Forjadora de la alianza entre tecnología y educación

Cuando concurrió al fin de semana de la Startup Weekend 2015 con sólo 19 años, María Agustina Ibáñez no imaginó que, luego de un poco más de cinco años, iba a ser el puntapié inicial de Evaluados. Hoy su empresa opera en universidades de cinco países en el poco desarrollado mundo del edutech (tecnología para la educación) y demostró toda su potencialidad en la pandemia.

–La educación es uno de los pocos sectores en los cuales la tecnología no había penetrado demasiado antes del Covid-19. ¿Cómo surgió la idea de Evaluados en ese momento?

–Yo estaba en mi segundo año de publicidad. Fui al evento sola, con la idea de hacer una agencia de publicidad. Alguien, en ese momento, propuso la idea de crear aulas interactivas y trabajé en ese grupo; fue una de las 10 ideas ganadoras para trabajar durante ese fin de semana en equipos. Ahí conocí a Alejandro Parisi, mi socio actual. Salimos segundos.

–Y eso los impulsó para seguir.

–Nos pusimos a trabajar al día siguiente y durante todo ese primer año. Queríamos resolver un problema que había en el aula, cuando los “profes” terminaban de dar un tema y no sabían si los alumnos habían entendido. En esa época estaba el boom de “Preguntados” y pensamos en usar el celular en el aula para que el docente pudiera tener esa devolución.

–¿Cuál fue el resultado?

–Trabajamos todo el primer año en un prototipo muy básico y se lo dimos a algunos profesores para que lo empezaran a usar. El primero era un gestor web y recién en 2016 pudimos tener la aplicación porque nos encontramos con un montón de complicaciones y de desafíos técnicos para el desarrollo. Fue una etapa de validación del producto, todavía no teníamos la cabeza orientada al negocio.

–¿Cuándo empezaron a ver el potencial como empresa?

–Al principio, mirábamos mucho el propósito, queríamos ayudar a los docentes y a los colegios en sus clases. Cuando se empezó a usar más, fuimos a Uruguay e hicimos una preincubación en Davinci Labs, que incluía una validación rápida. Ahí vimos que no teníamos bien definido el modelo de negocio y técnicamente estábamos muy “verdes”. Volvimos y lo empezamos a vender en los colegios, pero notamos que estaba creciendo el uso entre docentes de la Universidad Nacional de Córdoba con un salto en la cantidad de usuarios.

–¿Entonces?

–Entendimos que la utilidad para las universidades era mucha y nos enfocamos en ese sector: las clases son más masivas y los estudiantes son distintos que en un colegio. Ese fue un cambio y empezamos a traccionar en usuarios. En 2017, aplicamos al programa Startup Chile para una aceleración del negocio. Estuve viviendo nueve meses allá, ahí nos enfocamos en el sector universitario y generamos un producto más estable.

–¿Cuál fue su primer cliente?

–Fue la Universidad Siglo 21. A principios de 2018, cerramos el contrato y Evaluados se transformó en Aplicados 21, con un servicio personalizado. Todo 2018 fue tocar puertas, para escuchar qué necesitaban del otro lado. Fue un año de diagnóstico, de entrevistas, de generar relaciones. Somos una empresa de tecnología orientada en educación y eso nos sirve para ver hacia dónde ir, generar otros productos y otros desarrollos.

–¿Qué siguió después de ese primer convenio?

–Después fuimos fuera del país y llegamos a la Universidad Continental (Perú), a la Universidad Gabriela Mistral (Chile), a la Universidad del Istmo (Panamá) y a la Unam (México). Estamos trabajando con instituciones de otros países para ir cerrando más contratos.

–¿El foco hoy es el mercado global?

–Sí, entendimos que no solamente podemos tener el servicio acá, sino en todo el mundo, porque la educación es una cuestión global. Nosotros ya nos paramos como una empresa que puede brindar servicios internacionales. La idea es ir, primero, al mercado hispanohablante, incluida España; y para el año próximo, comenzar con la versión en inglés para llegar a Estados Unidos.

–¿Cómo evolucionó ese primer prototipo?

–Nuestro producto “estrella” es Evaluados, que son evaluaciones formativas, adaptadas a cada institución. Pero ahora también nos enfocamos en ver los impactos emocionales, cognitivos y didácticos. Acompañamos a los estudiantes en pequeñas evaluaciones antes de rendir un examen. Estamos lanzando un producto con evaluaciones orientadas a evaluar las competencias que necesitan los estudiantes para trabajar. Tenemos, además, tecnologías, como un asistente virtual inteligente para cada aprendizaje. Y estamos estudiando un esquema para subir bibliografías a un algoritmo y que se generen preguntas de manera automática.

