“Perdí mi casa y todo lo que tenía adentro”: el doloroso testimonio de una vecina de Capilla del Monte

Con las brasas aún avivadas por el viento, la casa continúa despidiendo humo, y las llamas siguen consumiendo lo que queda en pie. Durante la mañana del viernes todavía se podía ver algunos restos de lo que fue la casa que estaba construyendo una vecina de barrio Valenti, uno de los barrios más perjudicados por el incendio en Capilla del Monte, en el valle de Punilla, en Córdoba.

Tegprem (45) es una vecina a la que el fuego le consumió la casa que aún no estaba terminada. También devoró otra cabaña vecina a la suya y unos 50 vecinos debieron ser evacuados.

La mujer contó a La Voz que las 19 del jueves vio que el fuego se acercaba y alertó a Bomberos. Y a la madrugada del viernes, las llamas bajaron la ladera de la montaña y todo se transformó en un momento dramático para ella y para sus vecinos.

“Desde la tarde veníamos avisando a Defensa Civil y Bomberos. Llamé como 10 veces. Me dijeron que venían, llegaron a las tres de la mañana cuando estaba todo desmadrado. Quizá tuvieron que elegir porque había otros focos”, dijo la mujer.

A pesar de haber regado alrededor de la vivienda, y la guardia que montó durante la noche, tuvo que salir corriendo a las 4 de la mañana. A los gritos despertó a algunos vecinos que dormían para que abandonaran el lugar. Su casa había comenzado a arder.

El fuego estaba pisándole los talones. Antes, por prevención, pudo dejar su auto a unas cuadras para huir en caso de que las llamas se apoderen de esa zona de monte protegido. Ese momento llegó y la dejó sin la casa ecosustentable que estaba aún en construcción. Solo pudo rescatar un libro sagrado, lo demás se convirtió en cenizas.

Mientras se iba veía cómo el fuego la alcanzaba y la devoraba. Las llamas también alcanzaron una cabaña vecina. Ahora, no sabe cómo continuará su vida. Oriunda de Rosario se instaló en ese barrio hace dos años con la intención de convertir su hogar en un templo, un lugar abierto para todos aquellos que quisieran rezar.

“Nos quedamos sin esa casa de encuentro y de rezo con Dios. Las personas venían y estaba siempre abierta. Perdí mi casa y todo lo que estaba adentro”, contó.

Ahora, está viviendo en la casa de una amiga, cerca del barrio Águila Blanca. Sigue sin dormir y en guardia para que el fuego no vuelva a arrebatarle otro hogar.

En Las Gemelas y Águila Blanca

Eliana Mule es una turista de Buenos Aires que hasta el jueves a la tarde estaba alquilando, junto a una amiga, unas cabañas en barrio Las Gemelas, pero el fuego interrumpió la placentera estadía.

A las 14, la llamaron para pedirles que se alejen del lugar porque el fuego estaba acercándose a la zona. Fueron evacuadas por el referente barrial y luego la trasladaron al centro municipal. Y más tarde al hotel Kuntur, donde actualmente están alojadas.

“El municipio nos pagó la estadía la noche de ayer, porque no teníamos dónde dormir. Y hoy (por el viernes) pagamos nosotros porque regresamos mañana a Buenos Aires. Estoy muy gradecida a las personas por la contención”, expresó Mule.

Ella junto a su amiga, llegaron con la idea de conocer el lugar. “Vinimos con un paisaje y nos vamos con otro. Es triste y doloroso ver paisajes hermosos convertidos en cenizas”, dijo la mujer.

Otras de las evacuadas es Daiana Paredes, vecina de barrio Águila Blanca. La mujer contó que abandonar su casa junto a su pareja y sus dos hijos porque la situación estaba bastante complicada.

“Tratamos de quedarnos dentro de la casa, hasta que no aguantamos más. No podíamos respirar por el humo. Desde ayer estamos contenidos en el centro municipal”, relató.

Para ella y su familia es muy triste dejar su vivienda y sus cosas, pero el miedo de que el fuego se acerque y la incertidumbre de no saber qué puede pasar es más fuerte.

“Ahora, estamos más tranquilos porque el incendio no esta cerca de la casa solo hay humo, pero nos dijeron a las 16 se espera una ola de viento fuerte y las llamas pueden dirigirse hacía esa zona. No sabemos si será con más fuerza, por eso no podemos regresar”, narró.

Y agregó: “Hace seis años que vivo en ese barrio y es la primera vez que me toca vivirlo de cerca. Es muy triste, no solo por mi casa sino ver que quemó todo”.

A su vez, Gabriel de la Fuente, presidente del centro vecinal del barrio La Toma, donde viven alrededor de 2.000 vecinos, pero que no tiene evacuados, dijo que desde ayer a las 20.30 alberga a una familia en su cabaña. Y durante toda la madrugada estuvieron muy atentos para saber hacía dónde se dirigía el fuego de acuerdo al viento.

El barrio está ubicado entre el río Calabalumba y avenida Sabattini, que lleva al cerro Uritorco, y el fuego estuvo a unos 200 metros de la planta potabilizador del barrio. Aunque el miedo estaba latente, por suerte el fuego no quemó ninguna vivienda. Solo quedan las cenizas y el humo que inundan todo.

