Chocolate: Exportar algo y equilibrar la oferta interna, dos desafíos de los fabricantes de Córdoba
El cacao, como el café y algunos otros alimentos de origen extranjero, obliga al equilibrio financiero constante en las empresas que lo procesan. De hecho, la manteca y el licor de cacao son dos commodities que, como tales, cotizan en dólares. La capacidad de manufactura es la que hace la diferencia para la oferta en la mercado interno.
Cada año, Semana Santa abre la temporada del chocolate. Ese ciclo anual en un país con inflación hace que, en las góndolas de supermercados y mostradores de quioscos, los precios suelan dejar boquiabiertos a los consumidores. A grandes rasgos, un kilogramo cuesta entre 1.300 y 2.600 pesos, según la calidad, pureza y características del producto.
Traducir esos valores a dólares para luego salir a comprar los insumos en un mercado internacional manejado por grandes jugadores es el desafío. Por ello, la tentación de colocar un producto hecho en Argentina en el exterior siempre está presente en la industria.
“A un fabricante colombiano de chocolates, la materia prima que ellos producen en su propio país le cuesta lo mismo que a nosotros a ocho mil kilómetros. Si uno tiene capacidad de elaboración y da con el gusto, es posible exportar hasta a los propios países productores”, señala Claudio Campana, de Georgalos.
Esa firma envía afuera chocolates sin azúcar, pero también puede aprovechar la ventaja de la producción local de maní para exportar a los países árabes, con los cuales mantiene una extensa relación en el tiempo.
Arcor es la que más volumen lleva fronteras afuera. “Aproximadamente el 10 por ciento de nuestra producción (en Colonia Caroya) tiene como objetivo diferentes mercados internacionales”, dijo la empresa.
Palmesano también se anima a colocar parte de su mercadería afuera. Es a cuentagotas, pero llega a Uruguay, y con Chocolate Bariloche la búsqueda de mercados puede resultar mayor.
Chocolate y pandemia
La pandemia de Covid-19 fue otro disparador en la demanda aun cuando las categorías “suntuarias” vienen sintiendo el golpe de la crisis económica.
Pero con los consumidores encerrados, la chocolatería se defiende. La razón es simple:_el consumo de chocolates todavía es muy bajo en la Argentina comparado con otros países. La demanda per capita oscila entre los dos y los tres kilogramos promedio por año, frente al récord de nueve kilos en Suiza, o de cinco kilos en Estados Unidos.
Es decir, por poca demanda adicional que exista, partir de un piso bajo mueve la aguja en la industria.
Un desafío que viene para los fabricantes nacionales será cumplir con la nueva ley de etiquetado de alimentos, todavía en proceso de tratamiento parlamentario.
Arcor conoce los rigores de una norma parecida que rige en Chile, pero a los fabricantes de menor escala los complica. Deben cambiar el packaging de todos los códigos, en un mercado donde, por precio, los tamaños son más chicos.