Empresas: 2002 versus 2021, dos graves crisis parecidas pero distintas

La pregunta es frecuente: la actual crisis socioeconómica potenciada a los extremos por la pandemia, ¿es menor, igual o más grave que la atravesada por el país en 2002? Argentina está en una ventajosa posición por el viento de cola en el precio de las commodities, ¿pero la política puede arruinar el despegue? ¿Habrá realmente un despegue o se acelerará la velocidad de la caída? ¿El signo ideológico que gobierna y la “grieta” convierten en abstracta la posibilidad de invertir y generar empleo?

Muchos de estos interrogantes resuenan a diario en las conversaciones del mundo empresarial. Ayer se replicaron también en una teleconferencia de la Fundación Mediterránea donde disertó el exministro de Economía Jorge Remes Lenicov, a quien se lo suele sindicar como el autor del “trabajo sucio” para que luego viniera el despegue de 2003.

La Voz consultó a un grupo empresario que vivió en sus compañías –todas de capital nacional y cordobés– la gran crisis de 2002 para conocer puntos de comparación y auscultar si aparece una luz que permita algún retorno al crecimiento.

“La actual crisis es más profunda que aquella por su extensión y adicionalmente porque en esta oportunidad en lugar de buscar soluciones, se le van agregando problemas”, analiza el desarrollista Horacio Parga.

La falta de rumbo de la política económica, “con serias contradicciones dentro del mismo Gobierno y con visión estatista que espanta cualquier intención de inversión” imposibilita “la planificación a largo plazo, tomando a esta no en cómo pensar en decisiones futuras sino en el futuro de las decisiones presentes”, explica el presidente de Edisur. Parga entendió que 2002 “presentó consecuencias intensas y graves pero de duración discreta”. “Creo que hoy la ciudadanía y el empresariado se encuentran agotados, apesadumbrados, desilusionados, con un Estado que pesa cada vez más en lo cuantitativo y en lo regulatorio”, ahondó.

La fabricante de maquinaria agrícola Roxana Negrini adhirió a esos criterios. Aquella “era una crisis grave pero diferente; después de la debacle, entre la suba del valor de la soja y una gestión decidida en la economía”, hubo reacción, “no existía el déficit fiscal, había superávit gemelo, no estaba el sector público desbordado como en la actualidad y había cultura del trabajo”, agregó.

Esto contribuyó a que el país encontrara una salida a mayor velocidad. “Estaba mejor institucionalmente y con más trabajo”, dijo la titular de Agrometal. Recordó entonces una anécdota. “En diciembre de 2001 teníamos en Monte Maíz una visita de una fábrica norteamericana para hacer juntos una máquina. Con el estallido, los tuvimos que sacar por un camino interior para que llegaran a Ezeiza y nunca más quisieron hacer nada, no sólo con nosotros, sino con Argentina”, narra. Pero apenas tres años después, por esa recuperación, la empresa cordobesa pudo inaugurar una nueva planta hecha con recursos propios, recordó.

Cultura del trabajo

Si bien en la actualidad los indicadores de pobreza del país son cercanos a los de 2002, un factor conspira para poder reducirlos, entendió la empresaria. “Hay sectores que llevan un año y medio sin trabajar. La pandemia agravó algo que ya venía gestándose: la caída de la cultura del trabajo”, dijo.

Consideró que en el interior hay un concepto diferente de ese punto con respecto a las grandes ciudades. Complementar la ayuda social con empleo genuino llevará mucho más tiempo, entendió Negrini, en un contexto de fuertes diferencias políticas “Hay que hacer tantas cosas que no sé si una buena parte del país va a permitir que eso se haga”, dudó.

Andrea Ravich, una conocida emprendedora cordobesa cuya actividad está afectada por el cierre en la gastronomía y los servicios, también consideró “mucho más profunda” a la crisis actual. “La de 2002 fue económica, ahora tenemos una parálisis muy grande pero todavía faltan medir las consecuencias que dejará, por ejemplo, en nuestro rubro y en muchos otros”, evaluó. “Van a ser a más largo plazo”, dijo.

En la medida de su negocio, Joint Group, Ravich recordó que antes de la pandemia había realizado inversiones con la mira puesta en crecer. “Me he arrepentido porque sólo generaron costos fijos, es el momento de esperar a que podamos trabajar para ver otras inversiones e incorporar personal”, comentó. En el mientras tanto, con el apoyo de Córdoba Bureau, la empresaria comienza a virar en la búsqueda de oportunidades con integración internacional.

