Soledad Laciar: “Está bien que juzguen a esos policías, pero no olviden la pata política”

A la noticia se la dio su abogado, vía celular.

La gran novedad se veía venir, pero pasaban los días y no se concretaba. Recién cuando recibió el llamado telefónico, la mujer respiró aliviada. “Ya está, el fiscal ya firmó. Van a juicio”, escuchó del otro lado. Recién entonces, Soledad Laciar respiró hondo y sintió un poco de alivio para sí misma y para su familia.

Sobre todo por el “maltrago” que había tenido, según dice, horas antes con el sobreseimiento del excomisario mayor Gonzalo Cumplido, en el marco de esta entreverada causa.

Ahora, tras saber que 13 policías (entre cabos y comisarios inspectores) fueron enviados a juicio por el alevoso asesinato de su hijo Blas –algunos por matar, otros acusados de “plantar” un arma, otros acusados de mentir y tratar de desviar las cosas–, Soledad Laciar siente que las cosas van un poco encaminadas.

Dice que cree en la Justicia y que tiene tiempo para que se haga justicia. De todos modos, insiste, que a la investigación le falta mucho.

Dice, repite, enfatiza que faltan “varios por caer” y, en ese marco, señala a altos responsables en la Policía (en actividad algunos, otros ya no) y también del poder político.

“Está bien que juzguen a esos policías, pero que no se olviden de la pata política en todo esto”, le dice Soledad a La Voz, mientras no deja de atender a su beba Martina. “Faltan muchos por caer y hay que ir para arriba. Hay responsables políticos que tienen que responder, ya sea por acción o por omisión. Pasa que en Córdoba los poderes no son independientes”, enfatiza. Ya lo dijo varias veces. Y nadie la contradijo en público.

Soledad insiste que le cuesta, pero que le interesa, leer la elevación de la causa a juicio firmada en las últimas horas por el fiscal José Mana.

Sabe, y bien, que se vendrán apelaciones (una y otra vez) y que el juicio demorará en realizarse. Sabe que quizá, y con suerte, se dé en 2022.

Sabe y presiente que los policías y algunos defensores dirán “cosas horribles” de su hijo y del conductor del Fiat Argo respecto a ese momento brutal del retén cuando los cabos Lucas Gómez y Javier Catriel Alarcón sacaron sus armas y abrieron fuego.

“No tengo miedo ante ese momento del juicio cuando vea a esos policías cara a cara… Tiemblo de lo que puedan decir y digan sus abogados cuando ataquen y ensucien a Juan Cruz, el amiguito de Blas, el chico que manejaba el auto.Van a crucificarlo. No los voy a dejar”, sostiene Soledad.

Y agrega: “Si lo atacan preguntando ‘por qué no se detuvo’, voy a defenderlo como una leona, como si fuera mi hijo. A ese nene lo conozco desde los 4 años, es amiguito de Blas. Y ese chico hasta el día de hoy se echa en cara que por qué no frenó o por qué no rompió los ventanales de ese sanatorio cuando no atendían a Blas. Ese chico no tiene nada de culpa. ¡Él se asustó! No había necesidad de disparar y matar”, exclama la mamá.

Una de las tantas marchas que se realizaron en reclamo de justicia por el asesinato de Blas Correas. (Archivo/Facundo Luque)

“Pudo ser una masacre”

Soledad hace silencio, piensa por un momento y vuelve a hablar.

“Es tremendo. Porque pensás que así como mataron a mi hijo, tranquilamente podrían haber matado a varios más o a todos en ese auto. Podría haber sido una masacre. Parece mentira, pero esos policías tuvieron suerte de no haber causado un desastre mayor”, agrega.

Otra vez, un silencio, atiende a su beba y vuelve a hablar.

“¿Sabés qué es lo peor? Van a hacer pasar como un loquito suelto a ese (cabo) Gómez, el que mató a mi hijo, siendo que no debía hacerlo, por cierto… Pero lo más terrible fue lo que vino después. Cuando alguien dio la orden, ya ante el asesinato, de que ‘plantaran’ un arma y alguien la ‘plantó; y uno dijo que mintieran y uno mintió; y después mintió otro y otro y otro más. Y así, varios mintieron para ocultar y desviar la causa. Esa cadena de encubrimiento es terrible”, afirma.

La joven madre recuerda como daga aquellas horas nefastas en que, junto a su familia, buscaba y exigía respuestas en la Policía. Respuestas que –resalta– nadie les daba.

La madre de Blas quiere, reclama, exige justicia de la Justicia.

“Espero que paguen los que realmente tienen que pagar. Y que paguen en serio, pero todos. No que caiga el loquito y un par más…”, dice.

Soledad piensa cada una de sus frases. Hace breves silencios, luego arranca y va directo. “Quiero justicia si realmente fueron ellos los que hicieron todo. Pero también quiero que caigan los que tienen que caer. No me voy a quedar conforme si sólo Gómez cae y paga. Acá mataron, encubrieron, mintieron, desviaron, lo hicieron como algo natural. Los responsables de arriba en la Policía y los responsables políticos, ¿no sabían? ¿No son responsables? Son responsables, por acción o por omisión”, responde y enfatiza la mujer.

Mientras Soledad habla, los defensores de los 13 policías analizan los pasos y estrategias a seguir. Muchos van a apelar hasta las últimas consecuencias. Otros dicen que analizan ir a juicio para “aclarar las cosas”.

“No tengo odio, sólo tengo dolor. Pero quiero justicia en serio y justicia con los que haya que hacer justicia”, dice Soledad y calla. Martina no deja de exigirle lógica atención.