La peor semana del Gobierno: entre el impacto y una indignación que podría superar la grieta
El Gobierno nacional acaba de atravesar una de las semanas más complicadas de su gestión, que terminó con un ministro echado, el de Salud, y un fallo judicial contra el empresario Lázaro Báez que pega muy cerca de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
La respuesta de Alberto Fernández fue puro enojo y ataque a los medios, a los que culpó de inflar la revelación del “vacunatorio VIP”. “Es una payasada”, afirmó el Presidente.
¿Cuán dañado quedó el Gobierno luego de varios días de conmoción? Cuatro especialistas analizan lo sucedido y adelantan un panorama de lo que viene en la política argentina.
La periodista, doctora en Ciencias Sociales y activista cívica en Infociudadana Adriana Amado cree que la muerte de Menem, y el regreso de la década del ’90, le dio un marco especial que dio inicio a una semana larga de complicaciones para el Gobierno.
“En realidad, la semana empezó con el fallecimiento de Menem. Eso nos llevó a otros eventos y personajes que teníamos como desdibujados. Esa semana llena de testimonios, de amigos, de recuerdos de los ’90… La sociedad estaba encuadrada en ese recuerdo y, de pronto, apareció esta sucesión de hechos (las vacunas VIP, el aniversario de la tragedia de Once, lo de Lázaro). Ahí hay una profundidad que, quizá, no estamos captando. Que nos permite conectar muchos de los sucesos de esta semana con aquellos de atrás”, afirma.
Amado explica que llevar los eventos actuales hacia atrás muestra cuán sistémicos son los hechos que se están viviendo hoy.
“Y cuánto tenemos que ver, un poco, todos. Más allá de que algunos repudiemos más que otros las prácticas. En definitiva, nos muestra que lo que nos pasa está por todos los lados”, amplía.
Para el licenciado Pablo Knopoff, de la consultora Isonomía, el escándalo de las vacunas podría tener la inédita característica de superar la grieta.
“En algún momento de la cuarentena, quizá cuando se dio la pelea por la coparticipación con Buenos Aires, el Gobierno nacional dejó de pensar todas las variables del coronavirus con lógica del ‘consenso’ para pasar a una de ‘grieta’. Allí, más que a perder votos, comenzó a perder la oportunidad de crecer”, afirma.
Knopoff usa la imagen de una pared para graficar la división que vive Argentina. Dice que cuando algo se discute en la “grieta”, aparece la lógica del empate, la de “una derrota de todos”.
“La grieta es una pared muy alta, con dos bandos de los que nadie entra y nadie sale. Lo que hacen casos como este (el de las vacunas) es ponerle más ladrillos a esa pared. Ahora bien, lo que podría hacer que esa pared se rompa es que la narrativa no alcance. ¿Cómo? Cuando se te muere un abuelo, y vos empezás a sentir que la vacuna que podría haberlo salvado se la dieron al primo o al chofer de un político. El problema para el Gobierno se daría si esto que está pasando se decodifica, no desde la matriz de la de ‘la grieta’, sino desde algo distinto, como es la realidad”, asegura.
La socióloga Analía del Franco, dueña de la consultora que lleva su nombre, habla de “indignación” en la población, aunque no cree que lo de las vacunas sea una bisagra para el Gobierno nacional.
“Lo del vacunatorio VIP fue una noticia desconcertante y lo que produjo en la población fue indignación. La gente quedó estupefacta. Ahora bien, hemos medido la reacción de la gente ante la decisión del Gobierno, de correr al número uno de Salud, y fue positiva. La reacción, de alguna manera, fue prudente y con intención de controlar daños”, afirma.
“Políticamente no lo veo como una bisagra entre un antes y un después de esto. Esto siempre y cuando el ritmo de la vacunación, y la vacuna, sigan muy presentes”, agrega Del Franco.
Para el analista y consultor en opinión pública Jorge Giacobbe, en cambio, la lectura debe ser más amplia: Fernández viene cayendo en picada desde mucho antes de las vacunas VIP.
“En marzo de 2019, Alberto había alcanzado un 68% de imagen positiva. Hasta días antes de las ‘vacunas VIP’ había caído a 26,5%. Es decir que cayó 42%. Afirmar que esta es la mayor crisis es, en cierta forma, desconocer que su desgaste ya fue brutal”, le dice a La Voz.
“La pregunta es: ¿cuánto más que 26% puede caer? Sobre todo, a sabiendas de que el público ‘K’, que lo defiende (y a Cristina) ,es bien duro”, agrega.
Giacobbe también lee la “grieta” como un juego de suma cero (“Esta crisis horroriza al que ya estaba horrorizado”, dice), pero advierte sobre el impacto en la porción de gente clave para ganar en las urnas.
“Lo de las vacunas pone en juego (y lastima) al público que el Gobierno querría recuperar para las elecciones”, expresa.
Por último, Giacobbe remarca las consecuencias del autodaño que se hizo la administración de Fernández.
“La pena para el Gobierno es que la vacuna Sputnik había repuntado mucho en aceptación. En noviembre tenían el problema de que traían una vacuna resistida; y cuando la gente se dejó de resistir, apareció lo del vacunatorio”, reflexiona.
Lázaro Baez
Además de las vacunas VIP, la condena a Báez fue otro hecho que marcó el pulso del Gobierno. La noticia, ¿pasará como pasan tantas relacionadas con la corrupción?
“No, no pasará”, responde Amado. “Estamos viviendo otros tiempos. Y esto no es sólo en Argentina. Estamos viviendo un cambio de época muy potente que, como somos protagonistas, no llegamos a percibir”.
En ese sentido, Amado retoma la relación de sucesos, entre la década del ’90, vacunas y Báez.
“Menem se fue sin una condena, pero los sucesos de Once tienen un ministro y varios funcionarios de relevancia presos. Ahí hay un cambio. Y esto es un avance más. Pasa que los avances son lentos. No es que de golpe nos vamos a despertar un día y vamos a ser honestos y transparentes”, sostiene Amado.
En cambio, Knopoff no ve tan claros la relación y su impacto.
“No me queda claro que esto tenga un grado de afectación en el Gobierno porque si lo de Báez caía en una semana sin lo de las vacunas, pasaba por el filtro de la ‘grieta’. Y no pasaba nada. Lo de las vacunas hace que lo veamos con más detalle”, asegura.
Del Franco comparte con Knopoff sus dudas sobre lo de Báez.
“Que haya un castigo y un cierre para aquellos sobre los que la gente opina que hubo corrupción siempre deja un saldo positivo. Genera cierta tranquilidad que no haya total impunidad ante hechos comprobados judicialmente”, responde, pero aclara: “Ahora bien, no diría que una cosa se salda con la otra. Son temas que le interesan a gente totalmente distinta”.
¿Por qué la condena a Báez no mueve la percepción en el votante fiel? “Porque el núcleo duro tiene una estructura de defensa sólida. Cínica en la defensa. Típica de cualquier idealización. Repiten: ‘No es para tanto’ y el ‘Con Macri hubiera sido peor’”, cierra Giacobbe.