La historia de Ashraf, el joven que llegó a Ceuta con un salvavidas de botellas de plástico

“¡Traten de entendernos! No quiero volver (a Marruecos). Me van a golpear”.

El durísimo testimonio -a gritos y entre lágrimas- es de Ashraf Sabir hace una semana.

El joven le suplicaba a un soldado que tuviera piedad mientras que el militar intentaba rescatarlo de la marea pidiéndole que se acercara y asegurándole que no lo iban “a tocar”.

Su imagen en el mar, rodeado de botellas de plástico para mantenerse a flote para cruzar a Ceuta, España, dio la vuelta la mundo.

Con 16 años, Ashraf fue abandonado al nacer, la mujer que lo adoptó murió hace cinco años y fue recogido por una viuda de un barrio mísero de Casablanca.

El chico sólo pedía comprensión a los militares españoles mientras lloraba.

Cuando finalmente salió del agua, el joven intentó huir escalando un muro, pero fue atrapado por un militar. Y, tras ser consolado por los propios soldados, ese mismo día fue devuelto a Marruecos. No pudo ingresar. Era su tercer intento.

Justo dos días antes del intento de Ashraf por llegar a suelo español, acababan de entrar a Ceuta 8.000 migrantes irregulares sin encontrar resistencia por parte de las autoridades. De ellos, entre 2.000 y 3.000 fueron menores de edad, señalan medios españoles.

Una vez devuelto a Casablanca, el joven se reunió con su madre adoptiva, quien no tenía noticias de él desde febrero, cuando Ashraf decidió irse de su casa sin avisar, según relató al diario El País.

La familia vive en el barrio Er Hamna, ubicada en el distrito de Sidi Mumen, uno de los más pobres de la ciudad.

Ashraf vivía con Miluda Gulami, de 46 años, su segunda madre adoptiva y tres hijos de ella. El joven nunca conoció a sus padres biológicos, recuerda El País.

Un tribunal le asignó la tutela a una mujer llamada Rabía, a quien la madre biológica le entregó el chico. En 2016, cuando Ashraf tenía 11 años, Rabía falleció y fue adoptado entonces en Miluda Gulami, quien contó a El País que “lo había amamantado durante 15 días cuando lo adoptó Rabía”, quien era muy amiga de la madre de Milunda, y al ver que el chico había quedado huérfano nuevamente, lo acogió en su casa.

Pero un día en febrero, Ashraf se fue y Miluda no supo más de él. Una de sus hermanas adoptivas contó al diario El Faro de Ceuta que tuvieron noticias de él cuando vieron la fotografía y videos donde se le veía flotando en el mar.

Ashraf intentó llegar a España en tres oportunidades. La primera vez fue un día antes de su conocida detención por militares españoles. El joven contó que llegó hasta la valla, en Ceuta, pero que lo devolvieron a Castillejos. Ese mismo día a la noche lo intentó por segunda vez y consiguió nadar hasta Ceuta, pero lo detuvieron y lo llevaron a un centro de detención y pasó la noche allí.

A la mañana del día siguiente lo liberaron. Relató que le dieron unas galletas y una toalla y lo echaron hacia Castillejos nuevamente. Fue entonces cuando se le ocurrió tomar las botellas de plástico e improvisar una suerte de salvavidas que ató alrededor de su cintura con la esperanza de poder flotar sobre el agua.

“Las tomé para no cansarme nadando. Esta vez, después de que me atraparon, un militar me acompañó caminando hacia la frontera con Marruecos”, contó el joven a El País.

Flotando sobre el agua y en medio de lágrimas, una imagen que generó conmoción y fue publicada por varios medios internacionales, Ashraf clamaba comprensión.