La cadena cordobesa de 13 sucursales que nació de un cajón de pollitos

En un cajón con 50 pollitos BB comenzó la historia de esta cadena. Corría 1992 y Antonio “Cuqui” Mauri llegó a su casa familiar con las aves, decidido a empezar, junto con su mujer y sus hijos, un nuevo negocio. El emprendimiento debía reemplazar como sustento familiar al puesto de verduras en el Mercado de Abasto que había dejado de funcionar.  

“Puso los pollitos en el patio y nos dijo: ‘Chicos, vamos a criar pollos’. No sabíamos nada, pero empezamos”, relata Roger, hijo de Antonio y hoy al frente de la cadena de pollerías Reina Alba junto con su hermano Iván.   

Con su formato cuidado y con variedad de productos, el negocio se adelantó al boom avícola, tan visible hoy en el comercio minorista de Córdoba y en muchas otras ciudades. 

Reina Alba es una cadena de 13 locales (seis propios y siete franquicias) con planta propia de producción que mueve unos 25 mil kilos mensuales de pollo y que, además, comercializa muchos otros productos.  


Por lo que cuenta, arrancó de chico en este negocio… 

–Sí, tenía 14 años cuando mi papá llegó con los pollitos. Toda mi familia se puso a trabajar con él. Para mis hermanos y para mí, era hasta un juego, imaginate, con las aves en casa. Con los años, con mi hermano Iván fuimos tomando más la posta y nos fuimos capacitando.  


Reina Alba se hizo un nombre asociado al pollo de “calidad”. ¿Eso estaba desde el inicio?   

–Sí, mi papá es un tipo con el primario completo, pero muy visionario y trabajador. Desde aquel día en que aún no sabíamos nada de la actividad, nos dijo que para competir con el resto íbamos a lograr el mejor pollo de Córdoba. Y esa apuesta a la calidad siempre se mantuvo.  


Pero no fueron Reina Alba desde el inicio, ¿o sí?  

–No, lo primero que hicimos fue un negocio de venta de pollo por mayor, y algo menor con reparto a domicilio. Fuimos creciendo y llegamos a vender a una gran cartera de clientes: carnicerías, pollerías, restaurantes, hoteles. En un momento, proveíamos a Renault para su comedor y a la cadena Il Gato. Recién en 2002, buscando repuntar las ventas luego de la crisis de 2001, decidimos abrir el primer local comercial.  


¿Cómo se les ocurrió el nombre Reina Alba?  

–De arranque, quisimos hacer todo distinto y bien; para eso buscamos un arquitecto que nos diseñara un lindo local y una agencia para desarrollar la marca. Ahí tomamos más la posta con mi hermano. Así salió el nombre, no queríamos algo trillado. Nunca llamamos ‘pollería’ a nuestros locales, siempre les dijimos ‘las reinas’.  


Levantaron la vara al nicho… 

–Innovamos mucho porque por entonces las pollerías tenían cero diseño, y hasta feo olor y mal aspecto en muchos casos; además de muy poca variedad de productos. El primer local fue en O’Higgins 3039 y aún lo tenemos. Desarrollamos un formato que no existía con muchas novedades: albóndigas de pollo, arrollados, salchichas, brochets, hamburguesas, etcétera.  


Es cierto, no mucho tiempo atrás todo eso que hoy nos llena el freezer no se conseguía… 

–Fuimos precursores de varios productos, como los arrollados de pollo en formato tipo matambre relleno y en varios sabores; en bife y en milanesa de pata y muslo. Tampoco se veían chorizos ni salchichas de pollo.  


¿Ustedes elaboran todos los productos? 

–Sí, tenemos una planta camino a San Carlos donde hacemos todos los productos de pollo, que siguen siendo 70 por ciento de la oferta en los locales. El otro 30 son productos complementarios que hemos ido sumando y que compramos a terceros: pastas, pizzas, bebidas, salsas, leña, carbón y productos de almacén. El año pasado, incorporamos carne envasada al vacío de vaca, de cerdo y de cordero, que funciona muy bien. Y en algunos locales vendemos mariscos y pescados. Además de congelados ya preparados.  

–Volviendo al pollo, ¿de dónde se abastecen? 

–El mayor desarrollo nacional está en Entre Ríos y en Buenos Aires, pero Córdoba también tiene mucha producción. Hay más galpones (donde se engordan los pollos) que peladeros (donde se lo faena), pero se encuentra una buena estructura entre ambos. Además, el pollo fresco tiene una aptitud bromatológica de tres días máximo, entonces todo lo que en general se compra acá es de producción local. Distinto son los productos enfriados o congelados, que pueden venir de otras provincias. Nosotros cuidamos mucho la calidad, trabajamos con un sólo peladero local que cumple nuestros requerimientos. Y además hacemos nuestra propia selección de materia prima sobre lo que compramos.  


¿Cuánto de esa calidad artesanal del arranque se logra mantener al crecer? 

