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Córdoba Open: Cerúndolo, el chico de la grandeza, venció a Ramos Viñolas y es campeón

Juan Manuel Cerúndolo en modo top ten, subido al carro de su inmutable confianza, fue más que un chico de 19 años ganando su primer título ATP. Fue un señor tenista, creando artesanalmente su obra cumbre. Punto a punto. Sin tantos highlights, con paciencia tibetana. Despedazando sin grandilocuencias a Albert Ramos Viñolas (47 del ranking) en tres sets: 6-0, 2-6 y 6-2. Llegó siendo el 335 del ranking, se va de Córdoba con el título del Open y con la ferviente certeza de que no es el futuro, es el presente.

Lo que pasó en el partido

El primer set fue un 6-0 violentamente perfecto de Cerúndolo. Una masacre de aciertos del de Buenos Aires. Y en un contexto de aguante muy conveniente como para no sentir miedo escénico.

Mientras “Juanma” dibujaba curvas con sus variados golpes, su papá comentaba el partido con el público en la platea.

“Vamos, Juanma, dale, eh”, se repitió muuuchas veces su coach/padre.

El español, en cambio, le pedía rescate a su cuerpo técnico. Se quejaba de todo. No se encontraba porque Cerúndolo lo perdía en sus ángulos.

Era sofocante para el español ver a ese pibe caminar cada tramo de la cancha con el aplomo de Rafael Nadal, afirmado en su plan, sin irse de su táctica. Era un chico ensimismado en su hombría. Que miraba el piso para descansar, que posaba esos ojos ahí abajo para irse para arriba. “Juanma”, en definitiva, era un escáner que anticipaba cada arrebato de Ramos Viñolas, que lucía opulento en sus gestos.

En cambio, el cuerpo de Cerúndolo es el de un joven. No está tallado, se nota algo flacucho, pero “marcado” aún en su delgadez. Camina “tranqui”, como abriendo los pies. Todo lo descrito anteriormente sirve para destacar que sorprende cómo se empodera cuando empieza un punto. Ramos Viñolas veía del otro lado a un coloso “devolvedor”.

Pero en tenis todas las verdades son momentáneas. Y en el segundo set, la verdad fue el coraje de Ramos Viñolas. Se vio tan fuera del partido que aceptó el riesgo como escape. Pegó y pegó. Sometió a un Cerúndolo que ni en “la mala” se maltrató verbalmente o cambió sus posturas de combatiente.

Ramos Viñolas ni miró a su entrenador. Se sintió haciendo todo bien y solo. Gozando el silencio del público, que sólo era cortado por el “vamos ‘Juanma'” del padre de su rival. Fue un 6-2 monstruoso que se comió al “oléeee, oléeee, Juanmáaa, Juanmáaa”.

Ramos Viñolas entró al tercer set por la alfombra roja de un quiebre y haciendo ver al Cerúndolo del puesto 300 y pico del ranking. El zurdo español se sintió en control y dispuso de claridad, esa que da el resultado a favor.

Hasta que Cerúndolo recuperó el quiebre y se abrazó a un 2-2 que festejó con el público. Y empezó a levantar el puño izquierdo. Y a mirar a la tribuna, a los amigos que saltaban de sus butacas para grotar los puntos. Volvió a elevar las pelotas, a muñequear, a ralentizar y a golpear.

Desplegó sus virtudes con sapiencia de administrador. Y se puso 4-2 con la seducción de meter incansablemente el problema del otro lado de la red. Cada vez que la pelota pasa la red, hace falta una solución. Y si hace falta una solución, el problema es del otro. “Me cago en la puta madre”, se deprimió Ramos Viñolas. Cerúndolo clavo ese tercer set con un aplomo desmedido en el 6-2. Solvente. Supremo.

El “ganador” que ganó

La ATP tiene una montaña de datos que sirven para magnificar los hitos de cada tenista. Y entre esa maraña de números, están los que ponen la actuación de Cerúndolo en el centro de la marquesina del circuito.  

