“Las exportaciones nada tienen que ver con la inflación”

El lunes pasado, por la mañana, la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (Cacec) eligió a su nuevo presidente: Miguel Zonnaras. Y pasaron sólo algunas horas para que el empresario, presidente de Georgalos y socio de Molinos Sytari SRL, sufriera el primer sacudón de su gestión: entrando a la noche, el Gobierno nacional anunció el cierre de las exportaciones de carne.

La medida ha generado en la última semana mucha polémica. La reacción no solo llegó desde el agro, sino también de entidades de diversos sectores. Entre ellas, expresó su posición la Federación de Cámaras de Comercio Exterior de la República Argentina (Fecacera), también presidida por Zonnaras.

“Esta decisión restringe seriamente el normal desarrollo del comercio internacional y del sector frigorífico en particular, actividades de largo plazo al igual que la ganadería, en la que medidas de corto plazo como las anunciadas impactan nocivamente”, señaló la entidad.

En diálogo con La Voz, el joven ejecutivo profundizó en estos conceptos y cuestionó que se relacionara las exportaciones con la inflación cuando “nada tienen que ver”.

–Qué debut en la Cacec. Apenas unas horas y el anuncio de una medida restrictiva contra el comercio exterior…

–Son los baños de realidad que te da la Argentina: asumís algo y a la tarde ya hay una medida contraria a lo que uno pregona. Es una bienvenida muy propia de este país.

–¿Qué opinión tiene sobre esta resolución?

–Estamos poco contentos, por decirlo de alguna manera. Sin entrar específicamente al tema de la carne en sí, en general es lo opuesto a lo que pregonamos. Se repiten recetas que fracasaron no sólo en nuestro país, sino en cualquier otro lugar donde se quisieron instrumentar. Las exportaciones nada tienen que ver con la inflación. La solución de fondo no son estas medidas sectoriales. La inflación es un flagelo que se debe atacar como corresponde. Si se quieren copiar modelos para frenar la inflación de otros países que la han sufrido, hay muchos ejemplos. Pero la solución no es atacar a un sector.

–¿Los daños van más allá de la cadena cárnica?

–El problema es que, en todo lo que es comercio exterior, se requiere de largo plazo para tomar decisiones. Por eso cualquier medida de corto plazo no va en el sentido de lo que una empresa exportadora necesita. Además, hay que recordar que la exportación es la única fuente genuina de divisas: si no queremos tener más problemas con el FMI o volatilidad cambiaria, la única solución es exportando más.

–¿No hay riesgo de un traslado de los precios en dólares a la inflación y a una pérdida de poder adquisitivo?

–Todo lo contrario. Las exportaciones son una fuente fundamental de desarrollo, porque, al generarse divisas, se levantan los potenciales ingresos de la economía. Si vamos a lo más básico, que es el salario, cuando uno moviliza muchas divisas puede darse el lujo de pagar sueldos mucho mejores. Además, una variable clave para contener la inflación es el valor de la moneda, y lo que genera solidez en una moneda es contar con un superávit comercial alto.

–¿Qué es lo que no se comprende, entonces, en este conflicto?

–Si uno lo quiere expresar en términos más domésticos, cuando hay un producto que el mundo demanda y uno produce, es una muy buena noticia. La mala sería que el mundo no quiera lo que hacemos. Sólo hay que organizarse mejor para potenciar esa oportunidad y eso significa probar recetas que en otros lados han funcionado muy bien. Básicamente, potenciar la oferta. La clave es hacer más goles, no tener los 11 metidos dentro del arco.

–¿Cómo se logra eso?

–Incentivando a todos los eslabones de la cadena de valor de un bien. En el caso de la carne, créditos blandos a productores que se dedican a la cría, para que inviertan en tecnología y en genética, e incrementen la preñez y la parición. Para la recría, aumentar la oferta de pasturas. Lo mismo con el engorde a corral, los frigoríficos y la logística. Y, en todos los eslabones, revisar la estructura fiscal para que sea progresiva y no regresiva.

–¿Cómo hace un empresario para poder pensar en ese largo plazo que necesita el comercio exterior con permanentes turbulencias en la coyuntura?

–En principio, si no te gusta lo que hace, no sobrevive. Es ser masoquista. Y uno como empresario aprende a domar la coyuntura, pero siempre tiene la cabeza a mediano o largo plazo, porque, cuando lleva adelante organizaciones, no se puede vivir al día.

–En ese mediano y largo plazo, ¿cuáles son sus objetivos de gestión en Cacec?

–La cámara tiene diseñado un plan y la idea es continuarlo, fortaleciendo la estructura operativa con el fin de alcanzar los desafíos cada vez más grandes que vamos planteando. Uno es consolidar el centro de servicios: un parque industrial, depósito fiscal y terminal portuaria interior en el que queremos que cualquier empresa de Córdoba que quiera exportar tenga la infraestructura de servicios disponible para colocar productos donde quiera. Otro es seguir mejorando el Instituto Superior de Comercio Exterior (Isce), aggiornándolo a la demanda académica del mundo de hoy y mañana, para formar mejores profesionales y que sea una plataforma de capacitación puertas adentro para las empresas. También profundizar el trabajo de la comisión operativa, que es el espacio en el que importadores y exportadores vuelcan sus problemas y a partir del cual podemos elevar reclamos y propuestas a las autoridades; y fortalecer el impulso a grupos asociativos.

–¿Córdoba tiene mucho espacio para seguir creciendo en exportaciones?

–En el comercio exterior está nuestra gran plataforma de desarrollo y agregado de valor. El desafío es que la materia gris que se genera acá se quede con nosotros y dé sus frutos a nivel local. Cuando uno lee “el argentino que desarrolló tal cosa en tal país”, el que ganó dinero con esa cabeza pensando no es el lugar que la formó. Hay que revertir eso.