Con las brasas aún avivadas por el viento, la casa continúa despidiendo humo, y las llamas siguen consumiendo lo que queda en pie. Durante la mañana del viernes todavía se podía ver algunos restos de lo que fue la casa que estaba construyendo una vecina de barrio Valenti, uno de los barrios más perjudicados por el incendio en Capilla del Monte, en el valle de Punilla, en Córdoba.
Tegprem (45) es una vecina a la que el fuego le consumió la casa que aún no estaba terminada. También devoró otra cabaña vecina a la suya y unos 50 vecinos debieron ser evacuados.
La mujer contó a La Voz que las 19 del jueves vio que el fuego se acercaba y alertó a Bomberos. Y a la madrugada del viernes, las llamas bajaron la ladera de la montaña y todo se transformó en un momento dramático para ella y para sus vecinos.
“Desde la tarde veníamos avisando a Defensa Civil y Bomberos. Llamé como 10 veces. Me dijeron que venían, llegaron a las tres de la mañana cuando estaba todo desmadrado. Quizá tuvieron que elegir porque había otros focos”, dijo la mujer.
A pesar de haber regado alrededor de la vivienda, y la guardia que montó durante la noche, tuvo que salir corriendo a las 4 de la mañana. A los gritos despertó a algunos vecinos que dormían para que abandonaran el lugar. Su casa había comenzado a arder.
El fuego estaba pisándole los talones. Antes, por prevención, pudo dejar su auto a unas cuadras para huir en caso de que las llamas se apoderen de esa zona de monte protegido. Ese momento llegó y la dejó sin la casa ecosustentable que estaba aún en construcción. Solo pudo rescatar un libro sagrado, lo demás se convirtió en cenizas.
Mientras se iba veía cómo el fuego la alcanzaba y la devoraba. Las llamas también alcanzaron una cabaña vecina. Ahora, no sabe cómo continuará su vida. Oriunda de Rosario se instaló en ese barrio hace dos años con la intención de convertir su hogar en un templo, un lugar abierto para todos aquellos que quisieran rezar.
“Nos quedamos sin esa casa de encuentro y de rezo con Dios. Las personas venían y estaba siempre abierta. Perdí mi casa y todo lo que estaba adentro”, contó.
Ahora, está viviendo en la casa de una amiga, cerca del barrio Águila Blanca. Sigue sin dormir y en guardia para que el fuego no vuelva a arrebatarle otro hogar.
En Las Gemelas y Águila Blanca
Eliana Mule es una turista de Buenos Aires que hasta el jueves a la tarde estaba alquilando, junto a una amiga, unas cabañas en barrio Las Gemelas, pero el fuego interrumpió la placentera estadía.
A las 14, la llamaron para pedirles que se alejen del lugar porque el fuego estaba acercándose a la zona. Fueron evacuadas por el referente barrial y luego la trasladaron al centro municipal. Y más tarde al hotel Kuntur, donde actualmente están alojadas.
“El municipio nos pagó la estadía la noche de ayer, porque no teníamos dónde dormir. Y hoy (por el viernes) pagamos nosotros porque regresamos mañana a Buenos Aires. Estoy muy gradecida a las personas por la contención”, expresó Mule.
Ella junto a su amiga, llegaron con la idea de conocer el lugar. “Vinimos con un paisaje y nos vamos con otro. Es triste y doloroso ver paisajes hermosos convertidos en cenizas”, dijo la mujer.
Otras de las evacuadas es Daiana Paredes, vecina de barrio Águila Blanca. La mujer contó que abandonar su casa junto a su pareja y sus dos hijos porque la situación estaba bastante complicada.
“Tratamos de quedarnos dentro de la casa, hasta que no aguantamos más. No podíamos respirar por el humo. Desde ayer estamos contenidos en el centro municipal”, relató.
Para ella y su familia es muy triste dejar su vivienda y sus cosas, pero el miedo de que el fuego se acerque y la incertidumbre de no saber qué puede pasar es más fuerte.
“Ahora, estamos más tranquilos porque el incendio no esta cerca de la casa solo hay humo, pero nos dijeron a las 16 se espera una ola de viento fuerte y las llamas pueden dirigirse hacía esa zona. No sabemos si será con más fuerza, por eso no podemos regresar”, narró.
Y agregó: “Hace seis años que vivo en ese barrio y es la primera vez que me toca vivirlo de cerca. Es muy triste, no solo por mi casa sino ver que quemó todo”.
A su vez, Gabriel de la Fuente, presidente del centro vecinal del barrio La Toma, donde viven alrededor de 2.000 vecinos, pero que no tiene evacuados, dijo que desde ayer a las 20.30 alberga a una familia en su cabaña. Y durante toda la madrugada estuvieron muy atentos para saber hacía dónde se dirigía el fuego de acuerdo al viento.
El barrio está ubicado entre el río Calabalumba y avenida Sabattini, que lleva al cerro Uritorco, y el fuego estuvo a unos 200 metros de la planta potabilizador del barrio. Aunque el miedo estaba latente, por suerte el fuego no quemó ninguna vivienda. Solo quedan las cenizas y el humo que inundan todo.La Voz

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.