Racing de Nueva Italia avanza con su pretemporada mientras define las últimas piezas del plantel que afrontará el 2026 en la Primera Nacional. Ya cerró cuatro refuerzos —Ignacio Valsangiácomo, Emanuel Díaz, Gaspar Íñiguez y Marcio Gómez—, pero aún quedan asuntos importantes por resolver. Uno de ellos, quizá el más sensible para el hincha, es el futuro de Leandro Fernández.
Porque Fernández no es un jugador más. Es, sin exagerar, uno de los símbolos de esta era en la Academia. Capitán en varias etapas, voz de mando adentro y afuera, y ejemplo de esos que la gente reconoce sin necesidad de cartel: a puro esfuerzo, sin estridencias y siempre dejando todo.
En un equipo que atravesó ascensos, tropiezos, alegrías y dolores, Leandro estuvo ahí. Con buenas y malas —como todos—, pero siempre bancando la parada.
Por eso su continuidad no es un detalle. El DT Pablo Fornasari ya expresó su deseo de seguir contándolo: lo considera una pieza importante por su polifuncionalidad y por lo que representa en el vestuario. Y el jugador también quiere quedarse. Pero hay un punto que hoy no permite asegurar al ciento por ciento su continuidad: Racing aún no le acercó una propuesta formal. No hubo números sobre la mesa y, sin eso, el futuro es un interrogante.
Fernández, nacido el 23 de enero de 1995 en Almafuerte, llegó a Nueva Italia desde Belgrano sin ser hijo de la casa, pero construyó ahí su lugar en el mundo. La peleó desde abajo, desde el fútbol amateur, y en estos casi tres años acompañó el crecimiento del club: del Regional Amateur a la Primera Nacional. A fuerza de zurda, oficio y adaptación, se ganó un espacio como lateral, volante y hasta como mediapunta cuando el equipo lo necesitó.
La historia de Racing en este último tiempo no se entiende sin su nombre. Tampoco la identidad de un plantel que encontró en él constancia, compromiso y la cuota de sacrificio que se valora en Nueva Italia. Por eso su renovación es más que un trámite administrativo: es una señal de continuidad, de pertenencia, de respeto por quienes fueron parte del camino.
Ahora la pelota la tiene la dirigencia. El jugador quiere seguir, el técnico lo quiere y la dirigencia también. Falta lo que falta en el fútbol de siempre: hablar de plata.
Y mientras Racing suma caras nuevas, el símbolo espera. Porque hay futbolistas que se reemplazan y otros que no conviene dejarlos ir por la puerta chica. Y para muchos en la Academia, Leandro Fernández pertenece, sin dudas, al segundo grupo.
Racing de Nueva Italia avanza con su pretemporada mientras define las últimas piezas del plantel que afrontará el 2026 en la Primera Nacional. Ya cerró cuatro refuerzos —Ignacio Valsangiácomo, Emanuel Díaz, Gaspar Íñiguez y Marcio Gómez—, pero aún quedan asuntos importantes por resolver. Uno de ellos, quizá el más sensible para el hincha, es el futuro de Leandro Fernández.Porque Fernández no es un jugador más. Es, sin exagerar, uno de los símbolos de esta era en la Academia. Capitán en varias etapas, voz de mando adentro y afuera, y ejemplo de esos que la gente reconoce sin necesidad de cartel: a puro esfuerzo, sin estridencias y siempre dejando todo. En un equipo que atravesó ascensos, tropiezos, alegrías y dolores, Leandro estuvo ahí. Con buenas y malas —como todos—, pero siempre bancando la parada.Por eso su continuidad no es un detalle. El DT Pablo Fornasari ya expresó su deseo de seguir contándolo: lo considera una pieza importante por su polifuncionalidad y por lo que representa en el vestuario. Y el jugador también quiere quedarse. Pero hay un punto que hoy no permite asegurar al ciento por ciento su continuidad: Racing aún no le acercó una propuesta formal. No hubo números sobre la mesa y, sin eso, el futuro es un interrogante.Fernández, nacido el 23 de enero de 1995 en Almafuerte, llegó a Nueva Italia desde Belgrano sin ser hijo de la casa, pero construyó ahí su lugar en el mundo. La peleó desde abajo, desde el fútbol amateur, y en estos casi tres años acompañó el crecimiento del club: del Regional Amateur a la Primera Nacional. A fuerza de zurda, oficio y adaptación, se ganó un espacio como lateral, volante y hasta como mediapunta cuando el equipo lo necesitó.La historia de Racing en este último tiempo no se entiende sin su nombre. Tampoco la identidad de un plantel que encontró en él constancia, compromiso y la cuota de sacrificio que se valora en Nueva Italia. Por eso su renovación es más que un trámite administrativo: es una señal de continuidad, de pertenencia, de respeto por quienes fueron parte del camino.Ahora la pelota la tiene la dirigencia. El jugador quiere seguir, el técnico lo quiere y la dirigencia también. Falta lo que falta en el fútbol de siempre: hablar de plata.Y mientras Racing suma caras nuevas, el símbolo espera. Porque hay futbolistas que se reemplazan y otros que no conviene dejarlos ir por la puerta chica. Y para muchos en la Academia, Leandro Fernández pertenece, sin dudas, al segundo grupo.
La Voz
