Puños de acero: a 40 años del épico triunfo de “Falucho” Laciar en Soweto

Pasaron 40 años de aquel inolvidable sábado 28 de marzo de 1981. Eran días en que en Argentina el déficit de Tesorería superaba los 10 billones de pesos y en que Roberto Viola asumía la presidencia del país. Los diarios también contaban que por aquel entonces Carlos Monzón quedaba preso por tenencia de armas, que Nelson Piquet le quitaba en Jacarepaguá la pole position a “Lole” Reutemann y que Talleres sufría cinco goles de Independiente (tres de Alzamendi y dos de Brailowsky) en el adelanto de la jomada.

Sin embargo, la foto de tapa del día siguiente se la “robó” Santos Benigno Laciar, que por aquellos tiempos se abrazaba a su primer título mundial tras vencer de visitante al sudafricano Peter Mathebula.

Con aquella victoria, “Falucho” se consagró campeón mundial de los mosca y escribió una de las páginas más gloriosas para la historia de los púgiles cordobeses.

Aquel mítico combate se llevó a cabo en una cancha de fútbol en el corazón de Soweto, el gueto negro ubicado en las afueras de Johannesburgo, que por aquel entonces contaba con un toque de queda a las seis de la tarde para que los negros dejasen la gran ciudad y volviesen a su refugio, con estrictas y duras penas para aquellos que no cumpliesen.

“Lo más complicado fue todo el contexto social que se vivía. Era durísimo entender lo que le pasaba. Te daba lástima ver cómo les pegaban los blancos a la gente de color. Y no te podías meter porque cobrabas”, recordó Laciar en diálogo con Mundo D.

El exboxeador tenía apenas 21 años cuando se ganó la chance de combatir por el título del mundo. Lo logró luego de vencer en Mar del Plata al panameño José de la Cruz López.

El arribo a África le permitió conocer otro mundo. “Falucho” asegura que hasta el olor allí era distinto. Pero no todo salió bien en aquella experiencia: a horas del pesaje oficial al cordobés le sobraban varios gramos y tuvo que hacer lo imposible para no ser descalificado.

“Fuimos al pesaje oficial 20 minutos antes y di 50,800, el tope. Con todo lo que pasé, a la hora de la pelea no se notó. Si perdés, la gente dice: claro si ha tenido que bajar de peso y la culpa es tuya. Si ganás, bueno, el triunfo es para todos”, explicó Laciar.

De película

Aquel sábado por la tarde bramaba el Orlando Stadium, algo así como la cancha de Las Palmas o General Paz Juniors, con arcos y todo; el ring en el medio y las tribunas “hasta las manos” de gente.

De arranque la pelea fue inolvidable para “Falucho”, que logró aplicar una combinación de ganchos abajo e hizo desplomar a su rival. Lo tiró literalmente afuera del ring.

El combate siguió y luego Laciar pudo meter un cross y una derecha (su mano poderosa) que tumbaron nuevamente al crédito local.

Y en el séptimo round Mathebula volvió a caer y le hizo señas al árbitro de que no podía más. Acto seguido, el cordobés empezó a festejar, a saltar y a tirarle besos a las cámaras mientras el público seguía en silencio todo lo que acontecía.

Segundos después, cuando el árbitro le levantó la mano a “Falucho” todos se pusieron de pie para aplaudirlo. Reconociendo el triunfo de un retador que ganó de manera justa y limpia. Sin que haya nada raro por detrás.

Afuera estaba el colectivo rodeado, como hormigas, de gente gritando: ‘Argentina, Argentina’. Y así lo recuerda el campeón: “Todos estaban asustados porque en aquel lugar había 50 o 60 muertos todos los fines de semana. Yo no sabía que decirles. Entonces les gritaba ´So-we-to, So-we-to´. Terminaron aceptando bien la derrota”.

Más adelante, el cordobés dio otros detalles sobre aquel mítico combate: “Pelear de visitante me gustó siempre. Mi mentalidad en todo momento era la de salir a ganar. Desde el primer round me di cuenta de que mi rival me miraba sin estar convencido de que él podía ganarme. De entrada sintió algunas manos que le metí”. 

Se jugó la vida

“Me habían dicho que si ganaba no salía vivo de ahí. Era visitante en serio. Los únicos blancos eran mis asistentes y los periodistas que viajaron desde aquí, como Rubén Camino (enviado de La Voz), Marcos Marchini, Horacio Pagani, Ernesto Cherquis Bialo y algún otro más”, contó Laciar, que combatió ante más de 20 mil personas aunque los promotores habían soñado con vender unas 60 mil entradas.

Y agregó: “Los periodistas me contaban que el rumor era ese. Si yo ganaba no salía vivo decían. Mi mamá quería que me vuelva a Córdoba. ´No pasa nada vieja´ le decía yo. Por suerte todo no fue tan hostil como muchos pronosticaban”.

El premio para “Falucho” fue la gloria eterna. Porque si de dinero se trata, nada salió como esperaba. La bolsa eran 10 mil dólares y el gasto para solventar su estadía y la de su equipo en ese evento costó 16 mil.

“Cuando vos vas por primera vez no te haces millonario. Fui por una bolsa pequeña. Hoy tenés el ´pay per view´ (pagar para ver), las apuestas y una serie de cosas que antes no estaban. Pero lo que gané allá no tenía precio. Ni lo tiene al día de hoy”, concluyó el gran campeón a 40 años de aquel sábado glorioso.

Santos Laciar no se olvida más de su pelea en Sudáfrica, cuando fue campeón mundial en peso mosca y le decían que si ganaba quizá no salía con vida.
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“La gente gritaba ‘¡Argentina!, ¡Argentina!’ y nosotros le respondíamos ‘¡Soweto! ¡Soweto!’”, recuerda el cordobés sobre su victoria del 28 de marzo de 1981 ante Peter Mathebula.
Laciar alcanzó la gloria eterna en aquel combate en Soweto (Foto: Captura El Gráfico).
Santos Laciar no se olvida más de su pelea en Sudáfrica, cuando fue campeón mundial en peso mosca y le decían que si ganaba quizá no salía con vida.
“La gente gritaba ‘¡Argentina!, ¡Argentina!’ y nosotros le respondíamos ‘¡Soweto! ¡Soweto!’”, recuerda el cordobés sobre su victoria del 28 de marzo de 1981 ante Peter Mathebula.