Afganistán: la situación sanitaria está al borde del colapso

La situación sanitaria en Afganistán está al borde del colapso.

El sistema de salud soporta desde hace tiempo una presión formidable relacionada principalmente con las disputas violentas e incesantes que signan la historia de este país asiático del Medio Oriente, enclavado entre montañas y sin salida al mar, de unos 39 millones de habitantes.

No obstante, la alta demanda de servicios médicos habitual se incrementó de manera notable desde que los talibanes intensificaron la lucha armada con el propósito de retornar al poder tras dos décadas de resistencia, cometido que lograron a mediados de agosto, luego del controvertido repliegue militar y político de los Estados Unidos y de sus principales aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan).

“En las últimas semanas, el número de pacientes atendidos aumentó una enormidad. Cada día recibimos a más de 700 en la unidad de emergencia; a veces, a más de 800. El 21 de agosto, por ejemplo, tratamos a 862 personas en esa sala”, le comentó a La Voz un voluntario de Médicos Sin Fronteras (MSF). El trabajador de la salud –contó– llegó el 1° de este mes a Lashkar Gan, ciudad de unos 45 mil habitantes, ubicada a 636 kilómetros al sudoeste de Kabul, la capital afgana.

Allí, MSF presta ayuda médica y humanitaria al hospital provincial Boosdt, policlínico de referencia en la cabecera de la provincia de Helmand.

La organización también coopera con establecimientos sanitarios en otras cinco de las 34 provincias del país.

“Algunos pacientes llegan en condiciones críticas porque tienen que esperar, encerrados en sus casas, el cese de las hostilidades casi constantes”, agregó el interlocutor.

“En estos momentos tenemos unas 300 personas en tratamiento en el hospital; son más los pacientes que las camas disponibles. Hay dos pacientes por cama en la sala de pediatría y muchos esperan demasiado tiempo en el área de emergencias mientras procuramos por todos los medios encontrar espacio”, precisó el profesional de la salud.

“Cada día, entre 80 y 100 personas que evaluamos presentan infecciones lo suficientemente graves como para ser internadas; muchas de las que derivamos regresan al hospital porque las clínicas privadas de la región están cerradas debido a la escasez de personal o de los medicamentos necesarios para afrontar el problema”, pintó el drama con trazos ligeros.

Dar a luz en el infierno

En la ciudad de Khost –a 150 kilómetros al sur de Kabul y de unos 160 mil habitantes–, MSF gestiona una maternidad y apoya a ocho centros integrales de salud en zonas rurales.

“Para aumentar el acceso a la atención médica, tuvimos que ampliar nuestros criterios de admisión dado que aquí, si bien no experimentamos los combates cruentos que se ven en otros lugares, enfrentamos tiempos difíciles: la mayoría de las clínicas privadas están cerradas y el sistema de transporte apenas funciona; por esos y otros motivos, el acceso de las personas a la salud es ahora muy limitado en la región”, explicó otro colaborador de MDF.

“Entre el 15 y el 22 de agosto, este hospital admitió a 402 mujeres embarazadas y recibió a 338 recién nacidos; 33 bebés fueron tratados en la sala de neonatología del hospital”, ilustró con cifras la vorágine laboral.

“La gente se enfrenta a una gran incertidumbre, en especial las mujeres embarazadas. Tratan de ahorrar dinero como sea para hacer frente a los problemas que avizoran. Y dado que MSF ofrece sus servicios de manera gratuita, acuden a esta maternidad para controlarse, para dar a luz y para recibir atenciones de todo tipo”, razonó.

“Solamente el parto en un establecimiento privado tiene un costo de tres mil a cinco mil afganos (unos 35 a 60 dólares), lo que aumenta la presión económica sobre las familias más vulnerables”, explicó.

Por razones de seguridad, MSF pidió a La Voz preservar la identidad de los colaboradores que ofrecieron sus testimonios.

“Las organizaciones locales con las que trabajamos en distintos puntos de Afganistán nos comentan las dificultades con las que se topan a diario para acceder a la atención médica, sobre todo en las comunidades remotas”, apuntó un coordinador de MSF en el convulsionado país asiático.

“En estos momentos, algo que nos preocupa sobremanera es la interrupción en la cadena de suministro de medicamentos esenciales que salvan vidas e insumos médicos en general”, planteó el voluntario.

Escasez de personal y de medicamentos

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó el viernes último que las reservas de material médico en Afganistán se agotarán en pocos días.

“Sólo quedan insumos esenciales para poco tiempo”, señaló el director de Emergencias Sanitarias de la Región del Mediterráneo Oriental del organismo internacional, Rick Brennan, citado por Europa Press.

No obstante, el funcionario celebró que, de los 2.200 establecimientos de salud afganos que vigila la OMS, “97 por ciento siguen abiertos y operativos”.

Brennan explicó que el aeropuerto de Kabul no es una opción en estos momentos para el aprovisionamiento desde el exterior de medicamentos y de insumos necesarios para el funcionamiento del sistema sanitario, por lo que se evalúa como alternativa la pista aérea de Mazar-i-Sharif, localizada al norte del país.

El alto comisionado de la OMS en el área advirtió, además, “que algunas profesionales sanitarias en Afganistán no están asistiendo al trabajo” desde que los talibanes recuperaron el gobierno. Es porque temen represalias de los fundamentalistas islámicos encaramados de nuevo en el poder y una regresión a la situación que imperó de 1996 a 2001, cuando gobernaron el país sin miramientos ni contemplaciones por los derechos de las mujeres y de las niñas.

En ese lapso, cabe recordar, la educación y la mayoría de los empleos fuera del hogar sólo estaban al alcance de los hombres, y las mujeres tenían prohibido circular por las calles y aparecer en público sin la compañía de un varón de su familia y sin cubrirse todo el cuerpo con la burka.