Fue el primer debutante en un cuadro principal de un torneo ATP en llegar a una final después de que lo hiciera el español Santiago Ventura en Casablanca en 2004. Aquella vez, Ventura ganó el certamen. Como “Juanma” ahora en Córdoba.  Y fue el que cortó la racha de 11 tenistas llegados desde la qualy que perdían finales.

Más historia. Su papá y entrenador, Alejandro, a quien el ambiente lo conocen como “Toto”, era el entrenador del último sub 20 argentino que hizo final en un torneo ATP. Dirigía a José Acasuso en 2002, cuando “Chucho” no pudo con el experimentado Gustavo Kuerten en el choque decisivo del torneo de Buenos Aires. Acasuso tenía 18 años y el 1-6 y 3-6 de esa final marcó aquella distancia. 

Su mamá, María Luz Rodríguez, es psicóloga deportiva y fue tenista. Un combo necesario para calmar las aguas de un jovencito que podría ser arrastrado por la ansiedad.

En esa familia de deportistas también está María Constanza (20 años), jugadora de hockey sobre césped del Belgrano Athletic Club y Las Leonas.

Cerúndolo también fue abrazado por la mística del Córdoba Open, un lugar particular para historias particulares de superación. En 2019, Juan Ignacio Londero hizo algo similar a lo que “Juanma” alcanzó en este 2021: llegó como “desconocido” del público en general y salió del aeropuerto Taravella con el cartelito de jugador a seguir. La vida del “Topito” cambió para él y para su familia en Jesús María. Como la del Cerúndolo más chico. Su hermano, Francisco (135), el domingo la estaba luchando en la qualy del Argentina Open (con triunfo 2-4, 6-3 y 6-3 sobre el brasileño Guilherme Clezar (278).  

El ranking de “Juanma” cambiará desde este lunes. Ya estará cerca de los 200 mejores. Su escalada al Everest del tenis superprofesional recién empieza. Irá con su estilo de juego (ya estudiado por todos) al Argentina Open de Buenos Aires sabiendo que esa semana después de un título suele venir con un relaje natural.  

Cerúndolo también se ganará menciones en la web de la ATP (esta semana recién pusieron su foto) por ser el zurdo que “ganó la final entre zurdos”. Un hecho que no se daba desde que el propio Ramos Viñolas se topó y venció a Cedrik-Marcelo Stebe en Gstaad, en 2019. Aquel fue el segundo y último título del catalán, que ahora quedó con un registro de dos victorias y siete caídas en finales de ATP. Cerúndolo lucirá gustoso el registro 1-0.  

En una semana de cambios para Juan Manuel, hubo uno que pasó desapercibido hasta que los resultados positivos pusieron la lupa sobre él. Y ese cambio fue el de modelo raqueta. Lo que para un amateur es un asunto de placer, para un “pro” la elección de modelo puede derivar en variantes de juego tan pequeñas que producen grandes modificaciones. Dejó la Head Prestige por la Extreme y eso, contó, le dio mejores sensaciones en control de la pelota.  

Y se notó. Mucho. “Muy mucho”, por plantearle en cordobés. Parecía que no erraba. Que su contragolpe en velocidad, eso de usar para beneficio propio la potencia del golpe del adversario, se potenció desde el sábado 20, el primer día que pisó las canchas del Polo Deportivo Kempes.  

En la clasificación fue superando los escollos con su juego artesanal, de golpe por golpe. Y de fe en el libreto. En la táctica. En el plan craneado con su padre. Una obediencia a prueba de los vaivenes crueles de un juego como el tenis, que flamea con galantería su capacidad de destrozar las autoestimas más laureadas.  

Cerúndolo transitó la qualy con victorias: 6-0 y 6-4 frente al platense Fermín Tenti (576° del ranking); 7-6 y 6-3 al peruano Juan Pablo Varillas (168°); y 6-4 y 6-4 al brasileño Joao Menezes (199°).  

