Irina Flehr mandó a matar a su padre para quedarse con una fortuna millonaria en dólares

La “codicia” fue el móvil central del crimen del arquitecto Reynaldo Carlos Flehr (61) a fines de diciembre de 2021 en el noroeste de la ciudad de Córdoba. Casualmente, ese era uno de los cuatro calificantes del homicidio, junto con los de vínculo de quien encargó el asesinato, con la participación de varios autores y con la alevosía con la que lo ejecutaron.

La hija es Irina Lourdes Flehr Berritella (22), quien planeó el homicidio junto con quien era su pareja, Leandro Xavier Moscarello (29), para quedarse con los bienes de su padre. Ella había heredado un cuantioso patrimonio de su mamá (Verónica Miriam Berritella), cuando falleció años antes, y a su padre le correspondía el 50% de ese legado.

Pero, al conocerse este viernes los fundamentos de la sentencia dictada el 30 de agosto por la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba, los jueces dicen que ella y Leandro Moscarello decidieron quedarse con todo el capital familiar. El detonante de esa decisión fue el anillo de compromiso que le vieron días antes al arquitecto que estaba de novio. Por lo visto, la codicia de Irina y de Leandro chocó con la intención de un nuevo matrimonio.

La decisión del jurado popular de la Cámara 8ª fue por unanimidad en todos sus puntos y de los vocales técnicos Juan Manuel Ugarte (presidente), Marcelo Nicolás Jaime y Eugenio Pérez Moreno. Los jueces sostienen como móvil criminal que hubo “un exagerado apetito de riqueza”.

Los camaristas señalan que ambos ideólogos del crimen encargado a otros tres jóvenes tenían como objetivo que Irina fuera la única heredera, para lo cual era necesario apurar la muerte de su padre. Por su parte, Leandro tenía como afán codicioso ampliar la administración de los bienes que ya le administraba a su pareja.

Pero Leandro Moscarello “no sólo tenía un móvil económico y personal para desear la muerte de Reynaldo Flehr –dicen los vocales–, sino que además estaba estrechamente vinculado con los coautores del crimen y facilitó la ejecución” por “la información clave que proporcionó” y por “su rol en la venta de armas”. Y rematan los jueces: “Su participación se configura no sólo como cómplice, sino como parte integral del plan criminal, motivado por su beneficio en la administración de los bienes hereditarios”.

Los jueces se refieren en el apartado “móvil criminal” a las motivaciones que tuvo la joven pareja para tramar semejante crimen: “La conducta de Irina Flehr y la de su pareja, Leandro Moscarello, consistente en la planificación y aporte de datos indispensables para quitarle la vida a Reynaldo Flher, fue motivada en el exagerado apetito de riqueza, con la finalidad de que, a través del crimen, la nombrada se convirtiera en la única heredera de los bienes de su padre (los cuales algunos compartían), y por parte de Leandro Moscarello: beneficiarse con la administración de tal patrimonio valuado aproximadamente en U$S 2.664.875″.

Todos los familiares del arquitecto señalaron a Irina como la responsable del crimen, desde el momento de conocerse el asesinato. También sostuvieron durante el proceso que la hija tenía un desmedido afán por quedarse con todos los bienes que consideraba propios.

Pero quien no era familiar directo, pero era la novia de la víctima, Miriam Cima, relató: “Reynaldo siempre me decía que Irina quería todo, el ciento por ciento de todo el conjunto de bienes, tanto los heredados por su mamá como los de Reynaldo, la parte que les correspondía a ellos”.

La mujer que hizo que Reynaldo llevara un anillo de oro en su mano se refirió a los problemas que su novio tenía con su hija: “Siempre me decía que tenía muchos problemas. Discutían mucho por esos bienes y no podían llegar a un acuerdo. Ambos tenían abogados”.

El tribunal sostiene en uno de los considerandos de los fundamentos de la condena: “Si Reynaldo Flehr moría sin haber contraído matrimonio, su hija heredaba todo. De allí el apuro por quitarle la vida antes de que se casara”.

El plan y la ejecución

Para concretar esos propósitos, la sentencia sostiene que los acusados celebraron una reunión 24 horas antes del crimen, en la que quedó acreditada (por cámaras de vía pública y sus celulares) la presencia de Irina, de su pareja y de los tres ejecutores: Samuel Moscarello (27, hermano de Leandro), David “Loro” Silvestre (27) y David “Negro” Suárez (26).

Los dos primeros fueron quienes asaltaron a Reynaldo Flehr al entrar a su casa de barrio Los Boulevares y así lo acreditaron las cámaras de video que los registraron. Suárez fue el chofer de los sicarios.

Entre otras pruebas de que el móvil no fue un robo, los vocales de la Cámara 8ª indicaron que “la escena del crimen no era compatible en absoluto con un robo” porque no había desorden en el interior de la vivienda donde Flehr yacía atado de pies y manos a una silla, con dos balazos en el rostro y en el cuello. Esos disparos fueron descartados como accidentales, lo mismo que un mentido forcejeo con la víctima al resistirse.

Las penas para este delito fueron sendas prisiones perpetuas para Irina, Leandro y los dos ejecutores por homicidio cuatro veces calificado, mientras que el “chofer” Suárez recibió una condena de 13 años de prisión por ser considerado partícipe secundario del crimen.

