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Martín Weber: La fotografía funciona como un pasaporte internacional

Entre 1992 y 2013 Martín Weber recorrió Latinoamérica fotografiando en el camino a sus protagonistas, pidiéndoles que escribieran un deseo en una pequeña pizarra de madera.

Mapa de sueños latinoamericanos es un ensayo documental filmado en Argentina, Perú, Nicaragua, Cuba, Brasil, Colombia, Guatemala y México, basado en el libro homónimo del fotógrafo y director publicado en 2018 por Ediciones Lariviere.

Martín Weber, artista multimedia.

La charla con Martín Weber reconstruye los viajes que el fotógrafo realizó, con un proyecto que se gestó durante dos años. A días del estreno en sala, el director comenta la experiencia que lo llevó por ocho países, por su geografía y sus gentes.

“¡Qué difícil!”, dice Martín cuando se le pide que defina la película. “Me cuesta ver las cosas por separado. Es un gesto integral, desde el primer momento hasta la película, que es el final. Cada etapa suma algo. Lo poético es una línea de trabajo”, comenta.

Weber logró un registro fotográfico en blanco y negro y años después volvió a filmar qué pasó con los protagonistas de las fotos, reencontrándolos o a través del relato de otros.

Con respecto a estas travesías artísticas, señala: “Es importante para mí el proceso en el que forma y contenido se afectan. Me remonto a un momento clave en el secundario. Iba a un colegio cerca de Plaza de Mayo, cuando discutíamos sobre Nicaragua. Tuve la epifanía de que lo que estábamos haciendo era repetir información. Yo no conocía a nadie de manera directa, y las imágenes que venían a mi cabeza en realidad habían sido producidas por norteamericanos y europeos. Ahí se siembra la semilla de querer rescatar testimonios directos”.

Martín se puso a repensar sobre cómo hacer las cosas. Por ejemplo, cómo aparecen los epígrafes de las fotos en los medios de comunicación, en general, colocados lejos y después del momento en que se encuentra el fotógrafo frente a la escena o persona.

“El epígrafe tiende a dirigir cómo se lee esa imagen. Para mí el tema fue cuestionar esa práctica fotográfica. Me inspiraron artistas conceptuales argentinos de los años 1970 como Greco y Minujín, con respecto a acciones, happening y señalamientos. Me interesó generar una acción y revalorizar el momento de encuentro entre dos personas, algo que hoy con la pandemia es fundamental: cómo y cuándo nos encontramos”.

El proceso hasta que aparecieron las primeras imágenes llevó por lo menos dos años de práctica. Surgió la idea de preguntar por un sueño y un deseo que a las personas las llevara a pensar el recorrido de sus vidas hasta ese momento, y desde un presente, proyectado hacia un posible futuro.

Fotograma de

El proyecto llevó 20 años porque el director tuvo que conseguir recursos, becas y subsidios para viajar. Martín hace hincapié en que en ese momento la gente no tenía acceso a las redes sociales, no podía fotografiarse con un teléfono y contar su propia historia.

“Me pareció fundamental poner al servicio de otros un oficio y generar un espacio en el que se pudieran representar y contar. Era ‘empoderar’, una palabra que no se usaba a principios de los años de 1990. En esos 20 años me di cuenta cuánto había cambiado yo y me pregunté cuánto habían cambiado las personas que habían participado, y no solo ellos, sino, sus pueblos, las comunidades, las ciudades y, en definitiva, los países y el continente”.

Por eso Weber decide regresar con una cámara de video que intenta ‘derretir’ las imágenes congeladas en el primer momento.

Cuenta Martín que desde 2010 comenzó a regresar. Fue a Tijuana a ver qué pasó. “El registro de la película va de 2010 a 2017 y se sumaron dos años de edición, un trabajo enorme con la editora Valeria Racioppi que conectó todas las historias”, dice.

De regreso

El director partió de la base de que encontraría a algunas personas y a otras, no. La estrategia fue buscar a alguien que estuviera en la imagen y que pudiera dar testimonio de lo que significaba el sueño de entonces y lo que significaba en ese regreso, o sea, qué había cambiado en el entorno.

