Adiós a Héctor “Perro” Emaides, un auténtico agitador cultural
En las primeras horas de este lunes murió Héctor “Perro” Emaides, reconocido disquero y productor de espectáculos de Córdoba.
Propietario de Mussnak y fundador del Nuevo Rock Argentino y de Cosquín Rock, tenía 66 años.
De acuerdo a lo informado a VOS por familiares cercanos, el fallecimiento de Emaides se produjo por el agravamiento de una neumonía.
“A mi vida la pienso en, máximo, una semana. La semana que viene me voy a pescar con un amigo. Así me gusta ver la vida”, le había contestado el “Perro” a VOS en una entrevista de 2016.
La noticia impactó fuerte en el ámbito cultural de Córdoba en general y en el rockero en particular, en los que este cordobés de barrio Cofico se convirtió en un insoslayable. En alguien que corporizó como pocos la figura de “agitador cultural”.
Es que Emaides usó a Mussnak no sólo como espacio de propagación de cultura rock, sino como una plataforma para impulsar movidas alternativas.
Éstas podían ir del impulso de grupos emergentes (Los Enviados del Señor, Seno de Beta, Astroboy, Mousse, El Final de los Árboles, Praxis, Inés O’ Connor, Hammer y Rastrojero Diesel, entre otros) al financiamiento de fanzines y el respaldo explícito de artistas y poetas (Vicente Luy y Verbonautas).
Tras probar suerte en Abogacía e Ingeniería electrónica, el “Perro” fundó Mussnak en junio de 1979, en un local especialmente acondicionado en la galería Santo Domingo.
Él soñaba con una librería, pero diferentes circunstancias familiares y su amor por el rock progresivo lo llevaron por la opción de una disquería, sin imaginar que entre bateas de incunables iba a encontrar el sentido de su vida.
Pasados dos años en la Santo Domingo, su negocio se institucionalizó como reducto de una fauna melómana ávida. “El primer disco que vendí en la disquería fue a un arquitecto, Luis Santillán: Chunga’s Revenge, de Frank Zappa. Eso marcó lo que iba a ser mi vida”, reforzó Emaides a la revista La Central.
“Y esos 50 tarados me hacían traerles cosas más rebuscadas de las que yo ya tenía. Caían los artistas, estudiantes de la Escuela Provincial de Bellas Artes, los músicos de la Sinfónica de Córdoba… Esos eran mis clientes”, revisó en ese mismo diálogo.
“Un día dijeron que querían colgar cuadros y se convirtió medio en una galería de arte –señaló-. Caían las bandas que querían ensayar, me preguntaban si conocía a algún baterista… Me volvieron tan loco que armé un libro donde anotaba todos los músicos que iban a mi negocio, qué instrumento tocaban, qué música les gustaba… Y armaba bandas”.
La resistencia de los curas y una suba del alquiler hicieron que Mussnak se mudara a otras galerías céntricas hasta establecerse definitivamente en la Libertad, ubicada en General Paz 70.
Allí germinó el mito de la disquería, con un trato personalizado de Emaides en combustión con otro de sus primeros clientes, Gustavo Bornancini, convertido en empleado fiel.
La figura de Bornancini, la del comprador compulsivo que luego atiende a la nueva camada de consumidores, luego se repetiría con Fabián Zurlo, Marcelo Gómez, Sergio Mino, Eddie Cazón, Enzo Gigli, Martín Arrechea, Franco Faraone, Mariano Uro Gutiérrez, Max Braun, Diego Elkin, Karina Mana y Matías Estévez, entre tantos otros.
Entre las galerías Libertad y Vía Nueva (otro destino de alto impacto) Mussnak cultivó un mito que empequeñece al filme Alta fidelidad de Stephen Frears.
En este punto vale recuperar algunos viejos tuits del escritor Carlos Busqued, también fallecido este año. “En la disquería del Perro una vez vi una pelea, casi de irse a las manos, sobre si Stevie Ray Vaughan hacía blues o tex mex”, fue uno.
“En la disquería del Perro te podías encontrar con Steve Howe o con el ‘Gordo’ Gustavo atendiendo en calzoncillos”, fue otra de las referencias del creador de Bajo este sol tremendo.
El “Perro” Productor
Así las cosas, el tránsito de disquero a productor se dio naturalmente a comienzos de los ‘90, y apuntalando un tipo de oferta inédita para nuestra plaza.
