Nuevos perfiles de conducción: más juego y más humor

La clave está en quien conduce. Siempre fue así, desde Mirtha Legrand, Juan Carlos “Pinocho” Mareco, Antonio Carrizo, Silvio Soldán o Susana Giménez. El público acepta o rechaza al conductor, y lo demás entra con ellos.

La noche del domingo se ha convertido en un espacio para la pulseada, en términos de rating, entre Lizy Tagliani (Telefe Córdoba) y Darío Barassi (El Doce). En tanto, Jey Mammon con Los Mammones es bienvenido durante la semana en cualquier horario que lo ponga la gerencia de América (en Córdoba, por cable).

Lizy revive el programa que estrenó Julián Weich en 2003. El juego de los maletines con dinero cuenta además con la participación de Roberto Moldavsky, un cómico con luz propia que funciona como el intermediario de la banca y hace ofertas una vez que recibe el llamado telefónico.

En Trato hecho, el participante debe seleccionar uno de los 26 maletines, que contienen desde un premio insignificante hasta uno de gran valor. Roberto Moldavsky ofrece al concursante una suma de dinero a cambio del maletín elegido. Cada participante tendrá la posibilidad de ganar hasta dos millones de pesos.

La dinámica de la competencia entre el participante y la banca es bastante aburrida, por eso el plus está en la conducción y en la química entre Tagliani y Moldavsky.

La expectativa, los nervios y el tono, siempre muy arriba, se combinan con la performance de Lizy. La conductora baila, hace chistes y reafirma el camino en el rol bien ganado. La operación, a todo o nada, estira los tiempos durante el show que no decae.

Trato Hecho (Deal or no deal) se ha convertido en un gran éxito en más de 80 países en todo el mundo, incluidos el Reino Unido, Australia, Brasil y Estados Unidos.

“Lo que van a encontrar es parte de mi esencia, diversión, y mi conducción descontracturada, además van a poder ver mis nervios cuando empiezan a salir maletines y maletines en un parte clave del programa. Eso me pone muy nerviosa porque siento como si participara yo”, dijo Lizy a Telefe.com.

Otra cosa es con Barassi. El conductor de 100 argentinos dicen entretiene durante la semana y la productora Boxfish redobla la apuesta con el programa especial de los domingos, de 20.30 a 22, en el que convocan a familias de artistas, gente conocida y popular. Pasaron por las burbujas los Kapanga, los Urtizberea, los Reech, los Rada y los Guinzburg.

En realidad, las preguntas y las respuestas fluyen mejor durante la semana, con la intervención siempre divertida de algún participante que aprovecha su media hora de fama. Los famosos, en cambio, se apichonan ante el fracaso o la duda frente a una respuesta.

En todo caso, la clave es Barassi. El actor convierte el cuestionario en un juego en el que azuza a los participantes mientras se relaciona con la ‘Colo’ de producción. El ritmo y la energía de Barassi también son inagotables.

El programa tiene una complejidad mediana y resulta estimulante poder adivinar qué piensa la “mayoría” de los argentinos. Queda claro que solo se testea a los que viven en Buenos Aires. Aun así, 100 argentinos dicen es un formato que se lleva maravillosamente con la capacidad de improvisación del conductor.

En la edición 2021, Monchi Balestra, quien condujo la primera temporada del programa en 2004, reemplazó temporalmente a Barassi cuando el conductor se infectó de Covid-19 y tuvo que aislarse.

Jey y su piano

Jey Mammon fue redescubierto por la audiencia cuando encontró un formato a su medida. El actor animó el late night show, muy visto por América, y aunque tuvo que cambiar de horario (se ve a las 20.30) cuando Jorge Rial bajó TV Nostra y la grilla se complicó, continúa su romance con el público.

Si bien Estelita, su personaje de las entrevistas incorrectas, le abrió la puerta, Jey se consolida sin caracterización y mostrando su talento para cantar al piano. Para muchos, él es un hallazgo en ese programa.

Las 24 preguntas y las confesiones en el living donde muchos eligen estar generan el clima íntimo de la charla a la que los invitados se entregan. Con recursos personales, Jey encontró la fórmula para caer bien a todo el mundo.

Lizy, Jey y Barassi juegan y muestran el lado más sencillo de la vida. Son como una pausa en la programación que arrecia con noticias de actualidad. La confusión entre enfrentamiento y debate no ayuda, y el público encuentra en los juegos una vía de escape. Nada nuevo bajo el sol, pero sigue funcionando.

Ese cambio de tono acompaña al espectador a la hora en que baja el nivel de exigencia diaria. Una de las razones del éxito de estos programas reside en la posibilidad histriónica de los conductores para armar un show con lo poco o mucho que ofrecen los participantes. Los programas son interactivos e incluyen las variaciones propias de la dinámica de los espacios menos guionados.

Los conocidos de siempre

Mientras tanto, Marcelo Tinelli enfrenta el dilema generacional y de formato cada noche con el histórico Showmatch, bajo el nuevo nombre: La Academia.

Quien fue durante tres décadas el rey del rating, un inventor de ocurrencias que marcó tendencias, gustos y hábitos, el productor que acumuló poder aun con contenidos e ideas controvertidas, hoy, después de un año de ausencia, tiene que acomodar el presupuesto y el discurso a una audiencia que cambió. Se verá si recupera la mística o queda como un producto de consumo para nostálgicos.

Por su parte, Santiago Del Moro es el acompañante necesario en Masterchef Celebrity. El conductor que marcó un estilo en Intratables da pie para el lucimiento del jurado y los participantes del reality de las cocinas.

Entre los batalladores de la vida, Guido Kaczka (Bienvenidos a bordo) puede ocupar un espacio por tiempo indefinido, como el conductor de una feria sin fin. El conductor se muestra poco en cámara y habilita a la nueva generación de mediáticos nacidos en pandemia. En este sentido, el programa de Guido es una caja de sorpresas bizarras y efímeras, un programa donde entra y sale todo el mundo, un diálogo entre vecinos en el que Guido es uno más.