La licencia por nacimiento, una deuda para las nuevas paternidades
En la última década se ha notado el advenimiento de una nueva forma de vivir la paternidad. No en todos los casos, pero sí en muchos donde el cambio es notable. Papás que cambian pañales, que forman parte de los grupos de WhatsApp del colegio de sus hijos, que se preocupan por su buena alimentación, que juegan con ellos y ellas. En fin, padres que ejercen su responsabilidad parental, pero que además la disfrutan pues saben que el vínculo que se genera con sus hijos no se podría realizar de otra manera.
Por supuesto que el padre ideal no existe, pero de a poco se van forjando nuevos roles que rompen el molde preestablecido que ellos mismos vivieron como hijos o nietos. “Sé lo que no quiero hacer, pero no tengo modelos, entonces pruebo y simplemente hago lo que me corresponde, tratando de ser equitativo en la distribución de tareas, y lo disfruto mucho. Por eso tengo un vínculo muy fuerte con mi hija”. Las palabras son de Fernando Soler, un papá de 39 años.
Para Enrique Stola, psiquiatra especialista en temas de masculinidad, para que haya un acompañamiento en estos roles compartidos no sólo es necesario el cambio cultural, sino también un “acompañamiento de las políticas públicas”. Una de las mayores deudas que marca en este sentido es la extensión de la licencia por paternidad, que hoy en nuestro país es sólo de dos días para empleados en relación de dependencia. Para independientes y monotributistas no hay ninguna normativa que lo regule, tanto para madres como para padres.
Carolina Villanueva, que es fundadora y codirectora de la agencia Grow Género y Trabajo, explica: “En Argentina hay sólo dos días de licencia por paternidad y 90 para maternidad. El mensaje que eso no deja es que los niños ‘son responsabilidad de la madre’. Refuerza un estereotipo de género y no refleja la variedad ni la diversidad de las familias. Es un modelo muy arcaico”.
Además, habla de los beneficios para la sociedad en su conjunto de contar con licencias por paternidad extendidas: “Contar con licencias extendidas para padres ayuda a eliminar discriminaciones a la hora de contratar empleados. Además, los países que cuentan con licencias por paternidad más extendidas son los que tienen tasas más altas de actividad de las mujeres en el mercado laboral y esto impacta a nivel general en términos económicos. En Argentina la mitad de las mujeres no trabaja”.
Los datos recogidos por Grow indican que debido a la pandemia se ha dado una mayor participación de los hombres en las tareas del cuidado, aunque la brecha sigue siendo muy grande y en muchos casos se ha ampliado.
Villanueva, que es politóloga y magíster en Desarrollo y Género, indicó que hay estudios que indican cómo se reactiva la economía cuando hay políticas que promueven la equidad en los cuidados con sistemas mixtos: servicios de cuidado (estatales o de las empresas), licencias por paternidad extendidas, entre otras.
En Argentina hay más de 60 proyectos en el Congreso para ampliar las licencias por paternidad que establece actualmente la ley 20.744 de Contrato de Trabajo. Algunos de ellos ya perdieron estado parlamentario. Además fue promesa del gobierno de Macri y también del de Alberto Fernández. Actualmente, hay una Dirección de Políticas de Cuidado que pertenece al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación que también reconocen la necesidad de una modificación.
Algunas instituciones y empresas ya han ido incorporando cambios. Algunos de Córdoba son la Universidad Nacional de Córdoba que tiene 15 días, la Universidad Siglo 21 con la misma cantidad, empleados provinciales tienen 8 días y en la empresa Naranja X cuentan con 30 días de corrido a partir del nacimiento. En esta última le llaman “licencia por nacimiento” y tiene alcance para cualquier persona no gestante, lo cual incluye la diversidad de familias que pueden tener dos papás, dos mamás, mamá trans no gestante, entre otras.
Hay muchos ejemplos positivos aunque a nivel general siguen siendo “la minoría”. Argentina es uno de los países que menos días contempla para los “flamantes papás”. Uruguay tiene 13 días, Colombia, 8; Perú y Ecuador, 10. Suecia tiene 480 días que pueden repartirse entre los progenitores y el caso más extremo es el de Japón que tiene un año para padres, aunque hay estudios que advierten que en la práctica no se cumple.