Es que gracias a Emaides por Córdoba pasaron grandes referentes del rock sinfónico como Rick Wakeman, Steve Hackett, Steve Howe y King Crimson, entre otros.
Al “Perro” también le debemos haber puesto en tablados a gigantes como Peter Hammill, Adrian Belew, David Byrne y Andy Summers.
“Apareció Marcelo Franco, que estaba trabajando en el suplemento Sí! de Clarín. Marcelo me dice: ‘Hay un amigo mío, Gustavo De Césare, que lo trae a tu músico favorito, a Peter Hammill’. ‘¿¡Qué!? ¿Viene Peter Hammill a la Argentina? ¿Cuánto vale? ¡No me importa!’, le digo. Perdí un montón de plata para conseguir que Peter Hammill baje a Córdoba”, reveló a La Central para explicar su vuelco profesional.
“Yo creo que ahí decidí dedicarme más a la producción que a la disquería, porque la pasé muy bien, fue otra experiencia”, amplió.
Si bien en sus primeras iniciativas atendió el propio gusto, siempre hizo prevalecer una visión elástica y no dogmática de la cultura rock.
Lo probó con ideas alocadas como el festival Pueblo Mestizo, donde intentó programar sin éxito a Carlos “La Mona” Jiménez, y abriendo su mente a lo emergente como en el caso del Nuevo Rock Argentino, con el que le dio un espaldarazo a bandas como Los Visitantes, Babasónicos, Todos Tus Muertos y Tía Newton.
Fundador de Cosquín Rock
Con la chapa de haber realizado ese encuentro junto a Alejandro Almada en 1994, Emaides también proyectó su actividad al rock argentino mainstream, llegando a crear a Cosquín Rock en sociedad con José Palazzo.
Intuitivo y pasional, aun en las grandes ligas continuó produciendo hechos trascendentes para la cultura de Córdoba. Y nunca se olvidó de aquellos artistas de vanguardia que había apuntalado en sus comienzos.
Tales los casos de los cordobeses Hammer y Rastrogero Diesel, para quienes trabajó como manager, y de los porteños – bonaerenses Palo Pandolfo y Babasónicos, por citar algunas de sus relaciones surgidas en los ‘90 y que hizo crecer en el curso del nuevo siglo.
En este punto, anteponía una vibra amistosa por sobre la especulación de un negocio perdurable. Por eso se perdió la posibilidad de ser el representante de Manu Chao en Latinoamérica, por ejemplo.
El crecimiento de Perro Records, su sello y productora, lo llevó a descuidar a la nave nodriza Mussnak, que fue cediendo impacto a medida de que la industria discográfica mutaba hacia lo digital.
No obstante esa coyuntura, y a pesar de haber estado desgastado por ingratitudes y pasos en falso, en los últimos años Emaides reabrió su emblemático negocio.
No lo hizo en la tradicional galería Libertad ni en la galería Vía Nueva. Su nuevo espacio fue ese hit inmobiliario que es hoy barrio Güemes. “Tenía mucha mercadería varada que me había quedado de la disquería anterior y como mi hijo está sin laburo hicimos una sociedad”, contó sobre esa iniciativa.
A dos semanas de la reapertura de Mussnak, decía que la estaba “luchando” y creía que el éxito vendría de la mano de los pósteres temáticos de los más de 1.000 shows que él mismo produjo y de la indumentaria, especialmente de ropa estilo steampunk.
“Esta vestimenta es muy loca y es el primer local de este tipo de ropa en Córdoba. La importo desde Inglaterra y China. Creo que le va a gustar a mucha gente porque es una mezcla de la época victoriana con estética de ciencia ficción”, explicó.
Consciente de que “el mercado del disco estaba en extinción”, apostaba a los pedidos especiales y a las perlas que “ya no se consiguen”.
“Trabajo con gente de Buenos Aires porque en Córdoba ya no quedaron distribuidores de discos. Me estoy volviendo especialista en Pink Floyd. Tengo todo: discos, remeras, compact, póster”, sumó para VOS en 2018, año en que aún no se había relajado con respecto a fortalecer su productora.
Un complicado cuadro coronario conspiró con la posibilidad de reinstalarse, aunque nunca socavó la certeza de que fue un faro cultural.
Los restos de Héctor “Perro” Emaides serán velados este lunes, de 18 a 21, en Casa Minoli (Rafael Nuñez 3849).
