Bajo plumas y brillos: el cambio de rol de las vedetes a través de los años

Vedete. Con aires extranjeros, la propia palabra resuena con voluptuosidad en el chasquido entre lengua y dientes. Evoca un mundo brillante de cuerpos muy específicos adornados con plumas, entre las que resalta la piel expuesta a los reflectores y al ojo del público. Sobre todo un ojo masculino al que, tradicionalmente, se buscaba captar desde las tablas. 

Hoy las vedetes, criaturas del verano y el teatro carlospacense, se encuentran en falta en las marquesinas. Sin embargo, hasta hace tres o cuatro años aún poblaban la temporada con fuerza. Quedan sus huellas en los títulos de cualquier archivo, accesible en cualquier búsqueda de internet. “Calienta”, “Infartante”, “Curvas”, son algunas de las palabras que más se leen asociadas a estas figuras, a las que se pone en curiosas posiciones, muchas de las cuales implican “enfrentamiento” y “guerra” entre ellas mismas por ver quién acapara el monopolio de la belleza que capta más miradas. 

Hoy la mera palabra desaparece. Desaparece de los perfiles de Instagram de muchas de estas artistas, también de notas y títulos, además de obras y carteleras. Desaparece o cambia de vestuario, vistiéndose con un nuevo significado. ¿Por qué? ¿De dónde vienen esos cambios?

La figura principal

Celeste Muriega, quien hace temporada este verano con
América show
, no se identifica hoy sólo con el rol de vedete, pero destaca lo importante que fue para su desarrollo: “Era como llegar a la cima. Fue muy útil en mi carrera pasar de ser bailarina a ser vedete, de ser parte de un número a ser un nombre, tener más relevancia. La gente empieza a pagar una entrada para ver a la vedete, para verte a vos”.

“Aunque dejé de usarla porque encaré mi carrera para otro lado, no me gusta que se la considere como mala palabra”, remarca. 

Nerina Sist es parte de
Cocodrilo
y coincide: “El término está muy bastardeado. Muchos representantes me han dicho ‘sacate eso de vedete’ porque da la idea como de una chica que vende su cuerpo. No es así, hoy el género revista no está tan valorado, pero la vedete hace mucho más que mostrar su cuerpo”. 

Denise Cerrone, del mismo espectáculo, reflexiona cómo cambió el rol de vedete: “Anteriormente pasaba más por mostrar el cuerpo y ser voluptuosa. Después pasó a ser una persona mediática, la que generaba un quilombo porque no hacía nada más. El público empezó a ser más exigente y no quería ver a esas figuras que no sabían hacer nada”. 

Machismo

Además, Sist y Cerrone resumen que han sufrido desde menosprecio hasta acoso. “Hasta me daba vergüenza en un momento, muchas te dicen despectivamente ‘vedetonga’”, cuenta Sist. Y agrega: “Me he quedado callada muchas veces pero el acoso está. Por eso estoy tan feliz de estar ahora trabajando en Cocodrilo, con una familia, porque estoy trabajando en paz”. 

En el mismo sentido, Cerrone expresa que nunca le pasó de sufrir esos males en el género revista, porque siempre estuvo con su marido, Omar Suárez. Pero sí sucedió al comienzo: “Cuando era más piba e intentaba ganar un lugar, me ha pasado varias veces de recibir propuestas que se iban a dar a cambio de ‘algo’. Sexo, una cita.. lo que fuere. Como mujer te empezás a cuestionar, te genera incertidumbre pensar ‘¿esto es así?’ y si para llegar a algún lado tenés que acceder a eso. Toda la vida quise ser artista pero dudaba porque esas cosas me hacían sentir mal”. 

En el ámbito personal, Sist cuenta también que ha perdido amigos desde que empezó a identificarse como vedete. Y Cerrone piensa en cómo muchas veces se deja de lado su función de directora artística en Cocodrilo. Incluso, en nominaciones anteriores a los premios Carlos, se ubicó a Omar Suárez (que es el productor) como candidato a recibir el premio por dirección. Cerrone canta, baila, toca el piano y compone desde joven. “Hay algo de machismo ahí”, marca.

Nuevos rumbos

Además de la “demanda” del público por ver talento, como señala Cerrone, las tres relacionan la baja en el protagonismo de la vedete con el cambio en el teatro de revista y con el avance del feminismo y la perspectiva de género. 

