¿Es cierto que hay adolescentes y jóvenes que escuchan rock? La pregunta puede sonar capciosa en estos términos, pero tiene mucho que ver con la convocatoria del grupo Airbag, un verdadero caso de estudio. El viernes comenzó en la cancha de Vélez la serie de tres shows que el grupo de los hermanos Sardelli (Gastón, Patricio y Guido) agendaron en la cancha del barrio de Liniers para este fin de semana, y demostraron que, como fenómeno masivo, todavía no alcanzaron su cúspide. Basta recordar que el año pasado hicieron solo una función en ese estadio.
Ver a ese público joven y adolescente que en la previa aplaudía y coreaba temas de ZZ Top, Led Zeppelin, Creedence Clearwater Revival o un clásico de Steve Wonder daba cuenta de que toda regla tiene su excepción. Qué el rock no sea ya (y desde hace mucho tiempo) estandarte juvenil, no significa que no haya jóvenes que lo escuchen y adhieran a sus preceptos. Simplemente les gusta el estilo de música, más allá de las modas.
El rock sigue sonando, por supuesto, pero esos próceres vivos de más de setenta que lo interpretan tienen un público de su edad, que está lejos de la juventud. En ese sentido, la respuesta a Airbag fue una declaración de devoción y también de vindicación de un estilo. De hecho, esta función del viernes fue la última que se agregó y, sin embargo, lejos de parecer un bis, quizá sin cubrir totalmente el aforo, terminó siendo un estadio colmado.
Airbag tiene un gesto extemporáneo si se mira y se escucha el show de la cabeza a los pies. Es decir, desde esa calavera gigantesca que domina la estructura del escenario, allí en lo alto, hasta la banda que suena abajo. La calavera es, de algún modo, un ícono del rock metalero que según como se vea, sufre de cierto anacronismo. En una banda con 25 años de historia (y que toca rock) no es algo fuera de lugar, aun cuando sus músicos tienen entre 36 y 42 años.
Con todo ese bagaje y con ese viento de cola que traen desde hace unos años, apenas unos minutos pasadas las 21.20 los hermanos Sardelli salieron a la cancha, para el primero de estos tres recitales. “Anarquía en Buenos Aires”, “Jinetes cromados” y “Perdido” fue la tríada con la que puso a punto sus motores, en los primeros minutos, y planto una noticia, en las pantallas: “Marzo 2025, nuevo álbum. El club de la pelea”, se podía leer. Detrás explotaban fuegos artificiales mientras los músicos saludaban en el proscenio.
Esa manera de comenzar un show, por lo que habitualmente sería el final (efusivo y pirotécnico) es un gesto que habla de la banda; hacer la suya, más allá de las convenciones. Y las convenciones actuales no indican que la tendencia o la moda sea un rock tan clásico como el que Airbag genera.
Del sonido noventoso de Bon Jovi y de los Guns a la pared de Marshall que respaldaba a los músicos para una estética más clásica, o desde las habilidades de Pato con sus solos de guitarra a las imágenes maradonianas de la pantalla central, el show fue timoneado a través de dos docenas de temas y casi tres horas.
Hubo canciones que hablaron de amores. Hubo ascensos hiteros (“Noches de insomnio”, “Cicatrices” ” Cuchillos guantanamera”); hubo baladas del estilo de “Nunca lo olvides” y “Diez días después”, con Guido al piano, o la crudeza al estilo AC/DC, de “Huracán”. Hubo versiones de “Ella usó mi cabeza como un revólver”, de Soda Stereo, y, luego, el clásico popularizado por Creedence “Have You Ever Seen The Rain?”.
También sonó un coro bien repartido entre voces de hombres y mujeres, porque Airbag convoca a chicos y chicas casi por igual. Aunque las mayores notas las dieron las chicas que estaban más cerca del escenario. Hubo algunas que, subidas a los hombros de sus parejas o amigos, decidieron soltar sus prendas íntimas. Un poco de topless y rocanrol, en el último tramo del show. Casi como un festival de la década del sesenta, que el director de cámaras ponchaba fugazmente. Las yapas, a dos horas y media del inicio, llegaron con una versión pop del tango “Volver”, “Por mil noches”, y postales que fueron de Vicente López y Planes a Piazzolla, y de “Kalashnikov” a “Solo aquí”.
En síntesis: Los Airbag hicieron un show en Vélez, el último año, y este diciembre están haciendo tres funciones, una tendencia que parece la contra tendencia del mercado de la música, ese que va hacia los géneros urbanos, de manera unívoca. Mientras tanto, lo clásico saca a relucir su valor. El rock ya no como emblema de juventud, sino como gesto de una tradición (aunque en una época estuviera en la vereda de en frente de la tradición). Dos horas de música, de rock, muy clásico, en una cancha llena. Este viernes el trío de los hermanos Sardelli jugaron la primera de esas tres fechas consecutivas con las que cerrarán el año. Quizá esto se explique con una frase de Pato, durante una entrevista reciente con LA NACION: “Nosotros siempre en nuestro caminito al costado del mundo y haciendo lo que nos gusta. No nos importan mucho las tendencias y las modas. Creo que hay cosas que están buenísimas que sucedieron en estos años, pero nosotros siempre aguantando en la trinchera, tocando. No tengo dudas que hay un gran semillero de músicos, pero nosotros siempre tratamos de ser nosotros mismos y disfrutar del día a día con mucho rock y mucha rebeldía”.
El grupo de los hermanos Sardelli comenzó la serie de conciertos para cerrar su gira de 2025MúsicaLA NACION