En las primeras horas de este lunes murió Héctor “Perro” Emaides, reconocido disquero y productor de espectáculos de Córdoba.
Propietario de Mussnak y fundador del Nuevo Rock Argentino y de Cosquín Rock, tenía 66 años.
De acuerdo a lo informado a VOS por familiares cercanos, el fallecimiento de Emaides se produjo por el agravamiento de una neumonía.
“A mi vida la pienso en, máximo, una semana. La semana que viene me voy a pescar con un amigo. Así me gusta ver la vida”, le había contestado el “Perro” a VOS en una entrevista de 2016.
La noticia impactó fuerte en el ámbito cultural de Córdoba en general y en el rockero en particular, en los que este cordobés de barrio Cofico se convirtió en un insoslayable. En alguien que corporizó como pocos la figura de “agitador cultural”.
Es que Emaides usó a Mussnak no sólo como espacio de propagación de cultura rock, sino como una plataforma para impulsar movidas alternativas.
Éstas podían ir del impulso de grupos emergentes (Los Enviados del Señor, Seno de Beta, Astroboy, Mousse, El Final de los Árboles, Praxis, Inés O’ Connor, Hammer y Rastrojero Diesel, entre otros) al financiamiento de fanzines y el respaldo explícito de artistas y poetas (Vicente Luy y Verbonautas).
Tras probar suerte en Abogacía e Ingeniería electrónica, el “Perro” fundó Mussnak en junio de 1979, en un local especialmente acondicionado en la galería Santo Domingo.
Él soñaba con una librería, pero diferentes circunstancias familiares y su amor por el rock progresivo lo llevaron por la opción de una disquería, sin imaginar que entre bateas de incunables iba a encontrar el sentido de su vida.
Pasados dos años en la Santo Domingo, su negocio se institucionalizó como reducto de una fauna melómana ávida. “El primer disco que vendí en la disquería fue a un arquitecto, Luis Santillán: Chunga’s Revenge, de Frank Zappa. Eso marcó lo que iba a ser mi vida”, reforzó Emaides a la revista La Central.
“Y esos 50 tarados me hacían traerles cosas más rebuscadas de las que yo ya tenía. Caían los artistas, estudiantes de la Escuela Provincial de Bellas Artes, los músicos de la Sinfónica de Córdoba… Esos eran mis clientes”, revisó en ese mismo diálogo.
“Un día dijeron que querían colgar cuadros y se convirtió medio en una galería de arte –señaló-. Caían las bandas que querían ensayar, me preguntaban si conocía a algún baterista… Me volvieron tan loco que armé un libro donde anotaba todos los músicos que iban a mi negocio, qué instrumento tocaban, qué música les gustaba… Y armaba bandas”.
La resistencia de los curas y una suba del alquiler hicieron que Mussnak se mudara a otras galerías céntricas hasta establecerse definitivamente en la Libertad, ubicada en General Paz 70.
Allí germinó el mito de la disquería, con un trato personalizado de Emaides en combustión con otro de sus primeros clientes, Gustavo Bornancini, convertido en empleado fiel.
La figura de Bornancini, la del comprador compulsivo que luego atiende a la nueva camada de consumidores, luego se repetiría con Fabián Zurlo, Marcelo Gómez, Sergio Mino, Eddie Cazón, Enzo Gigli, Martín Arrechea, Franco Faraone, Mariano Uro Gutiérrez, Max Braun, Diego Elkin, Karina Mana y Matías Estévez, entre tantos otros.
Entre las galerías Libertad y Vía Nueva (otro destino de alto impacto) Mussnak cultivó un mito que empequeñece al filme Alta fidelidad de Stephen Frears.
En este punto vale recuperar algunos viejos tuits del escritor Carlos Busqued, también fallecido este año. “En la disquería del Perro una vez vi una pelea, casi de irse a las manos, sobre si Stevie Ray Vaughan hacía blues o tex mex”, fue uno.
“En la disquería del Perro te podías encontrar con Steve Howe o con el ‘Gordo’ Gustavo atendiendo en calzoncillos”, fue otra de las referencias del creador de Bajo este sol tremendo.
El “Perro” Productor
Así las cosas, el tránsito de disquero a productor se dio naturalmente a comienzos de los ‘90, y apuntalando un tipo de oferta inédita para nuestra plaza.