Cuando Martín piensa de qué manera se le habilitaron los espacios, dice: “La fotografía funciona como un pasaporte internacional que permite golpear una puerta y explicar el proyecto para hacer un retrato. Es fundamental ser muy sincero en la propuesta. Se abrieron muchas puertas. En otros casos había investigación previa, contacto con ONG, con organismos de Derechos Humanos y periodistas locales. Llegamos a lugares ya conocidos y la sorpresa fue que muchos de ellos tenían la convicción de que yo iba a regresar, cosa que nunca había prometido porque apenas había juntado los recursos para hacer el primer viaje”.

En la película de Martín Weber, los testimonios son sencillos y potentes.

Lo movilizó y gratificó que había intención de recobrar aquel momento compartido y cuánto habían valorizado eso, más que el fetiche final que a veces tenemos de la imagen, el documento. “La añoranza era por el encuentro”, insiste.

Sobre la experiencia de vida que implica el proyecto convertido en su ópera prima, Weber señala: “Mi intención es no hablar por otros. Puedo hablar de mi experiencia, es decir, descubrí la capacidad que tiene la mayoría de las personas de poder tomar una cierta distancia y contar su propia historia, y reflexionar sobre eso. Es impresionante. Es como una invitación a encontrarnos con las historias de primera mano. Y en definitiva, cómo estamos conectados en este tejido, es decir, nuestras realidades son interdependientes, el bienestar o malestar de alguien te termina afectando de alguna manera. Hay historias muy iluminadoras. Encontré la fuerza, la resiliencia, la capacidad de sobreponerse a situaciones muy extremas con la determinación de seguir adelante”.

En la segunda etapa del proyecto, Martín habla de su percepción de los cambios operando en personas y lugares.

“Cambios sigue habiendo. En la vida personal, creo, cuando uno coteja los sueños de niñez y juventud, siempre está la vara con la que uno se mide. Uno planea hacia un lado y la vida te lleva a 180 grados. Ahí está la capacidad de reinventarse y aprender. Hay situaciones durísimas, reflexiones con respecto a los sacrificios hechos en pos de un ideal y que se cuestionan, se ponen en perspectiva”.

A la espera de que se abran los espacios para mostrar la película, considera que el hecho de poder ver Mapa de sueños latinoamericanos por Cine.ar es una forma de que los medios de exhibición se complementen. Todos valen a la hora de buscar y encontrar la audiencia.

Martín Weber tiene un nuevo libro en imprenta, Mario. Saved Calls.

“Tiene que ver con la transferencia generacional, con la experiencia de convertirme en padre y perder el mío. En un momento yo estaba en Nueva York y él en Argentina. Se generaron prácticas que hicimos juntos, en comunicación por Skype. Un día él se despidió de mi hija con un beso y yo levanté la cámara y empecé a fotografiar la pantalla de manera intuitiva. Me di cuenta de que eran los momentos que teníamos y que íbamos a perder. Comencé a grabar en video las conversaciones. Lo hice hasta el final”.

El libro captura esas obras, algunas posteriores al fallecimiento de su padre, como fotografías producidas por otros (foto carné). Martín trabajó, de nuevo, con la idea del tiempo. Incorporó una canción y un dibujito de su hija.

“Vuelvo sobre la idea de la colaboración. El libro está entrando en imprenta (Ediciones Lariviere) justo ahora. Trata de cómo vivimos los afectos a la distancia. Las tecnologías nos permiten acercarnos y, al mismo tiempo, nos confirman de que estamos lejos, que hay algo que nos estamos perdiendo”, concluye Martín.

Para ver

Mapa de sueños latinoamericanos. Documental. Argentina, México, Noruega, EEUU; 91 min, 2020. Calificación AM 13. Escrita y dirigida por Martín Weber. Dirección de fotografía: Emiliano Villanueva AMC , Alejandro Arballo, Rodrigo Sandoval, Ivan Gierasinchuk ADF, Owen Smith, Martín Weber. Edición Valeria Racioppi SAE & Martín Weber. Música: Gustavo Santaolalla. Testimonios: Delia Giovanola, Casimira Quispe, Danilo Rodríguez, Ivanilda da Silva Veloso, Hilda Rodríguez Aguilar, Cristian Castro Sosa, Lidia Cruz, Adriana Romu.

Disponible en Cine.ar