Ercole Felippa les otorga otra dimensión a las dos crisis, aunque “el origen” de ambas “es similar”, dice: un déficit fiscal permanente. “Pero aquella crisis de 2001-2002 fue económica y financiera. En la actualidad, esto último no pasa, el sistema financiero argentino es más chico pero más sólido”, introduce.

“Aquel gobierno (de De la Rúa) venía muy debilitado, algo que hoy no existe más allá que podamos estar o no de acuerdo con sus políticas nadie discute que este Gobierno va a cumplir su mandato. El punto es que la Argentina sigue siendo muy poco confiable. Se cambian las reglas de juego constantemente, estos gobiernos ´pseudosocialistas´ no ayudan. El alineamiento internacional impacta de manera negativa”, agrega el presidente de la láctea Manfrey.

Jorge Tizado, del rubro metalmecánico, y Francisco Vaccaro, de materiales para la construcción, coincidieron en que la actual crisis dejará consecuencias de mayor perdurabilidad que la producida dos décadas atrás.

“Hoy existe un aparato productivo, político y social que tiene 20 años más de decadencia. En ese período nos comimos el capital, nos comimos la capacidad de invertir, nos comimos la capacidad de modificar impuestos para sostener el aparato infernal que se ha generado en el Estado”, señaló Tizado, de Tubos Trans Electric (TTE).

¿Dónde está el piso?

Después del estallido de 2002, “las empresas estuvimos un par de meses renegando, pero a partir de ahí, luego del recambio presidencial, encontramos un piso”, recuerda Vaccaro, del Grupo Serin.

“El problema actual es que nunca llegamos al piso. Tenemos dudas enormes: ¿cuál es el signo político del Gobierno? Si, como escuchamos de algunos analistas, estamos frente a un modelo socialista, entonces todas nuestras empresas no tendrían mayor relevancia”, reflexiona.

Reconoció que su sector atraviesa por un momento de alta demanda porque quienes disponen de ahorros “encuentran en la construcción el último refugio, pero esa ventaja se va disolviendo”, advirtió.

Aldo Micheli apunta lo suyo desde el sector financiero. Para retornar al crecimiento, resulta necesaria la inversión, señala. “Es imprescindible, entonces, la confianza que les depare el régimen de gobierno imperante. Y la confianza se gana con reglas claras, con transparencia, con leyes perdurables y con honestidad, regulada por la ley y un poder judicial eficiente e independiente”, enumeró.

El empresario también consideró que la situación actual genera más inquietud de largo plazo que la de 2002. “Estamos endeudados interna y externamente, no podemos contar con ayudas de ninguna naturaleza, y a más de la impagable deuda externa, tenemos una deuda interna en pases, Leliqs y bonos del orden del 140% del dinero circulante, con más el 40% promedio de intereses que obligarán a emitir y a crear cada vez más inflación”, analiza.

Gerardo Seidel, un industrial del rubro plástico, ubicó a la crisis actual en términos similares a la de 2002 por el fuerte golpe que asestó la pandemia a la débil economía argentina. “Las consecuencias son similares en caída de empleo, cierre de empresas e inflación. Pero la gran diferencia está dada por la situación sanitaria que, sin duda, va a dejar secuelas muy profundas y mayores niveles de pobreza que en 2002”, razonó el titular de Plásticos Dise.

La política industrial

Otro punto prioritario es si verdaderamente existe una política industrial que, como dicen los funcionarios nacionales, se diferencia de la aplicada por el macrismo. Para Negrini, eso está lejos. “No, no hay política industrial. No nos da una mano en nada. Todos los anuncios son políticos. Nos adeudan bonos de bienes de capital desde hace más de un año y no podemos compensar por impuestos a las Ganancias. Cambiaron las tarifas y tenemos problemas para acceder a insumos”, dijo.

Felippa señala que la discusión sobre el apoyo a la industria es algo contrafáctica. “Cualquier gobierno trata de preservar las empresas, ocurre que muchas veces se adoptan medidas con un efecto inverso al deseado. La intención oficial es ayudar, lo hicieron con políticas que implicaron una enorme emisión de dinero pero no les quedaba otra”, recalca.

En ese terreno, opinó que las soluciones de fondo exceden a la actual administración. “Los problemas son de tal nivel que ya están más allá de los gobiernos, el país necesita un plan de mediano y largo plazo cumplible y consensuado”, valoró.

En el caso de la empresa de Tizado, la demanda por inversiones en el sector energético se cayó al mínimo y TTE busca horizontes en la exportación como ocurriera en el pasado. “Ahora el peligro por delante es que el tipo de cambio se modifique y quedemos afuera”, concluyó.