Es que gracias a Emaides por Córdoba pasaron grandes referentes del rock sinfónico como Rick Wakeman, Steve Hackett, Steve Howe y King Crimson, entre otros.
Al “Perro” también le debemos haber puesto en tablados a gigantes como Peter Hammill, Adrian Belew, David Byrne y Andy Summers.
“Apareció Marcelo Franco, que estaba trabajando en el suplemento Sí! de Clarín. Marcelo me dice: ‘Hay un amigo mío, Gustavo De Césare, que lo trae a tu músico favorito, a Peter Hammill’. ‘¿¡Qué!? ¿Viene Peter Hammill a la Argentina? ¿Cuánto vale? ¡No me importa!’, le digo. Perdí un montón de plata para conseguir que Peter Hammill baje a Córdoba”, reveló a La Central para explicar su vuelco profesional.
“Yo creo que ahí decidí dedicarme más a la producción que a la disquería, porque la pasé muy bien, fue otra experiencia”, amplió.
Si bien en sus primeras iniciativas atendió el propio gusto, siempre hizo prevalecer una visión elástica y no dogmática de la cultura rock.
Lo probó con ideas alocadas como el festival Pueblo Mestizo, donde intentó programar sin éxito a Carlos “La Mona” Jiménez, y abriendo su mente a lo emergente como en el caso del Nuevo Rock Argentino, con el que le dio un espaldarazo a bandas como Los Visitantes, Babasónicos, Todos Tus Muertos y Tía Newton.
Fundador de Cosquín Rock
Con la chapa de haber realizado ese encuentro junto a Alejandro Almada en 1994, Emaides también proyectó su actividad al rock argentino mainstream, llegando a crear a Cosquín Rock en sociedad con José Palazzo.
Intuitivo y pasional, aun en las grandes ligas continuó produciendo hechos trascendentes para la cultura de Córdoba. Y nunca se olvidó de aquellos artistas de vanguardia que había apuntalado en sus comienzos.
Tales los casos de los cordobeses Hammer y Rastrogero Diesel, para quienes trabajó como manager, y de los porteños – bonaerenses Palo Pandolfo y Babasónicos, por citar algunas de sus relaciones surgidas en los ‘90 y que hizo crecer en el curso del nuevo siglo.
En este punto, anteponía una vibra amistosa por sobre la especulación de un negocio perdurable. Por eso se perdió la posibilidad de ser el representante de Manu Chao en Latinoamérica, por ejemplo.
El crecimiento de Perro Records, su sello y productora, lo llevó a descuidar a la nave nodriza Mussnak, que fue cediendo impacto a medida de que la industria discográfica mutaba hacia lo digital.
No obstante esa coyuntura, y a pesar de haber estado desgastado por ingratitudes y pasos en falso, en los últimos años Emaides reabrió su emblemático negocio.
No lo hizo en la tradicional galería Libertad ni en la galería Vía Nueva. Su nuevo espacio fue ese hit inmobiliario que es hoy barrio Güemes. “Tenía mucha mercadería varada que me había quedado de la disquería anterior y como mi hijo está sin laburo hicimos una sociedad”, contó sobre esa iniciativa.
A dos semanas de la reapertura de Mussnak, decía que la estaba “luchando” y creía que el éxito vendría de la mano de los pósteres temáticos de los más de 1.000 shows que él mismo produjo y de la indumentaria, especialmente de ropa estilo steampunk.
“Esta vestimenta es muy loca y es el primer local de este tipo de ropa en Córdoba. La importo desde Inglaterra y China. Creo que le va a gustar a mucha gente porque es una mezcla de la época victoriana con estética de ciencia ficción”, explicó.
Consciente de que “el mercado del disco estaba en extinción”, apostaba a los pedidos especiales y a las perlas que “ya no se consiguen”.
“Trabajo con gente de Buenos Aires porque en Córdoba ya no quedaron distribuidores de discos. Me estoy volviendo especialista en Pink Floyd. Tengo todo: discos, remeras, compact, póster”, sumó para VOS en 2018, año en que aún no se había relajado con respecto a fortalecer su productora.
Un complicado cuadro coronario conspiró con la posibilidad de reinstalarse, aunque nunca socavó la certeza de que fue un faro cultural.
Los restos de Héctor “Perro” Emaides serán velados este lunes, de 18 a 21, en Casa Minoli (Rafael Nuñez 3849).La Voz