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Talleres, en medio de turbulencias inesperadas en La Plata

Talleres sufrió anoche en el Bosque platense una dura derrota contra Gimnasia 3 a 0, de esas que de haber sucedido promediando el torneo y no en su comienzo, hubiera traído consecuencias indeseadas. Una caída que, por otra parte, pareció acorde a un día que vino mal parido para la “T” desde que se supo que Diego Valoyes no viajó por haberse contagiado el Covid-19 y la polémica mediática que precedió el partido por la decisión de Alexander Medina de reemplazar en el arco a Guido Herrera e incluir desde el vamos a Marcos Díaz.

Había un clima enrarecido, turbulento, infrecuente en la calma habitual que se respira en Talleres, donde todo parece previsible y sin margen para demasiadas sorpresas. Tanto que el equipo pareció contagiarse de ese contexto, a la luz de lo poco que mostró en el partido.

Todo pareció extraño. En la primera que tuvo Gimnasia le marcó el primer gol, a los cuatro minutos, tras un córner de Miranda que ningún defensor atinó a despejar y que Weigandt, entrando solo y libre de marcas, mandó a la red.

Talleres pareció sentir el golpe y salió en búsqueda de la igualdad, que pudo haber conseguido con un frentazo de Tenaglia a los 6 y otro cabezazo de Hincapié que Guiffrey rechazó al lado de un palo. Pero ya se veía que no estaría en su día: nadie podía controlar las trepadas de Carbonero por derecha, perdía en casi todas las pelotas paradas en contra, Fragapane se activaba y desactivaba con la misma facilidad, Soñora no encontraba la pelota y Auzqui comenzaba a demostrar, como después  sucedió con Guilherme Parede, que tendrían la pólvora mojada.

Así, con argumentos rudimentarios, con sólo cerrarse y plantearle un cerrojo defensivo tradicionalmente típico del Lobo, y saliendo de contra, Gimnasia puso en aprietos permanente al Albiazul y pudo marcar el segundo antes del cierre del primer tiempo. No sucedió porque Marcos Díaz salvó su arco a los 27 tras un remate en el palo que recogió Ramírez  y porque Carbonero no estuvo acertado al momento de tomar la mejor decisión para definir.

La “T” se fue al descanso perdiendo, pero sólo por un gol. Si corregía algunas cuestiones, estaba en partido y en condiciones de empatarlo.

Pero Auzqui la tiró afuera con todo el arco rival para definir y con un par de compañeros libres para convertir,  a los 2, y a los 8 y a los 9, se lo perdieron sucesivamente Parede y, otra vez, Auzqui, quien se cayó en el área cuando iba a concretar.

Muchas situaciones perdidas para que Gimnasia no se lo facturara. Vino el segundo, a los 20 minutos de penal, en una jugada viciada de nulidad porque la imagen televisiva demostró claramente que la falta de Fragapane sobre Weigandt fue afuera del área, pero el árbitro Delfino, con el primer golpe de ojo, entendió lo contrario.

Aleman ejecutó y Talleres se salió definitivamente del partido. “Fraga” se fue expulsado innecesariamente por protestar, Delfino lo amonestó a Marcos Díaz por el mismo motivo y todo se descarriló.

Los nervios de adentro se trasladaron afuera, al entrenador de la “T”, quien también fue amonestado.

Descontrolado adentro y fuera del campo de juego, Talleres estaba al borde del gancho de nocaut, que llegó una vez que Auzqui volviera a perderse el descuento: a los 41, tras una gran jugada colectiva que nació de una contra de Carbonero, que siguió en Miranda, su ruta para Aleman y el centro para el frentazo de gol de Barrios.

Después vino la expulsión del descontrolado Enzo Díaz y ocho minutos de descuento insufrible, en los que los jugadores albiazules sólo querían que Delfino pitara el final.

Para que concluyera una noche extraña, que terminó tan mal como había comenzado el día.

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