–Mirando para atrás, ¿cuáles fueron los retos que encontraron en el camino?

–El primer reto fue cien por ciento técnico. Nosotros no teníamos experiencia y tuvimos que tercerizar el desarrollo. Al primer prototipo lo financiamos con dinero propio. Después, aplicamos a un crédito Fonsoft de la Nación. Y ahí pudimos incorporar al equipo una persona dedicada la parte técnica. Es clave que sea un recurso interno. La segunda traba fue no tener una visión como negocio, hasta que nos dimos cuenta de que si queríamos crecer, teníamos que vender. El último desafío fue la internacionalización.

EQUIPO. María Agustina lidera, junto con su socio Alejandro Parisi, un grupo de 12 personas que conforman Evaluados. (La Voz/Pedro Castillo)

–¿Cómo ves la relación de la educación con la tecnología?

–Hoy, como usuarios, estamos acostumbrados a que las plataformas estén hechas para nosotros. Cuando los estudiantes se topan con plataformas de LMS (siglas en inglés de sistema de gestión del aprendizaje) que no son acordes con lo que están acostumbrados, se genera un malestar. Ahí hay mucho para trabajar; a nosotros, lo que más nos interesa es crear productos, servicios, plataformas que estén acordes con las necesidades y que la experiencia de usuario sea óptima.

–Al sector le costaba adaptarse…

–Hay un desafío para nosotros que atraviesa a toda la educación y es la velocidad a la que se mueve el sector. Al ser una empresa de tecnología queremos avanzar, innovar, cambiar, pero, para eso, necesitamos que el mercado acompañe. Y recién ahora está cambiando por un tema coyuntural.

–La pandemia aceleró toda la transformación digital.

–Hubo un cambio gigante. Había países, como Perú, por ejemplo, en los que las normas no permitían la educación virtual en un ciento por ciento. En muchas universidades, sobre todo las públicas, que son muy grandes y cuesta cambiar, no había nada. En la pandemia se vieron los dos tipos de instituciones: aquellas que tenían algunas plataformas LMS, como Moodle, y las que no tenían nada. Pero incluso las primeras necesitaron reinventarse porque tenían que contener a todo el sistema educativo en la virtualidad.

–¿Y ahora… qué se viene para el sector?

–Se ve un cambio de modelo. En la incertidumbre actual hay que entender que viene un nuevo modelo que se adapte a la virtualidad en su totalidad; se habla de modelos híbridos, educación mixta. Después, en las plataformas hay que ver al estudiante como un usuario, facilitarle la autogestión, pensar en que la experiencia en la virtualidad es diferente. Esto va a ser valorado en el futuro, como lo era antes la infraestructura edilicia.

–¿Qué desafíos tiene la empresa por delante?

–El principal desafío es hacer escalar esto en Latinoamérica a la par del crecimiento tecnológico de las universidades. Es un desafío la velocidad en la que se mueve el sector educativo. Además, estamos en busca de una ronda de inversión. La idea es que la lidere algún grupo educativo porque entendemos que necesitamos un socio estratégico, que tenga el saber académico.

–Sos una de las pocas mujeres que emprenden en tecnología en Córdoba.

–El ecosistema emprendedor local es superfuerte para empezar, hay muchas asociaciones como la Asociación de Emprendedores Tecnológicos (Asetec) o Mujeres en Tecnología (MET); quizá falta más de quienes están más avanzadas. Como mujer, no tuve problemas en liderar un equipo, pero sí me topé con trabas al salir a vender en un sector académico. Creo que falta más empuje y más conciencia de que se necesitan más mujeres en emprendimientos y en las empresas. Las grandes firmas globales están apostando a incluirlas en puestos de decisión porque la diversidad termina siendo negocio, ya que genera más aportes y más creatividad.

Emprendedora, desde el primer día

Nombre. María Agustina Ibáñez.

Edad. 25 años.

Profesión. Licenciada en Publicidad y Diseño Gráfico.

Empresa. Evaluados.

Cargo. Directora de Operaciones-Cofundadora.

Socio. Alejandro Parisi.

Rubro. Edutech (tecnología para la educación).

Equipo. 12 personas.

El dato. Ya hay más de 120 mil estudiantes y siete mil docentes que usan la plataforma. Tienen convenio con universidades en Argentina, México, Perú, Chile y Panamá.

“Hobby”. Volar (es piloto de avión) y las criptomonedas.

Web. www.e-valuados.com

Contacto. maru@e-valuados.com