categoría productiva en la industria cordobesa, acostumbrada a que sus menciones siempre están concentradas más que nada en el agro, en las metalmecánicas y en las automotrices.

El último mojón lo puso Arcor, la más grande del mercado. Acaba de lanzar su producto más conocido –el Bon o Bon (elaborado en la planta de Colonia Caroya)– en sabor dulce de leche, con una producción estimada entre las 600 y las 800 toneladas por año, lo que implica una facturación estimada para el ciclo de unos cinco millones de dólares.

Pero, aun con un menor volumen de actividad, hay otras protagonistas igualmente importantes. Georgalos, en Río Segundo, posee una larga historia produciendo tabletas y golosinas con chocolate, con una variada cantidad de marcas.

Casi 200 kilómetros más allá, en Bell Ville, la fábrica de golosinas Palmesano es otra actora que se expande en el rubro y, además de la etiqueta familiar con la cual hace tabletas, confites y bombones, asumió el control de una denominación interesante para los consumidores: Chocolates Bariloche.

Y, si bien no posee todavía un producto para consumo como golosina, Nuevos Sabores acaba de ampliar su planta de barrio Los Boulevares, en Córdoba capital, para consolidarse como un gran proveedor de chocolate industrial.

A estas hay que agregar decenas de pequeñas procesadoras artesanales de chocolate diseminadas en las zonas turísticas. Como ejemplo, vale el caso mencionar a la tradicional Capilla Vieja, en Villa General Belgrano. A la lista de elaboradores podría inclusive agregarse a la propia fábrica de helado Grido, que usa el chocolate en las coberturas de sus helados.

Dimensión

Para tomar una dimensión de la situación de Córdoba en la industria chocolatera, Claudio Campana, director industrial de Georgalos, pondera los volúmenes.

“Estimo que la capacidad instalada para la elaboración de chocolates y coberturas de chocolate alcanza en la Argentina unas 50 mil toneladas por año. De eso, entre el 60 y el 70 por ciento se elabora en Córdoba”, indicó ante una consulta de La Voz. El resto se concentra en Buenos Aires.

Es mucho chocolate el que sale de Córdoba. La mayor cantidad va dirigida al mercado interno, aunque la exportación, ya transitada por grandes compañías, comienza a ser un camino viable también para pequeños protagonistas. Comparar la cantidad producida es sencillo: equivale a unos 35 mil automóviles medianos.

Antes de continuar, vale avanzar en precisiones acerca de los procesos. El chocolate está integrado por cuatro materias primas básicas, dos de las cuales son netamente importadas.

Se trata de la manteca de cacao y del licor de cacao, que vienen de regiones próximas a la línea del Ecuador: Perú, Colombia, Ecuador, México, Malasia y, sobre todo, Brasil. El mayor proveedor mundial de estos elementos es una empresa conocida en el mundo del agro: Cargill.

A esos insumos se les agregan productos nacionales, como azúcar, leche en polvo, aditivos y elementos para las diferentes especialidades. El maní, por ejemplo, cuya capital nacional también está en Córdoba, es un insumo principalísimo.

A partir de aquellos elementos, las fábricas producen básicamente dos grandes familias: el chocolate destinado a productos de consumo final en el canal de quioscos, supermercados y almacenes, y el que se destina a coberturas de alimentos como helados, alfajores, repostería y una lista infinita de usos.

Arcor prefiere mantener bajo reserva el volumen de producción, pero la planta de Colonia Caroya es la mayor productora de chocolates de la Argentina de todas las empresas presentes en el mercado. Funciona todos los días hábiles en tres turnos.

Allí trabajan 620 personas (el 22 por ciento son mujeres) para darle forma a lo que la compañía considera “un negocio core”, donde tiene capacidad y tecnología de punta para “seguir creciendo e innovando”, indicó a este medio.

Ahí se elaboran, como ya se ha dicho, los Bon o Bon para el consumo interno y la exportación (en la planta de Chile también se hace este producto) y las tabletas de la marca Cofler, por citar sólo dos conocidas a nivel masivo.

También elabora chocolate de uso industrial, tanto para el productor de la propia compañía como para terceros clientes, entre ellos pymes chocolateras y heladerías, un mercado significativo.

Georgalos, donde se creó el mítico Mantecol (hoy en manos de otra firma), también apostó fuerte a la chocolatería a partir de la década de 1960. “Es un segmento con una característica particular: todas las materias primas que se usan son commodities, tienen un valor único en dólares. El diferencial es cuán competitivo es uno en la transformación de esa materia prima”, describe Campana.

Con 300 artículos diferentes (en los que el 70% de la venta se concentra en unos 20 códigos), la empresa opera cuatro líneas de moldeo que trabajan las 24 horas de lunes a sábados y 150 personas. De ellas, casi la mitad son mujeres, muy hábiles en la disposición final de los productos.

Esta fábrica procesa entre nueve mil y 10 mil toneladas de producto al año (Arcor estaría cuatro o cinco veces por encima, según fuentes del mercado) y tiene capacidad instalada para crecer hasta un 45% más.

Crecer con marcas

A Osvaldo Palmesano lo entusiasman los desafíos. A la fábrica que fundó en su pueblo este exoperario de Georgalos le agregó la compra de otra Chocolate Bariloche que funcionaba en Buenos Aires. “La traje a Córdoba y aquí ahora hacemos todo”, explica.

“Es indudable que Córdoba es la capital del chocolate, todos miramos al líder que es Arcor y a Georgalos que es muy importante, e inclusive todo el sector podría crecer mucho más si no hubiera tanta inestabilidad en la economía porque es difícil atender terceros mercados con cambios bruscos de costos”, analiza el empresario.

En temporada alta, como la actual, Palmesano procesa unos 20 mil kilos diarios de chocolate, en una planta donde también hace otras golosinas como turrones, confites y bombones (inclusive para otras marcas) con una dotación de 200 personas.

Horacio Souza, de Nuevos Sabores, va por un camino diferente, pero igualmente decidido. Es un gran proveedor de chocolates y de coberturas para terceros, mercado donde afirma tener una participación del 25% de la torta nacional, lo cual llevó a tener que ampliar su fábrica cordobesa.

“Inclusive gran parte de nuestro volumen de ventas la conseguimos con el pequeño emprendedor que fabrica, por ejemplo, huevos para la Pascua o bombonería, una actividad cada vez más extendida en los grandes centros urbanos por la necesidad de las familias de sumar ingresos”, puntualiza.