Nuestro comentario de “El arte de ser adulto”: marcado a fuego
El desplazamiento periférico y la recreación biográfica alimentan la reinvención de Judd Apatow, artífice longevo de la nueva comedia estadounidense, en El arte de ser adulto.
El comediante Pete Davidson recrea su iniciación con pasado trágico en el rol de Scott Carlin, veinteañero de Staten Island que arrastra la herida por la muerte de su padre bombero cuando él era niño.
Davidson, que perdió a su propio padre cuando prestaba servicio en el 11-S, se adapta a su vez a la estela de jóvenes fumones de Apatow con un personaje hecho a medida: un tatuador con déficit de atención que dejó la universidad y salta por trabajos temporales, tontea en una relación sin compromiso, se junta a pasar el rato con sus amigos slackers y ve Bob Esponja tirado en el sillón.
La película sería un unipersonal predecible de no ser por el universo que rodea a Scott y en el que Apatow cimenta su talento para el conflicto tierno: su madre Margie (Marisa Tomei) empieza a salir con un bombero (Bill Burr) que hace peligrar la comodidad hogareña de Scott con sus cuestionamientos, a la vez que aviva el fantasma heroico paterno.
La brecha intergeneracional –que subraya la dedicación altruista frente al ocio adolescente– se amplía a una Staten Island de techos bajos, locales pequeños y canchas derruidas de básquet y que luce estancada frente a la sombra de su hermana mayor neoyorquina. “Si tenés dinero, ¿para qué vivir en Staten Island?”, se pregunta Scott con ánimo de stand up, mientras asiste a la ilusión de sus amigos de que la ciudad se gentrifique algún día.
El torso tatuado del protagonista es la clave del filme y sus dobleces: puede interpretarse como un cuerpo que fuerza marcas en el vacío al ser incapaz de generar huellas de experiencia; pero también imprime la promesa de un arte colectivo de integración simbólica, una manera de rearmar los pedazos rotos en otro collage.
Apatow trabaja sobre la piel del género con gesto similar, superponiendo personalidades, gags y discusiones con la inquieta concentración de quien forja sentido sobre terreno conocido. Las cuestionadas dos horas que dura la película son parte de la asimilación del trabajo detallado, una sinuosa deriva horizontal en la que caben fiestas, robos, paseos con niños y una imborrable entonación fraterna de One headlight, de Wallflowers. Lejos de una línea recta, crecer implica justamente un trazado a tientas de resultado incierto.
El arte de ser adulto
(”The king of Staten Island, Estados Unidos, Japón, 2020). Guion: Judd Apatow, Pete Davidson y Bill Burr. Dirección: Judd Apatow. Con: Pete Davidson, Marisa Tomei y Bel Powley. Duración: 136 minutos. Plataforma: HBO Max.