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“Pechito” López, como el ave fénix: “Me gusta salir y sentirme incómodo para seguir buscando y reinventándome”

“Soy una persona que me he reinventado. Cuando llegué a un lugar, siempre traté de buscar otros objetivos; y siento que eso es lo que me hizo seguir creciendo. Cuando estuve en Argentina y estaba en buenos equipos, ganaba, era popular y podía vivir de eso, pero de alguna manera busqué volver a Europa. Y me fui prácticamente sin nada: dejé todo lo de acá, vendí todo y me fui a probar suerte de nuevo. Y ahí arranqué de cero. Y cuando llegué a ganar tres campeonatos en el WTCC (Mundial de Autos de Turismo), y podría haber seguido ganando cosas, yo sentía que había llegado a un techo y busqué un objetivo más grande que era estar en Le Mans… y así siempre; más allá de que no fue fácil. Soy así: no me gusta estar en la zona de confort. Me gusta salir y sentirme incómodo para seguir buscando y reinventándome”.

Sus propias palabras definen a José María López tanto como esa ave fénix que tiene tatuada en su espalda; o como ese trofeo que ostenta desde el domingo, cuando se convirtió en el segundo argentino en ganar las 24 Horas de Le Mans 67 años después de que José Froilán González marcara el primer hito.

Entre sus conceptos, el piloto riotercerense también se reconoce “un poco terco, de no bajar nunca los brazos y buscar siempre salir adelante”. Advierte que “esos momentos duros” que vivió cuando con 14 años se fue a vivir solo a Europa en busca de un sueño, lo “forjaron mucho como deportista y persona”.

Y algo tiene muy en claro: “Si tuviera que hacerlo de nuevo, haría todo de la misma manera”.

“Lo he hablado mucho con mi viejo sobre todo, que es mi gran pilar y el que me ha dado fuerza siempre, y llegamos siempre a la misma conclusión: si miro mi carrera, no me puedo quejar de nada. Porque si bien no logré mi objetivo primario que era llegar a la Fórmula Uno, encontré fuera de la F1 otras cosas, como disfrutar de lo que hago. Encontré objetivos iguales o mayores que a lo mejor no hubiera logrado estando en la F1. Porque quizá llegaba a un equipo chico y nunca iba a tener un resultado; iba a pasar desapercibido. En cambio, por afuera siento que encontré cosas que me dieron títulos muy importantes, campeonatos del mundo, ganar Le Mans… Y por más que hubo cosas que no salieron como esperaba, no cambiaría nada. Hasta ahora ha sido muy linda mi carrera y me ha dado muchas cosas”, reconoce el cordobés, quien es el cuarto piloto del planeta en coronarse campeón en dos categorías diferentes.

Sus conquistas ecuménicas llegaron después de haber sufrido el duro golpe de verse afuera de la Fórmula Uno en 2010, incluso cuando tenía un contrato firmado para ser parte del equipo estadounidense US F1 Team. Pero todo fue una estafa.

Mal trago. El sueño de

Sufrió, se cayó y se levantó.

“Pechito” ganó el Campeonato Mundial de Autos de Turismo (WTCC) en 2014, 2015 y 2016 y el año pasado alcanzó la cima en el Mundial de Resistencia (WEC), esa categoría que lo sedujo por su exigencia y por tener en su calendario a las míticas 24 Horas de Le Mans.

“Ganar Le Mans es lo que siempre busqué. Es la frutilla de la torta de mi carrera deportiva. Ganar una de las carreras más importantes del mundo es lo máximo que alguien puede anhelar”, reconoce el cordobés, quien este martes volvió a Argentina después de 10 meses sin ver a su familia.

Está “prácticamente sin dormir”, pero a su lado descansa el trofeo que ganó junto a Kamui Kobayashi y Mike Conway a bordo del Toyota N°7 del Gazzo Racing, y confiesa que cuando lo piensa “el cuerpo se revoluciona”. “Lo pienso y no lo puedo creer. Es un sueño cumplido, lo máximo que tenía como meta en estos últimos años y alcanzarlo es increíble. Con todo lo que significa Le Mans, como la carrera más importante y más dura del mundo; el hecho que hayan pasado tantos años desde que ganó Froilán (González) y ser el segundo argentino… hay muchas cosas que poniéndolas juntas hacen que el momento sea más lindo aún. Cualquier deportista sueña con vivir algo así”, asegura.

–¿Cómo se canaliza tanta emoción, sumado al regreso a casa, sabiendo que en 10 días ya tenés que afrontar otra carrera en los 200 kilómetros de Buenos Aires?

–Mi carrera y todo lo que he vivido me ha enseñado a afrontar las cosas. Los deportistas de alto rendimiento estamos acostumbrados a dar vuelta de página rápido y poner la cabeza en otro objetivo. Necesitás objetivos. Obviamente a esto lo voy a disfrutar por mucho tiempo. Cuando esté en la carrera en Buenos Aires voy a hacer las cosas bien, como siempre, pero esto va a quedar conmigo para el resto de mi vida. Es como ganar una medalla olímpica, ganar Wimbledon o el Dakar. Son cosas que quedan para siempre en uno.

–¿Ya tenés otros objetivos?

–Me tengo que poner a pensar. Siento que es lo máximo que quería alcanzar. Ahora tendré que trabajar en qué es lo que sigue. Esto es lo máximo y lo que yo quería. Ahora queda disfrutar y seguir haciendo lo que me gusta por la mayor cantidad de tiempo posible, sobre todo a este nivel de exigencia que es bastante alto. Tengo batería y siento que sigo creciendo y mejorando. Después veremos.

Deportista de alma

De niño, al pequeño José María había que ayudarlo a gastar “tanta energía”. Lo “mandaron” a básquet (“¡Y mido 1.74 metros!”), rugby y tenis. “Pero terminé con el karting capaz como descarte porque con los otros era malo. Pero la verdad es que la primera vez que me subí anduve, me salió fácil desde el inicio”, recuerda.

A los 38 años y con una carrera llena de logros, “Pechito” asegura: “Soy un deportista de alma”.

Encontró en el ciclismo un complemento perfecto para su labor como piloto y además lo “ayuda mucho a desconectar”. “Lo hago por horas. Aunque a veces estoy en la bici y digo ‘qué hago acá sufriendo’, pero es un poco el alma de un deportista”, reconoce.

Para el automovilismo, la bici le sirve “para estar fino con el peso y no dar ventaja con dos compañeros súper livianos”; también por “la resistencia, porque después de una hora sentado en una butaca de fibra de carbono los dolores aparecen y con la bici aprendés a controlar el sufrimiento y el desgaste físico”; además de “cosas técnicas como una frecuencia cardiaca muy parecida” entre el auto y la bici, “y la falta de contacto y de impacto…”.

El riotercerense asume que siempre fue “muy dedicado y muy trabajador”. “Yo pongo mucho trabajo previo a algo”, avisa. Y eso también se lo enseñó el deporte. Por eso, afirma: “El día de mañana, si tengo hijos, les voy a fomentar que hagan deporte, porque el deporte te enseña, te da principios, disciplina, dedicación, constancia, te enseña lo que es el sacrificio, y te lo da a cortas edades. Y eso es lo que me pasó a mí, lo que me inculcó mi familia”.