Más de una década tuvo que pasar para que Paola Bernal publicara un nuevo disco de estudio. El último registro había sido Pájaro rojo (2011), ese gran álbum en el que se cristalizó magistralmente la dupla creativa que formó junto a Titi Rivarola, fallecido un par de años después.
En el medio, muy lejos de la quietud o la comodidad, la cantora (y de un tiempo a esta parte también compositora) coscoína se reprodujo en diferentes proyectos y estuvo atravesada por decisiones de vida que lógicamente la condicionaron a la hora de encarar una grabación: por un lado, fue madre de Simón y Sara, por lo que la música como cuestión laboral y de subsistencia también comenzó a ocupar un lugar central. Por el otro, su compromiso innegociable con ciertas causas urgentes y necesarias, la alejó de espacios de privilegio. Coherencia que le llaman.
Agua de Flores, tal el nombre, se editó finalmente a fines de noviembre tras un largo proceso que comenzó hace casi cinco años, con muchas idas y vueltas, que a la luz del producto final, terminaron enriqueciendo ese sonido y concepto. “Fue un largo recorrido orgánico y natural al tiempo que íbamos viviendo. Por fortuna, a los pocos días de haberlo lanzado, pudimos hacer una presentación con músicas y músicos maravillosos que acompañaron todo ese proceso que tuvo distintas instancias, pero siempre con el mismo equipo”, introduce Bernal con el sonido de fondo de un set de filmación.
Es que por estos agitados días de enero, la artista transita una vivencia muy movilizante: está acompañando a su hijo Simón (9) en su primera experiencia como actor. El niño es el protagonista de Una casa con dos perros, la ópera prima del director Matías Ferreyra y con producción de Inés Barrionuevo.
Cómo y con quienes
La historia de Agua de Flores, por su parte, comenzó en 2018 y tiene que ver con su hija más chica, Sara, a quien se puede ver en el video que compila imágenes de la grabación. Aunque varias de esas canciones ya venían sonando en el repertorio de Bernal, la aparición del formoseño Lucas Caballero en la producción fue importante para darle una vuelta de rosca al sonido de esas ideas.
“Había que darle una forma a este ritual que venía sucediendo pero con la libertad que siempre iba teniendo. Para plasmarlo tuvimos que producirlo bien con este equipo integrado por Lucas Caballero (luego se radicó en México) y luego continuamos con Joel Costas y sumamos a Franco Di Pietro, quien fue un aliado fundamental para poder darle al disco su cuerpo final”, explica Paola.
Luego suma: “Con Lucas nos conocíamos por Guauchos, por Titi y la peña (El Sol del Sur, que encabezó por muchos años). Habíamos compartido mucho y eso nos dio también una mirada de lo que uno hace musicalmente. Me pareció muy acorde su inclusión, aun cuando no fue una decisión muy tomada sino como hechos que se fueron dando. Siempre con la tutela cercana de lo que construimos con Titi, claramente. Eso también siempre sigue siendo como una guía, nunca deja de estar su presencia”.
-¿Cómo resumirías todo este transcurso de tiempo hasta llegar a este concepto que agrupa estas seis canciones? ¿Sentís una especie de objetivo cumplido después de tanto tiempo esperando soltarlo?
-Estas seis canciones son para mí evocar el ritual, el encontrarse y hacer la música como siempre, pero pudiendo anclarlo en la producción, poniendo en práctica los distintos recorridos. Es un disco claramente guiado por otras energías, por un mundo paralelo. Alguien me iba tirando mucha data y así iba sucediendo con todo: con la grabación, el estudio, la producción, la gráfica, con los seres que se iban cruzando. Todo fue sucediendo de una manera casi mágica. Eso me provoca mucha emoción. De alguna manera es cerrar un ciclo de apertura a otras cosas.
Agua de Flores es un álbum con muchos matices, en el que prevalece un sonido potente con guitarras eléctricas y hasta bases en la que aparecen algunas máquinas (Las señales, De mi corazón). Con todos estos elementos y la voz inconfundible de Bernal, se confirma este concepto de la música de raíz folklórica pero tocada y grabada con los sonidos del aquí y ahora.
“La elección de las canciones tiene que ver con agrupar las obras propias que fui escribiendo en los últimos años, en encuentros con diferentes personas. Por ejemplo Doble vía es una canción que tenía un estribillo y los primeros versos y junto a Belén Ghioldi, mi sobrina, con quien compartimos el arte y el proyecto hace muchos años, le dimos una forma final. Brilla el monte, por su parte, es un canto de mucha necesidad para compartir un cambio de deseo, de invocación para las marchas o movidas en las que tenemos que estar. Ahí está la magia de Jenny (Nager) y de Sara, mi hija”, describe.