Lo que sí detectan algunas empresas e instituciones a nivel global es dificultad para que estos padres tomen el beneficio que les corresponde. “Creo que las licencias por paternidad deberían ser obligatorias, no optativas y creo que -en lo posible- no deberían coincidir con las de la madre, para evitar que algunos se queden en la casa pero no asuman la responsabilidad del cuidado”, remarcó Stola.
Nuevas paternidades
Para Enrique Stola, hay un sector de varones que valoran mucho el ser papá y que son empáticos con la situación de la mujer. “Son padres que se comunican afectivamente con sus hijos e hijas, varones que no delegan responsabilidades y tienen un rol activo en la crianza, a diferencia de otros que siguen reproduciendo roles tradicionales”, indicó.
Frente a la mirada externa que reciben estos “nuevos padres”, Stola indicó: “Por supuesto que les pesa negativamente pero a la vez se sienten orgullosos de lo que hacen. Tanto mujeres como hombres deben aprender ese rol de cuidado y pueden desarrollarlo por igual generando un vínculo de comunicación muy profundo con el hijo o hija, que la teoría psicoanalítica antes depositaba sólo en la madre “.
Al ser consultado sobre cuáles son las razones de este cambio cultural, Stola destaca dos circunstancias: la precarización de la vida que ha llevado a las mujeres a trabajar más fuera del hogar y obliga a los hombres a tomar otros roles y también la lucha de los feminismos que ha ido cuestionando estereotipos a lo largo del tiempo”.
La experiencia de Fernando: Ahora hay otra concepción de familia
–¿Cómo viviste la licencia por paternidad apenas nació tu hija?
–Cuando nació Cata, en 2017, yo tenía tres trabajos. En la Facultad de Agronomía (UNC) aunque tenía 15 días, yo me acababa de cambiar a una cátedra nueva, tenía que tomar exámenes y acababa de fallecer uno de los profesores. Pude faltar tres días pero después fui porque era una situación especial. Mi otro trabajo era en el Ministerio de Educación de la Provincia, que me daban una semana y me la tomé completa. En la empresa en la que trabajaba finalmente renuncié porque ya no me daba el cuerpo. Fue muy difícil esa primera etapa para su mamá y para mí también. Ella se despertaba más de noche y yo trataba de resolver la comida y otras cuestiones durante el día, pero estábamos sobrepasados del cansancio.
–¿Cómo vivís la paternidad?
–Tengo un hermoso vínculo con mi hija y creo que en gran parte es por vivir la paternidad de una manera diferente a la que pueda haber vivido mi papá o mi abuelo. Yo estoy separado de la mamá de Cata hace un año y dividimos todo a medias. Ella está dos días conmigo y dos días con ella y los findes, uno cada uno. Hablamos mucho y siempre priorizamos la crianza de nuestra hija. Seguimos siendo una familia, aunque ya no seamos una pareja.
Sé que hay otras personas de nuestra edad que siguen viviendo otros modelos, pero son decisiones muy personales. Yo renuncié a un trabajo resignando plata por tiempo con mi familia y no me arrepiento. Ahora hay otra concepción de familia, de a poco se va pasando del “macho, el papá proveedor” que no cambiaba un pañal y menospreciaba el trabajo de la mujer en la casa. Uno va aprendiendo. Sabés lo que “no querés hacer” (en comparación a otras generaciones) pero no tenés moldes, entonces se hace a prueba y error.
–¿Te pesan las opiniones externas?
–No, al contrario, por ahí me suenan a “dinosaurios”. Creo que es muy simple: si prestás atención a lo que le pasa a tu pareja, entendés que debés hacerte responsable de lo que te toca y más cuando no estás atado a darle la teta a las 3 de la mañana. Tuve reproches en ese sentido porque yo era una morsa para dormir al igual que la forma en la que combino la ropa de Cata (risas).