El cuadro principal suponía más rigor a todos los rigores que ya había pasado. Y, aplicado en la tolerancia a la incomodidad, sobrellevó y llevó adelante los choques en la llave principal.    

Fue 7-5 y 7-6 al brasileño Thiago Seyboth Wild (119°); 6-7, 7-5 y 6-2 al serbio Miomir Kecmanovic (41° y entrenado por David Nalbandian); 2-6, 6-2 y 6-3 al brasileño Thiago Monteiro (76°); y 6-4, 4-6 y 6-2 a Federico Coria (96°). Y, claro, el último acto ante Ramos Viñolas, el “vence-argentinos”, con un 6-0, 2-6 y 6-2.  

Para él fue una maratón de 12 horas y 20 minutos (incluyendo la final con Ramos Viñolas).      

Para él, Córdoba fue un viaje de egresados. Ahora viene su adultez en el tenis.

El perdedor que también “ganó”

De Ramos Viñolas, Google dice que una vez le ganó a Roger Federer, que fue el 17 del planeta, que lleva 10 temporadas seguidas entre los 100 mejores, que este, el de Córdoba, es su tercer título ATP.

Aunque a veces Google puede tener una tendencia a minimizar detalles que hacen al encanto. Ramos Viñolas es un pulido empedernido que siempre está y siempre va. Es el amigo que nunca falta a los partidos en el club. Y más de “viejo”. Con 33 años sabe que su hora ya pasó y ahora vive el momento.

Pasó esa línea en la que el tenista profesional se pone presión por todo para empezar a disfrutar del todo. Hasta de que le alcancen la pelota para sacar, eso que los profesionales se olvidan. Cuando son chicos se cansan de juntar bolas en el canasto y ahora que tienen todo a mano no lo suelen ver. Una pequeñez tan gigante puede ser un enorme disfrute para alguien que ya cruzó esa línea de la insaciable búsqueda del éxito.

Ramos Viñolas, como Juan Manul Cerúndolo, tiene números que le dan grosor a su obra en Córdoba. Es el vence-argentinos, como se consignó más arriba. En la primera ronda, toleró el impetú de Juan Ignacio Londero (88°) para revertir un 4-6 y terminar tranqui con un doble 6-2. Sacó al campeón de 2019 y el que tenía hinchada con esa banda de amigos que vino de Jesús María.

También caminó por la cornisa ante el pujante Tomás Etcheverry (234), estando muy atrás en el segundo set, pero gaucho para no tirar el partido. Fue un 2-6, 7-6 y 7-5 hecho de paciencia.  

Después hizo el imposible ante Diego Schwartzman (9°). Como contra Londero, sabía que era el no querido, que todos anhelaban el triunfo del “Peque” para que el Córdoba Open fuera el “Argentina Open”, con semifinalistas argentinos. Y no. Metió ese puño cerrado en cada punto. Esos ojos saltones vieron a un Schwartzman sacado. 6-1, 4-6 y 6-3 para que Ramos Viñolas atesore.

Y el sábado siguió en ese modo yo contra los locales para también cocinar a fuego lento una victoria 7-5, 5-7 y 6-3 trabajadísima ante Facundo Bagnis (130) y evitar la final argenta que se esperaba.

Toda la semana hizo lo que no se esperaba. Toda la semana hizo lo que él esperaba. Y aunque no le salió el acto final. Este catalán metió su nombre en todas las referencias.

Lo talló con el sacrificio de 10 horas y 20 minutos. Con 376 puntos ganados. Con su caracter de recio. Con su caracter de aguafiestas argentinas en Córdoba. Aunque sólo Juan Manuel Cerúndolo pudo minimizar los poderes de Ramos Viñolas.

Cosas del Córdoba Open.

Campeón 2021. Juan Manuel Cerúndolo con el trofeo obtenido en Córdoba. (Prensa Córdoba Open)
(Javier Ferreyra / La Voz)
(Prensa Córdoba Open)
(Javier Ferreyra / La Voz)