Cosa de todos (o todxs) fue el nombre que alguna vez utilizó para nombrar el espectáculo que compartía con Costas, Ghioldi y el también bailarín Chiqui La Rosa. El tema con ese nombre “es un encuentro con esa poesía hermosa de Armando Tejeda Gómez que dio pie para ponerle música”, explica.
Para completar, enumera: “Las señales es una canción que hicimos con Mery Murúa en los tiempos de pandemia, de esos momentos de más silencio pero también de algunas prácticas que armamos mutuamente con las y los que están cerca. Fue una construcción con mi mundo cercano, como De mí corazón que hicimos con Joel. Mientras que Agua de Flores surgió a partir de un encuentro con Vivi Pozzebón. Fue la primera canción que después le dio el cauce al disco y en la que participa Juli Rivarola con un potente recitado”.
-Para muchos/as artistas sos una especie de faro como luchadora del arte que se encolumna en las causas que cree justas y también se suma a otros proyectos colectivos. ¿En qué momento de tu camino artístico sentís que estás hoy?
-Hay algunas elecciones que vengo tomando de donde estar en la lucha, con quién y cómo compartir la música. Es un permanente desafío y aprendizaje que forma parte de mi camino con las canciones, con mis clases. “El agua viene del monte, paren las topadoras, no al desmonte”, justo estoy leyendo eso en la calle mientras hablamos, toda una señal. El compromiso con ciertos movimientos es algo orgánico pero también nos pone siempre con la mirada atenta. El mundo cambia rápidamente como dijo Violeta (Parra). La mejor forma de saber donde cantar es escuchando al corazón que te muestra con quiénes, bajo qué cielo y en qué territorios brindar mi arte. Y ahí sucede la música. Ese es mi presente, acompañando este disco y habitando otros proyectos como la Post Peña, La Ira de Atahualpa, el ciclo En qué andamos. Es el modo de seguir creciendo con la gente que uno quiere: sino es generando situaciones verdaderas de encuentro nos cuesta mucho más.
Paola Bernal en vivo
La cantora coscoína llamativamente no está programada en esta edición del Festival de Cosquín. Presenta el disco Agua de Flores junto a Diego Bravo, Joel Costas y Pampi Torre este sábado 21 en La Casualidad (San Javier) y el sábado 28 en el Patio de la Piry (Cosquín). Además, estarán con el proyecto de la Post Peña que comparte con Mery Murúa, Juan Iñaki, Juan Murúa y Mono Banegas de invitado este viernes 20 en Eirú (Santa Rosa de Calamuchita) y el miércoles 25 en el Patio de la Piry.
Más de una década tuvo que pasar para que Paola Bernal publicara un nuevo disco de estudio. El último registro había sido Pájaro rojo (2011), ese gran álbum en el que se cristalizó magistralmente la dupla creativa que formó junto a Titi Rivarola, fallecido un par de años después.En el medio, muy lejos de la quietud o la comodidad, la cantora (y de un tiempo a esta parte también compositora) coscoína se reprodujo en diferentes proyectos y estuvo atravesada por decisiones de vida que lógicamente la condicionaron a la hora de encarar una grabación: por un lado, fue madre de Simón y Sara, por lo que la música como cuestión laboral y de subsistencia también comenzó a ocupar un lugar central. Por el otro, su compromiso innegociable con ciertas causas urgentes y necesarias, la alejó de espacios de privilegio. Coherencia que le llaman.Agua de Flores, tal el nombre, se editó finalmente a fines de noviembre tras un largo proceso que comenzó hace casi cinco años, con muchas idas y vueltas, que a la luz del producto final, terminaron enriqueciendo ese sonido y concepto. “Fue un largo recorrido orgánico y natural al tiempo que íbamos viviendo. Por fortuna, a los pocos días de haberlo lanzado, pudimos hacer una presentación con músicas y músicos maravillosos que acompañaron todo ese proceso que tuvo distintas instancias, pero siempre con el mismo equipo”, introduce Bernal con el sonido de fondo de un set de filmación.Es que por estos agitados días de enero, la artista transita una vivencia muy movilizante: está acompañando a su hijo Simón (9) en su primera experiencia como actor. El niño es el protagonista de Una casa con dos perros, la ópera prima del director Matías Ferreyra y con producción de Inés Barrionuevo.Cómo y con quienesLa historia de Agua de Flores, por su parte, comenzó en 2018 y tiene que ver con su hija más chica, Sara, a quien se puede ver en el video que compila imágenes de la grabación. Aunque varias de esas canciones ya venían sonando en el repertorio de Bernal, la aparición del formoseño Lucas Caballero en la producción fue importante para darle una vuelta de rosca al sonido de esas ideas.