Asistir a quienes pasan frío

Los pedidos de asistencia de diverso orden de parte de grupos sociales que sobreviven sumergidos en la pobreza, cuando no en la indigencia extrema, se incrementan al ritmo de una crisis abrumadora.

El cuadro de desamparo, sin embargo, presenta costados mucho más rigurosos y preocupantes cuando no hay forma de protegerse de las olas polares con las que arrancó el invierno.

Sólo por tomar como referencia la ciudad de Córdoba (en el marco de una realidad social acuciante que se extiende por todo el país), los reclamos de auxilio para sobrellevar el mal momento se multiplican tanto en las dependencias pertinentes de la órbita provincial como de la municipal.

Los asentamientos populares se expandieron durante los últimos años, espoleados por la caída en la pobreza de una enorme franja de la población. La precariedad habitacional se suma a una fragilidad en materia alimentaria que se verifica en los indicadores que difunden de manera periódica los organismos oficiales y los no gubernamentales.

Es allí donde el Estado debe estar presente a tiempo completo. Anoticiarse de que centenares de familias enfrenten las inclemencias del frío con fogatas o con la peligrosa combustión de braseros en una habitación de construcción precaria ya es motivo suficiente para tomar cartas en el asunto. Más cuando hay niños, niñas y adolescentes que sufren los rigores del frío con altas probabilidades de contraer una enfermedad respiratoria, típica de la época.

En el informe que publicamos días atrás, abundan los testimonios de vecinos afincados en villas y en asentamientos populares sobre las necesidades básicas insatisfechas que, en cuanto a las bajas temperaturas, los conminan a echar mano a los soportes caloríferos improvisados para abrigarse.

En muchos casos, no cuentan con el servicio de energía eléctrica (aunque a menudo recurren a “colgarse” de una conexión clandestina) o no tienen el dinero para afrontar el costo de una garrafa.

Desde la Municipalidad de Córdoba, admiten que se registró un incremento en la demanda de soluciones desde los grupos más desprotegidos. Y destacan que se formó una mesa de coordinación asistencial con las organizaciones sociales que tienen contacto directo con esta delicada realidad.

Similares emprendimientos se pusieron en agenda en las dependencias de la Provincia. Ello implica comprometerse con otro fenómeno de características lacerantes: las casi 300 personas que transcurren sus días en situación de calle.

Habrá que alertar que las referidas herramientas casi artesanales para afrontar las jornadas gélidas tienen sus riesgos. Durante la noche del pasado lunes, un bebé de 9 meses murió a causa de un incendio en una vivienda de una villa ubicada al sudeste de la ciudad. Una vela que intentaba suplir la falta de energía eléctrica fue la causa de la tragedia.

Hay testimonios que dan cuenta de la marginalidad sin remedio. Todo desemboca en un razonamiento crucial: la gente que pasa frío desde lo profundo de la pobreza es el reflejo de un Estado indolente que durante décadas profundizó las desigualdades.