La “codicia” fue el móvil central del crimen del arquitecto Reynaldo Carlos Flehr (61) a fines de diciembre de 2021 en el noroeste de la ciudad de Córdoba. Casualmente, ese era uno de los cuatro calificantes del homicidio, junto con los de vínculo de quien encargó el asesinato, con la participación de varios autores y con la alevosía con la que lo ejecutaron.
La hija es Irina Lourdes Flehr Berritella (22), quien planeó el homicidio junto con quien era su pareja, Leandro Xavier Moscarello (29), para quedarse con los bienes de su padre. Ella había heredado un cuantioso patrimonio de su mamá (Verónica Miriam Berritella), cuando falleció años antes, y a su padre le correspondía el 50% de ese legado.
Pero, al conocerse este viernes los fundamentos de la sentencia dictada el 30 de agosto por la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba, los jueces dicen que ella y Leandro Moscarello decidieron quedarse con todo el capital familiar. El detonante de esa decisión fue el anillo de compromiso que le vieron días antes al arquitecto que estaba de novio. Por lo visto, la codicia de Irina y de Leandro chocó con la intención de un nuevo matrimonio.
La decisión del jurado popular de la Cámara 8ª fue por unanimidad en todos sus puntos y de los vocales técnicos Juan Manuel Ugarte (presidente), Marcelo Nicolás Jaime y Eugenio Pérez Moreno. Los jueces sostienen como móvil criminal que hubo “un exagerado apetito de riqueza”.
Los camaristas señalan que ambos ideólogos del crimen encargado a otros tres jóvenes tenían como objetivo que Irina fuera la única heredera, para lo cual era necesario apurar la muerte de su padre. Por su parte, Leandro tenía como afán codicioso ampliar la administración de los bienes que ya le administraba a su pareja.
Pero Leandro Moscarello “no sólo tenía un móvil económico y personal para desear la muerte de Reynaldo Flehr –dicen los vocales–, sino que además estaba estrechamente vinculado con los coautores del crimen y facilitó la ejecución” por “la información clave que proporcionó” y por “su rol en la venta de armas”. Y rematan los jueces: “Su participación se configura no sólo como cómplice, sino como parte integral del plan criminal, motivado por su beneficio en la administración de los bienes hereditarios”.
Los jueces se refieren en el apartado “móvil criminal” a las motivaciones que tuvo la joven pareja para tramar semejante crimen: “La conducta de Irina Flehr y la de su pareja, Leandro Moscarello, consistente en la planificación y aporte de datos indispensables para quitarle la vida a Reynaldo Flher, fue motivada en el exagerado apetito de riqueza, con la finalidad de que, a través del crimen, la nombrada se convirtiera en la única heredera de los bienes de su padre (los cuales algunos compartían), y por parte de Leandro Moscarello: beneficiarse con la administración de tal patrimonio valuado aproximadamente en U$S 2.664.875″.
Todos los familiares del arquitecto señalaron a Irina como la responsable del crimen, desde el momento de conocerse el asesinato. También sostuvieron durante el proceso que la hija tenía un desmedido afán por quedarse con todos los bienes que consideraba propios.
Pero quien no era familiar directo, pero era la novia de la víctima, Miriam Cima, relató: “Reynaldo siempre me decía que Irina quería todo, el ciento por ciento de todo el conjunto de bienes, tanto los heredados por su mamá como los de Reynaldo, la parte que les correspondía a ellos”.
La mujer que hizo que Reynaldo llevara un anillo de oro en su mano se refirió a los problemas que su novio tenía con su hija: “Siempre me decía que tenía muchos problemas. Discutían mucho por esos bienes y no podían llegar a un acuerdo. Ambos tenían abogados”.
El tribunal sostiene en uno de los considerandos de los fundamentos de la condena: “Si Reynaldo Flehr moría sin haber contraído matrimonio, su hija heredaba todo. De allí el apuro por quitarle la vida antes de que se casara”.
El plan y la ejecución
Para concretar esos propósitos, la sentencia sostiene que los acusados celebraron una reunión 24 horas antes del crimen, en la que quedó acreditada (por cámaras de vía pública y sus celulares) la presencia de Irina, de su pareja y de los tres ejecutores: Samuel Moscarello (27, hermano de Leandro), David “Loro” Silvestre (27) y David “Negro” Suárez (26).
Los dos primeros fueron quienes asaltaron a Reynaldo Flehr al entrar a su casa de barrio Los Boulevares y así lo acreditaron las cámaras de video que los registraron. Suárez fue el chofer de los sicarios.
Entre otras pruebas de que el móvil no fue un robo, los vocales de la Cámara 8ª indicaron que “la escena del crimen no era compatible en absoluto con un robo” porque no había desorden en el interior de la vivienda donde Flehr yacía atado de pies y manos a una silla, con dos balazos en el rostro y en el cuello. Esos disparos fueron descartados como accidentales, lo mismo que un mentido forcejeo con la víctima al resistirse.
Las penas para este delito fueron sendas prisiones perpetuas para Irina, Leandro y los dos ejecutores por homicidio cuatro veces calificado, mientras que el “chofer” Suárez recibió una condena de 13 años de prisión por ser considerado partícipe secundario del crimen.La Voz

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