“Ahora la revista cambió, por ende la vedete también. Se le da más espacio al talento, a quienes están capacitados para subirse a un escenario más allá del lomo. Está bueno poder ofrecer algo a la gente más allá de la belleza. También cambió nuestro pensamiento, se trata a la mujer de otra manera y no como antes, que quizás era más considerada un objeto. Creo que está bueno que la revista no se pierda, pero hay que adaptarse a los tiempos. Tampoco hay que tenerle miedo al desnudo, está bueno que la mujer que quiere mostrarse pueda hacerlo y no por eso sea considerada un objeto, tiene que ser elección de cada una. La que quiera hacerlo, bien; y la que no, también. Pero sin juzgar”, apunta Muriega. 

Por su parte, Sist recalca la importancia de prepararse y mantenerse estudiando. Y apunta: “Hoy en día, a cualquiera que muestra el cuerpo en redes le dicen vedete, y ser vedete no es sólo eso. El teatro es disciplina”. “Por el tema de la cosificación se dejó más a un lado el rol de la vedete y hay que defenderlo”, agrega. 

“Creo que se confunden un poco las cosas a veces. Una cosa es la cosificación, otra es una mujer que elige ponerse un conchero porque le gusta. En esta lucha por el respeto y la igualdad que tenemos las mujeres, que es un proceso, a veces se confunden algunas cosas y nos juzgamos entre nosotras. Que yo esté arriba del escenario no significa que alguien me esté obligando”, suma Cerrone. 

Y cierra: “Nosotros, desde que tenemos la revista, siempre ponemos gente talentosa, contratamos al artista. Vedete siempre se llamó a la figura que corta entradas, la figura convocante. Desde nuestro lugar intentamos inculcar una idea de que en la revista lo importante no es la figura en sí sino el espectáculo que vas a ver, donde todos se destacan por un talento en particular”. 

Chicas del verano

Jimena Garrido, profesora de Historia y doctora en Antropología, señala: “La vedete es un personaje extranjero de larga data, que arribó a Carlos Paz y tomó ahí sus propias formas. Para pensar cambios de esta figura en la villa, precisamos atender lo que sucedió con las vedetes en esta plaza. Una particularidad en Carlos Paz en el siglo 21 es la mixtura que se dio entre la figura de las vedetes y las chicas del verano“. 

“Las chicas, quienes tenían limitada la palabra en escena, debían calentar con sus abundantes curvas favorecidas por cirugías, sin perder naturalidad ni llegar a putas, dos acusaciones que podían denigrarlas”, resalta. A estas jóvenes, explica Garrido, también se les exigía “ser decentes” y “solidarias”. 

“Entre las chicas se repetía el deseo de reconocimiento como carne sexi y como más que un pedazo de carne. Mujeres jóvenes, flacas, con curvas, destapadas, sexis y solidarias, repetían trayectorias. Para la mayoría de ellas era necesario ir a Caba para desarrollar su carrera, por las oportunidades laborales que ofrecía. Las chicas entraban a escena a través de contactos y/o castings. Los empresarios que las contrataban en repetidas ocasiones las probaban sexualmente en ‘castings sábana’. Las chicas también afirmaban que había sido una lucha llegar a ser una chica, lo cual implicaba ‘sacrificio’. La permanencia en escena era posible por la ’pasión’ y la ‘persistencia’”. 

Sin embargo, había otras motivaciones: “Las chicas querían empezar a estudiar: actuación, danza o periodismo. Ser chicas era un paso, ellas querían ser locutoras, actrices y en algunos casos escritoras de un libro. Tener un ‘buen cuerpo’ les permitía entrar en vidriera, pero aspiraban a la palabra. Estas trayectorias se trazaban en constantes peleas por definir quién podía ser chica, quienes eran las mejores entre ellas, y quiénes pasaban a hablar”. 

“Con los movimientos feministas, estas performances están cambiando, pero siempre estas actuaciones estuvieron en pugna. Nunca las chicas dejaron de modificar performances y resistir a las opresiones de diferentes maneras. Tampoco los cambios barrieron con toda la escena y aun con las olas feministas persisten viejas creencias encarnadas”, cuenta.

Y Garrido trae a escena un caso paradigmático: “El concurso La Chica del Verano organizado por La Voz se canceló en 2017 para ‘poner fin a certámenes en los que la mujer es presentada únicamente como un objeto de deseo’, pero fueron varones quienes otra vez argumentaron con la palabra. No fueron las chicas. La vedete Moria Casán, en una entrevista con VOS
, cuando le preguntaron si se consideraba un objeto sexual, respondió: ‘Puedo serlo para vos, y no me molesta que lo piensen así, pero yo soy un sujeto, y a eso lo tengo claro’”.

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