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Brasil, entre el desastre sanitario y una fuerte crisis institucional

Hace meses que Brasil vive en una turbulencia constante.

Al desastre sanitario producto de la pandemia, que se llevó la vida de 313 mil personas con una media semanal de más de 2.600 muertos (casi el cuádruple que a principios de año), se agrega una fuerte crisis institucional, que tiene en jaque al
gobierno de Jair Bolsonaro
.

El martes fue un día frenético. El presidente decidió echar al ministro de Defensa, lo que provocó la salida de los jefes de las tres Fuerzas Armadas.

Por ello, el vicepresidente, general Hamilton Mourao, salió por todos los medios a descartar la posibilidad de un golpe de Estado.

“La chance (de una ruptura institucional) es cero. Pueden designar a quien quieran, no hay ruptura institucional. Las Fuerzas Armadas siempre se van a guiar por la legalidad”, sostuvo el general de reserva y quien desde el inicio de la pandemia no tiene diálogo directo con Bolsonaro.

El vicepresidente dijo que “el foco debe estar en la pandemia”.

El mandatario echó al general retirado Fernando Azevedo e Silva y puso al frente de la cartera de Defensa al general Walter Braga Netto, su anterior jefe de gabinete de ministros.

Los tres jefes de las Fuerzas Armadas dejaron sus cargos ante la salida de Braga Netto, en medio del rechazo a sumarse a las posiciones políticas del presidente como es la oposición a las cuarentenas dictadas por los gobernadores.

En un movimiento todavía no explicado oficialmente y sobre el cual Bolsonaro guarda un absoluto silencio hasta ahora, se anunciaron cambios en seis de los 23 ministerios, lo que supone casi la cuarta parte.

Ola de rumores

La salida de Azevedo e Silva, que no se aclaró si fue por dimisión o destitución, generó una creciente ola de rumores que hablaban de la inminente renuncia de los jefes del Ejército, la Aviación y la Marina, en un gesto de “solidaridad” con el saliente titular de Defensa.

“Esta es una grave crisis militar”, dice João Roberto Martins Filho, un académico de las Fuerzas Armadas en Brasil.

“Es la primera vez desde la redemocratización que esto sucede. Lo que queda por descubrir es qué va a hacer Bolsonaro “, se preguntó en declaraciones realizadas al diario El País.

Bolsonaro deberá reemplazar al almirante Ilques Barbosa Junior, de la Marina; al teniente de brigada Antonio Carlos Moretti, de la Aviación, y al general Eduardo Pujol, del Ejército, con quien había tenido diversas fricciones en los últimos meses.

Discordias

Esas discordias fueron claras el año pasado, en momentos en que activistas de extrema derecha reclamaban una “intervención militar” para “cerrar” el Parlamento y la Corte Suprema, en unos actos que fueron alentados por Bolsonaro, quien no encontró apoyo en el Ejército.

La “sustitución” de los jefes militares es algo inédito en Brasil y ocurre en un Gobierno que, paradójicamente, está presidido por un capitán de la reserva del Ejército en cuyo gabinete casi la mitad de los ministros procede del sector castrense.

Todos esos movimientos se han dado en vísperas del 31 de marzo, un día importante para la ultraderecha, pues en esa fecha, en 1964, ocurrió un golpe de Estado que originó una dictadura que se prolongó durante 21 años y que Bolsonaro enalteció siempre como modelo.

Un frágil equilibrio

En los seis cambios anunciados ayer en su gabinete, el mandatario parece haber buscado un cierto equilibrio entre las fuerzas más extremas que constituyen su base y los conservadores más moderados, que le apoyan con algunas resistencias.

Un cambio significativo fue en la cartera de Exteriores, ocupada hasta ahora por Ernesto Araújo, visto por muchos como un agitador de ultraderecha y que será sustituido por el embajador Carlos Alberto Franco França, un diplomático con poca experiencia pero considerado más moderado y de talante negociador.

Más movimientos

Otro movimiento importante será en el Ministerio de la Secretaría de Gobierno, que pasa a manos de la diputada Flavia Arruda, esposa de un exgobernador de Brasilia destituido y preso en su momento por corrupción y que se ocupará de las relaciones entre el Gobierno y el Parlamento.

Arruda, quien está en su primer cargo electivo, dijo haber sido “sorprendida” con su nombramiento y apuntó que “se lo debe” a Arthur Lira, presidente de la Cámara de Diputados y quien lidera los grupos que presionan por una mayor moderación frente a las posiciones más extremas del Gobierno del líder de la ultraderecha.

Asimismo, ha sido considerada clave la sustitución del ministro de Justicia, André Mendonça, quien volverá a la Abogacía General de la Unión y cederá su puesto al comisario policial Ánderson Gustavo Torres, alineado con las ideas del mandatario y muy próximo a dos de sus hijos, el senador Flavio y el diputado Eduardo Bolsonaro.

Tanto Flavio como Eduardo Bolsonaro también son policías y son investigados en la Justicia, uno por presunta corrupción y otro por la difusión de noticias falsas y la promoción de “actos antidemocráticos”.

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