Pandemia, vacunas y trabajo: ¿la buena fe mueve montañas?

Meses atrás, el empresario Juan Manuel Manganaro sorprendió a propios y extraños al asumir el costo de enviar a todas las personas mayores de 40 años que trabajan en sus compañías (Grupo Gaman) a vacunarse en Estados Unidos.

En ese momento, fue como “curarse en salud” frente a las demoras que experimentaba el proceso de inoculación en el país. La burbuja que creó parece exenta de varias polémicas que atraviesan al mundo productivo.

El titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, puso sobre la mesa una foto incómoda: ¿qué hacer, en las empresas que tienen alta demanda presencial, con las personas que no se quieren vacunar, en especial aquellas con dispensa por haber formado parte de un grupo de riesgo?

Y adelantó posición: que sólo los vacunados puedan volver a las fábricas. Por ende, quienes no lo estén por una decisión personal, no deberían gozar de dispensa alguna, y si no van a trabajar (porque no están inoculados, aun cuando eso sea voluntario), no deberían cobrar.

Está claro que Funes de Rioja no le habló sólo a las empresas que integran el universo industrial. De hecho, su planteo no tiene un mapeo definido. En Córdoba, la UIC recién ahora comenzará a relevar la situación entre sus asociadas.

Apegado al estilo que marcó desde el inicio de su gestión –para diferenciarse del tono que prefería su antecesor, Miguel Acevedo–, Funes de Rioja jugó una carta que obligó a cabecear a gobiernos y sindicatos.

Las reacciones de primera ola dejaron varias lecturas, entre ellas, las que cargan con sesgos negativos sobre el empresariado.

En la cúpula de la UIC, se quejan del doble estándar para juzgar lo público y lo privado, en alusión a las medidas que ya tomaron la Provincia (licencia sin goce de sueldo a quienes no acreditan la vacunación) y la Municipalidad (intimaciones y riesgo de perder beneficios económicos).

Pero también hay cámaras empresarias que tomaron distancia y que prefieren agotar la batería de incentivos que puedan aplicar.

Para Daniel Horacio Brain, director de la especialización en Derecho Laboral de la Universidad Blas Pascal, una de las cosas que se pone en juego es el principio de la buena fe.

En el caso de la persona trabajadora, implica la obligación de volver a su espacio laboral si es convocada, ya que están vigentes las normas que contemplan esa situación, incluso para casi todas las figuras de dispensa en grupos de riesgo, 14 días después de la primera dosis.

La resolución 4/2021 dice que quienes opten por no vacunarse “deberán actuar de buena fe y llevar a cabo todo lo que esté a su alcance para paliar los perjuicios que su decisión pudiere originar a los empleadores o empleadoras”.

Para Brain, “estarían dadas las condiciones para intimar a que la persona se reintegre”, y si esta no lo hace porque decidió no vacunarse, “se incumple la obligación laboral”. La empresa podría decidir una licencia sin goce de sueldo, bajo el argumento de necesitar un reemplazo.

Pero si esa persona que pudo pero no quiso vacunarse se presenta en su lugar de trabajo, la compañía debe también asegurar todas las normas de higiene y seguridad, lo que implicaría reformular “burbujas” e incluso aplicar dispensas si no puede reorganizar equipos que integren a personas inoculadas con otras que no lo están por voluntad propia.

Brain no cree que exista vacío legal, lo que no implica que no haya conflicto y complejidad. Cynthia Benzión, de la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas, opina que si una empresa se niega a dar tareas presenciales a una persona que no se vacunó, “de ninguna manera está habilitada a dejar de pagar salario”. El telón de fondo, por cierto, no deja de ser el carácter voluntario de la vacunación.

Pero no es la única foto en el mundo laboral. También están las nuevas experiencias de teletrabajo, los modelos emergentes y las certezas que duran segundos. Google, por caso, que a primera vista luce como un territorio de alta permeabilidad para el home office, planea recortes salariales en Estados Unidos a quienes quieran seguir trabajando desde sus hogares en forma permanente.

“Estamos empezando a construir el mundo laboral pospandemia. Es una buena oportunidad para pensar en una flexibilidad que permita a las empresas y a sus equipos acordar el punto óptimo”, opina el consultor Renato Jure, de Novatip. También aquí la buena fe de las partes es clave.