Daniel Zovatto: Hay un potencial voto castigo a los oficialismos

Las elecciones que hoy se celebran en Ecuador (segunda vuelta), Perú (presidencial) y Bolivia (en cuatro departamentos) tienen la particularidad de un contexto marcado por la fuerte crisis que desató la pandemia en la región, tanto en lo sanitario como en el aspecto económico.

Votar en un marco tan singular obligó a los especialistas a repensar los parámetros para analizar los comportamientos electorales.

Más allá de que aumenta la virtualidad y baja el nivel de presencialidad en los procesos, para el politólogo Daniel Zovatto la realidad viene mostrando que es posible organizar elecciones con integridad electoral, sin que se disparen masivamente los contagios y garantizando buenos niveles de participación.

Desde que se desató la pandemia –apunta el experto– se votó en 113 países, mientras que 78 gobiernos decidieron postergar sus comicios.

–¿Qué relación puede establecer entre los resultados de las elecciones que sí se realizaron y la pandemia?

–En América Latina hubo tres preguntas que se hicieron los países en este marco de pandemia: ¿Es posible organizar elecciones con niveles de integridad electoral? ¿Es posible conciliar la salud de la gente con la salud de la democracia? y ¿es posible organizar elecciones que, si bien tienen integridad electoral y no generan un pico agudo de contagios, garanticen un buen nivel de participación electoral? Y la respuesta en todas las elecciones que se hicieron el año pasado (en República Dominicana, en Bolivia, el referéndum en Chile, las municipales en Uruguay y las locales en México) hubo buenos y aceptables niveles de integridad electoral y ninguna de ellas generó como consecuencia inmediata un pico agudo de contagios. Además, en casi todas estas elecciones, los niveles de participación se mantuvieron dentro de la media histórica, e incluso en algunos casos aumentaron, salvo en el caso de Dominicana que fue la primera elección latinoamericana en pandemia y en donde el nivel de participación cayó el 14 por ciento. La única excepción es la elección venezolana, en la cual no hubo integridad y no tenemos datos de contagios. Allí la participación electoral fue muy baja, pero no por el Covid, sino por el virus autoritario con el que se realizaron esas elecciones.

–Si miramos quiénes ganaron las elecciones ¿hubo más castigos a oficialismos o reconocimiento por su gestión de la pandemia?

–Tanto en República Dominicana como en Bolivia perdió el oficialismo en primera vuelta y de manera clara. En el caso de las que se realizaron este año, se vio un voto castigo fuerte en Ecuador; en las legislativas de El Salvador se impuso el oficialismo, mientras que en las regionales de Bolivia, a sólo seis meses del triunfo del MAS, de los nueve departamentos en juego, sólo ganó en tres. Es decir, que hay un potencial voto castigo a oficialismos, pero hay que ir con cautela. Por otro lado, no basta que el oficialismo esté debilitado, sino también de la capacidad que tenga la oposición para articularse y presentarse como verdadera alternativa. Estamos viendo muchas veces que las oposiciones van muy fragmentadas.

–El componente de la pandemia es insoslayable.

–Es un tema con varias lecturas. Una es si los países tienen capacidad o no de hacer elecciones. Y la tendencia predominante en América Latina ha sido que si bien en una primera etapa se pospusieron, todas ellas se terminaron llevando adelante y con buenos niveles de integridad electoral (salvo Venezuela). Segundo, la pandemia tuvo un efecto disruptivo en la manera de hacer las campañas electorales y ese es un elemento muy importante que hay que tener en cuenta. Las campañas puerta a puerta, cara a cara, darse la mano, los mitines y la presencia física fueron cediendo a campañas mucho más virtualizadas. Y eso claramente tiene efectos porque no todos los partidos y no todos los liderazgos tienen la capacidad de adaptarse de la misma manera a esta nueva manera de hacer campaña. Y por otro lado tiene efecto porque no todos los sectores socioeconómicos, etarios o de género pueden conectarse y participar de la misma manera como en las campañas tradicionales. Tercero, el nivel de participación electoral. Cuantitativamente, a veces no hay cambio, pero cualitativamente sí, porque hay sectores que por distintas razones dejan de votar (miedo a contagios, etcétera) y por ende los votos cambian de dirección. El otro ítem es el intento de oficialismos de mantener la fecha aun cuando haya razones para posponerla por motivos sanitarios. Lo hacen por su buen manejo de la pandemia, de la vacunación y porque piensan que esto los puede beneficiar. Y están aquellos con baja popularidad que pretenden ganar tiempo para estar en mejor posición. Mantener o posponer fechas tiene lecturas políticas.

–¿Qué se puede aprender a futuro en materia electoral?

–El aprendizaje mayor que hubo hasta ahora es la innovación acelerada que hemos visto en los organismos electorales para poder seguir organizando elecciones en contexto de pandemia. Un mayor uso de tecnología y de herramientas virtuales han sido muy importantes. Un ejemplo son las capacitaciones, que antes eran presenciales y ahora se hicieron de forma virtual o híbrida. También hubo innovaciones con la jornada electoral: mayor cantidad horas, de centros de votación, de mesas y en algunos casos como Chile se desdoblaron elecciones en dos días, además de fomentarse el voto anticipado, por correo o electrónico.

–¿La tecnología aumenta la transparencia?

–No necesariamente. Creo que las campañas pueden llegar a ser manipuladas desde lo virtual o tecnológico de la misma manera que con las tradicionales. Lo que sí vemos es una contaminación informativa, fake news. En poblaciones donde hay grieta cuesta muchísimo establecer un debate donde haya mentes abiertas. Casi todo el mundo genera estas burbujas en las cuales leés aquellas noticias que te confirman lo que vos ya sabés o lo que ya creés y tendés a rechazar aquellas voces que no se condicen con tus creencias. O sea hay aspectos positivos, mayor horizontalidad en algunos casos y participación son herramientas importantes para el debate, pero tienen riesgos muy importantes.

Ecuador. En medio de un nuevo rebote en la pandemia, más de 13 millones de ecuatorianos están convocados a votar en el balotaje entre el correísta Andrés Arauz y el conservador Guillermo Lasso, aspirantes a suceder a Lenín Moreno.

Perú. Tras una fuerte crisis institucional y en medio de una gran fragmentación, en Perú se elige presidente, dos vicepresidentes, los 130 miembros del Congreso unicameral y cinco diputados al Parlamento Andino.

Bolivia. Los departamentos de La Paz, Chuquisaca, Pando y Tarija tendrán hoy la segunda vuelta para elegir a sus gobernadores, en elecciones que servirán para terminar de configurar el poder regional del MAS y de la oposición.

Daniel Zovatto, politólogo. (AP)