–El sistema cambia, es inevitable, pero seguimos anteponiendo la calidad. Hacemos control y seguimiento de proveedores, no agregamos ningún elemento al pollo (agua, conservantes), compramos insumos de calidad y renovamos el stock todos los días. Lo que se vende, en general, es fabricado en el día.  


¿Es difícil mantener eso en esta ‘guerra de pollerías’? 

–Es cierto que es notorio el crecimiento de locales de este rubro y también la venta de pollo en otros, como verdulerías, almacenes y carnicerías, que en muchos casos les dedican un 30 por ciento de sus exhibidores. Nuestra calidad nos hace tener ciertos precios que están en el promedio. Yo veo algunas ofertas que son imposibles, que están por debajo de nuestros costos en planta a veces, son irracionales y algo raro esconden. Con los alimentos eso es delicado.  


Igual parece que hay mercado para todos… 

–El año pasado fue difícil justamente por la gran competencia que hay, además de toda la situación económica. Alguna franquicia cerró, pero este año tenemos expectativas de abrir nuevas. Empezamos con el modelo en 2012, por el propio interés de la gente que nos pedía abrir un Reina Alba. La meta es esa y seguir creciendo en la venta digital que activamos el año pasado.  


¿Qué inversión mínima demanda una franquicia? 

–Depende del tamaño y de cuánto haya que trabajar el local, pero estimo que desde 1,2 millones de pesos.  


Cuando empezaron, ¿el pollo era tan barato en relación con la carne de vaca?

–Era más barato, pero un kilo de pollo equivalía aproximadamente a uno de pulpa. Hoy, el de pollo vale un 30 por ciento del otro. En general, sus aumentos siguen la evolución del precio de la carne, pero siempre por abajo; a distancia. 


Eso explica mucho cómo se nos metió en la dieta…. 

–Totalmente. El año pasado, por primera vez en la historia, el consumo de pollo per capita igualó al de carne en Argentina; sigue una tendencia mundial irreversible por las características de ambas industrias. La producción de pollo es mucho más escalable y menos contaminante. Además, es un producto rico, versátil, fácil de preparar y sano.  


También tiene sus detractores o quienes señalan que en la producción intensiva se afecta mucho la calidad… 

–Se dice desde hace muchos años que se le inyectan hormonas al pollo, y es un mito. En realidad, se han hecho estudios genéticos para mejorar la raza, para aprender cómo manejar la alimentación y cada detalle del hábitat para que el animal gane kilos en menos tiempo. En definitiva, se aplicó mucha tecnología a su sistema de cría.  


¿El pollo orgánico es imposible en Córdoba?  

–No conozco que exista en Córdoba. Es un desarrollo muy difícil porque involucra todo el proceso del animal, en especial la forma en que se alimenta, porque requiere de una certificación orgánica. El producto debería ser cuatro o cinco veces más caro al menos que el promedio, y no hay mercado o es muy pequeño aún. Otra cosa es el desarrollo agroecológico, que sigue ciertas pautas, que es algo más sustentable desde lo económico.  

30 años de trabajo

Dedicaron los Mauri a su negocio. 

Nombre. Roger Mauri (43 años). 

Hijos. Amalia (9), Julia (8) y Joaquina (4). 


Hobby
. “Fútbol en todas sus aristas: desde jugarlo hasta mirarlo y opinar”.  

Cargo. Gerente comercial de Reina Alba, la empresa de su familia. Trabaja con su hermano Iván, a cargo del área productiva.  

Locales. Son 13 sucursales, seis propias y siete franquicias. En Córdoba capital y una en Villa Allende.  

Producción. Fabrican todos los productos a base de pollo en una planta ubicada en Camino a San Carlos. La cadena mueve unos 25 mil kilos mensuales promedio.  

Empleados. 25 (total).

Contacto. info@reinaalba.com.ar; web http://reinaalba.com.ar/.

“Empezamos vendiendo el pollo entero y hoy ofrecemos numerosos productos elaborados con su carne, que requieren cada vez menos pasos para consumirse. Eso busca la gente y por ahí seguiremos creciendo.” (La Voz/Ramiro Pereyra)
“En octubre lanzamos nuestra tienda digital, con entregas en locales y a domicilio. La meta para este año es subir todos los productos en catálogo y seguir creciendo”. (La Voz/Ramiro Pereyra)
Roger Mauri. Junto con su hermano Iván, llevan adelante el negocio familiar. (La Voz/Ramiro Pereyra)
“Empezamos vendiendo el pollo entero y hoy ofrecemos numerosos productos elaborados con su carne y que requieren cada vez menos pasos para consumirse. Eso busca la gente, y por ahí seguiremos creciendo”. (La Voz/Ramiro Pereyra)
“En octubre lanzamos nuestra tienda digital, con entregas en locales y a domicilio. La meta para este año es subir todos los productos en catálogo y seguir creciendo”. (La Voz/Ramiro Pereyra)