“Había que darle una forma a este ritual que venía sucediendo pero con la libertad que siempre iba teniendo. Para plasmarlo tuvimos que producirlo bien con este equipo integrado por Lucas Caballero (luego se radicó en México) y luego continuamos con Joel Costas y sumamos a Franco Di Pietro, quien fue un aliado fundamental para poder darle al disco su cuerpo final”, explica Paola.Luego suma: “Con Lucas nos conocíamos por Guauchos, por Titi y la peña (El Sol del Sur, que encabezó por muchos años). Habíamos compartido mucho y eso nos dio también una mirada de lo que uno hace musicalmente. Me pareció muy acorde su inclusión, aun cuando no fue una decisión muy tomada sino como hechos que se fueron dando. Siempre con la tutela cercana de lo que construimos con Titi, claramente. Eso también siempre sigue siendo como una guía, nunca deja de estar su presencia”.-¿Cómo resumirías todo este transcurso de tiempo hasta llegar a este concepto que agrupa estas seis canciones? ¿Sentís una especie de objetivo cumplido después de tanto tiempo esperando soltarlo?-Estas seis canciones son para mí evocar el ritual, el encontrarse y hacer la música como siempre, pero pudiendo anclarlo en la producción, poniendo en práctica los distintos recorridos. Es un disco claramente guiado por otras energías, por un mundo paralelo. Alguien me iba tirando mucha data y así iba sucediendo con todo: con la grabación, el estudio, la producción, la gráfica, con los seres que se iban cruzando. Todo fue sucediendo de una manera casi mágica. Eso me provoca mucha emoción. De alguna manera es cerrar un ciclo de apertura a otras cosas.Agua de Flores es un álbum con muchos matices, en el que prevalece un sonido potente con guitarras eléctricas y hasta bases en la que aparecen algunas máquinas (Las señales, De mi corazón). Con todos estos elementos y la voz inconfundible de Bernal, se confirma este concepto de la música de raíz folklórica pero tocada y grabada con los sonidos del aquí y ahora.“La elección de las canciones tiene que ver con agrupar las obras propias que fui escribiendo en los últimos años, en encuentros con diferentes personas. Por ejemplo Doble vía es una canción que tenía un estribillo y los primeros versos y junto a Belén Ghioldi, mi sobrina, con quien compartimos el arte y el proyecto hace muchos años, le dimos una forma final. Brilla el monte, por su parte, es un canto de mucha necesidad para compartir un cambio de deseo, de invocación para las marchas o movidas en las que tenemos que estar. Ahí está la magia de Jenny (Nager) y de Sara, mi hija”, describe.Cosa de todos (o todxs) fue el nombre que alguna vez utilizó para nombrar el espectáculo que compartía con Costas, Ghioldi y el también bailarín Chiqui La Rosa. El tema con ese nombre “es un encuentro con esa poesía hermosa de Armando Tejeda Gómez que dio pie para ponerle música”, explica.Para completar, enumera: “Las señales es una canción que hicimos con Mery Murúa en los tiempos de pandemia, de esos momentos de más silencio pero también de algunas prácticas que armamos mutuamente con las y los que están cerca. Fue una construcción con mi mundo cercano, como De mí corazón que hicimos con Joel. Mientras que Agua de Flores surgió a partir de un encuentro con Vivi Pozzebón. Fue la primera canción que después le dio el cauce al disco y en la que participa Juli Rivarola con un potente recitado”.-Para muchos/as artistas sos una especie de faro como luchadora del arte que se encolumna en las causas que cree justas y también se suma a otros proyectos colectivos. ¿En qué momento de tu camino artístico sentís que estás hoy?-Hay algunas elecciones que vengo tomando de donde estar en la lucha, con quién y cómo compartir la música. Es un permanente desafío y aprendizaje que forma parte de mi camino con las canciones, con mis clases. “El agua viene del monte, paren las topadoras, no al desmonte”, justo estoy leyendo eso en la calle mientras hablamos, toda una señal. El compromiso con ciertos movimientos es algo orgánico pero también nos pone siempre con la mirada atenta. El mundo cambia rápidamente como dijo Violeta (Parra). La mejor forma de saber donde cantar es escuchando al corazón que te muestra con quiénes, bajo qué cielo y en qué territorios brindar mi arte. Y ahí sucede la música. Ese es mi presente, acompañando este disco y habitando otros proyectos como la Post Peña, La Ira de Atahualpa, el ciclo En qué andamos. Es el modo de seguir creciendo con la gente que uno quiere: sino es generando situaciones verdaderas de encuentro nos cuesta mucho más.Paola Bernal en vivoLa cantora coscoína llamativamente no está programada en esta edición del Festival de Cosquín. Presenta el disco Agua de Flores junto a Diego Bravo, Joel Costas y Pampi Torre este sábado 21 en La Casualidad (San Javier) y el sábado 28 en el Patio de la Piry (Cosquín). Además, estarán con el proyecto de la Post Peña que comparte con Mery Murúa, Juan Iñaki, Juan Murúa y Mono Banegas de invitado este viernes 20 en Eirú (Santa Rosa de Calamuchita) y el miércoles 25 en el Patio de la Piry.La Voz