Carne para hoy, hambre para mañana

Han pasado 15 años y los importadores alemanes aún les recuerdan a los frigoríficos argentinos los problemas de abastecimiento que tuvieron en vísperas del Mundial de Fútbol de 2006. Fue cuando, en marzo de ese año, el Gobierno nacional decidió suspender los envíos de carne al exterior.

Los industriales también tienen presente los inconvenientes que les generó esa medida, que además de un perjuicio económico inmediato les provocó un daño en la credibilidad que aún está vigente.

El ingreso a la primavera europea significa para esta época un aumento en el consumo de carne en ese mercado y una mejora en los precios, algo que la carne argentina no podrá disfrutar al menos por los próximos 30 días. La historia vuelve a repetirse.

Ni hablar de China, hacia donde en los últimos dos años van ocho de cada 10 kilos que se exportan, en su gran mayoría provenientes de las categorías de vacas que –vaya paradoja– no se consumen en el mercado interno.

La recuperación que mostró la cadena nacional de ganados y carnes en el comercio exterior en los últimos cinco años amenaza, una vez más, con chocarse contra una pared.

Mientras algunos eslabones se preguntan por qué se insiste en la intervención comercial cuando ha dado probadas muestras de su fracaso, otros aseguran que el Gobierno es consciente de sus consecuencias. La búsqueda de aire en el corto plazo, de cara a las próximas elecciones, hace que la política prime por sobre la economía.

Querer corregir el alza de precios que exhibe la carne con una oferta adicional de 50 mil toneladas (que es lo que se exporta en un mes) es subestimar el problema inflacionario.

A juzgar por los hechos, el programa de precios que el Ministerio de Desarrollo Productivo impuso hace menos de 15 días a los frigoríficos exportadores, para vender el kilo de costilla a 359 pesos a cambio de que siguieran exportando, no fue suficiente. A una obligación se le sumó una prohibición.

Como no había sucedido en anteriores disputas entre el agro y el Gobierno, este cepo a la exportación de carne se ganó las críticas de todo el establishment productivo nacional. Hasta la Unión Industrial Argentina (UIA) se pronunció en contra de la medida; durante la reunión que la cúpula mantuvo el martes, vía Zoom, con las delegaciones provinciales, la Unión Industrial de Córdoba tuvo a su cargo, a través de un representante de la industria frigorífica, el análisis del impacto de la medida.

Oportunidad ajena

Por lo pronto, los frigoríficos exportadores deberán hacerse cargo del costo que significa no exportar durante un mes. Para un establecimiento que tiene 500 empleados y faena 6.000 animales por mes, la erogación sólo en personal (sueldos y cargas patronales) y en capital de trabajo (la compra de la hacienda) representa 300 millones de pesos.

Varios ya comunicaron a sus importadores que van a tener que conseguirse proveedores ocasionales, al menos por los próximos 30 días.

Un frigorífico con exportaciones a Chile le sugirió a uno de sus habituales compradores en el país trasandino abastecerse desde Paraguay, donde los precios ya aumentaron 500 dólares la tonelada, aprovechando la ausencia argentina.

Por lo bajo, los competidores en el mercado internacional no dudan en afirmar que lo mejor que les puede pasar para sus intereses comerciales es que en el país siga gobernando el kirchnerismo.